Es como si estuviera perdiendo todas las hojas...
Un
anciano enfermo de alzhéimer. Un actor inmenso para darle vida. Una obra que se
sirve del humor, de la ironía y de la intriga para abordar un tema delicado y difícil
sin caer en ningún momento en el melodrama o la sensiblería, que nos muestra la
enfermedad desde la perspectiva de quien la sufre, desde sus pensamientos y la permanente
confusión entre alucinación y realidad
que en ellos se produce.
Protagonista
absoluto, Héctor Alterio construye un personaje entrañable, muy divertido por
momentos, angustiado y dolorido en otros, siempre conmovedor. Con una mirada,
con un gesto, con un énfasis o un matiz de la voz nos asoma al alma de un hombre
herido y junto a él nos hace vivir su desconcierto, sentir su miedo, su
fragilidad, su vulnerabilidad... llorar su olvido y su desolación, asistir a la
lenta e implacable pérdida de sus recuerdos, a la desintegración inevitable de su
vida.
De
escena en escena -significativo como poco a poco también el escenario se va desnudando hasta quedar casi vacío- contemplamos
el deterioro de un personaje que no alcanza a comprender del todo qué le
ocurre, a su desesperación por hallar una explicación convincente y
tranquilizadora para sus contradicciones, para una realidad que a cada instante
parece volverse en su contra.
Sobrecogedora
finalmente la última escena de la obra, las lágrimas, la mirada perdida, dulce
y transparente con que Héctor Alterio al fin nos parte el alma.
Una peli para no perderse, no me queda duda después de leer tu espléndida reseña, Marta. ¡Gracias! :)
ResponderEliminarUn beso.
Es teatro. Ha estado en Valencia este fin de semana. Si tienes oportunidad no te la pierdas.
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