viernes, 24 de junio de 2022

Lo que pasa de noche. Peter Cameron ─ Reseña

 

Todos somos charlatanes. Nos parecemos muy poco a lo que fingimos ser.

Ante la imposibilidad de lograr un embarazo y tras haberlo intentado de todos los modos posibles, un matrimonio neoyorkino viaja a Europa para adoptar un niño. Un país del Este, gélido y gris, indeterminado, al que acuden, pese a los condicionamientos que impone la enfermedad que sufre la mujer, para recoger a su bebé. La llegada a una estación abandonada, la sensación de pérdida y desamparo en esa primera noche de los protagonistas en una ciudad extraña, las dificultades para localizar el hotel en medio de la ventisca, marcan ya desde el inicio el tono de una novela hipnótica, articulada en torno a dos personajes sin nombre a quienes la voz narrativa se refiere siempre como el hombre y la mujer. Una pareja feliz en otro tiempo, distanciada ahora, sumida en una crisis que no sabe solventar.

Los silencios, el miedo, el dolor, el viaje interior a que el proceso de adopción conduce al matrimonio (cada vez más ajeno el uno al otro), es el tema de fondo de una historia que alterna el relato de ese mundo propio de los protagonistas con la peripecia de lo que sucede en torno a ellos: los enredos en que se ven envueltos tanto en el hotel que los acoge como en el orfanato donde han de cumplimentar los trámites de adopción, la relación con los huéspedes del hotel, secundarios extremadamente peculiares (estos sí con nombre propio) que por momentos conducen la narración a situaciones de lo más estrambótico, próximas al realismo mágico, o las dificultades administrativas que surgen a cada paso y tensan el clima del relato.

El autor sitúa así a sus personajes al borde de un abismo emocional, desorientados, inmersos en un ambiente inhóspito, opresivo, decadente. Los perfila con una enorme carga de tristeza y soledad, de heridas y reproches callados, para hacerles luego aferrarse a un  hilo de esperanza que ambos intuyen insuficiente y frágil.

Una historia de amor diferente, incierta, dura y delicada a un tiempo, muy medida en su estructura y sobria en el tono, para una novela que parte de la crítica ha definido como la mejor de Peter Cameron hasta la fecha.

viernes, 17 de junio de 2022

Cuentos macabros. Edgar Allan Poe ─ Reseña

 

No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir.

Maestro del relato corto y la novela gótica, Edgar Allan Poe (1809-1849) es habitualmente recordado por sus cuentos de terror, un género al que él dotó de una perspectiva psicológica, ausente hasta ese momento en este tipo de historias y de una ambientación onírica capaz de crear una atmósfera muy reconocible y muy particular.

Protagonizados siempre por personajes al borde de la locura o la alucinación, la muerte y lo sobrenatural son una constante en la trama de unos relatos repletos de misterio. Culpas, remordimientos, venganzas, deslealtades, desamor... recorren una colección de cuentos que introduce al lector en un mundo de fantasía oscuro y muy perturbador.

Con un tono elegante y sugestivo, muy decimonónico, y mucha sutileza en la forma de contar, también mucha poesía, Poe juega con sus personajes, los lleva al límite de sus fuerzas y su razón y arma de ese modo un puzle de historias inquietante y tremendamente aterrador. Historias narradas mayoritariamente en primera persona (lo que contribuye a darles veracidad y cercanía) que hablan del miedo a la muerte, de la tendencia que el ser humano tiene a ignorarla, de egoísmos o ciertas obsesiones y delirios, construidas con detalle, agilidad en el ritmo y enorme habilidad narrativa.

Magistrales entre otros "El gato negro" o "El corazón delator", donde el autor logra un clima de tensión creciente, asfixiante y opresivo, con el que nos va llevando hacia un final demoledor.

Un tono más ligero encontramos, por ejemplo, en "Conversación con una momia", relato con un matiz divertido y humorístico que resulta por ese motivo también muy sorprendente. O en "La máscara de la muerte roja", ambientado en tiempos de pandemia y confinamiento y por ello ahora de plena actualidad.

Variados y sugerentes, son cuentos todos para leer despacio y con el ánimo adecuado.

martes, 7 de junio de 2022

Impostor

 

Medianoche. Oscuridad y silencio. Calla el mundo. Comienza mi tiempo. Tras el lúgubre tañido de las campanas, eco extraño y sobrenatural que la quietud de la madrugada quiebra, mis restos al mundo de nuevo regresan. Errante y espectral ─ojos vidriosos, pasos vacilantes, rostro plomizo y ceniciento─, confundido entre la espesa niebla que por doquier en torno a mí se extiende, revelo con cautela mi presencia entre los vivos.

Con infinito esmero, días, semanas, meses enteros, preparé mi aparición. Al cabo, ahora, el tiempo se cumplió y esta tenebrosa y doliente noche de difuntos fue la elegida como testigo de mi momento estelar. Nada quedará al descuido. Exitosa, sin duda, resultará la misión. Y yo mismo, llegada la hora, de ello daré fe.

Sé bien la incomprensión y el pavor que mi labor despierta, mas no hay motivo que me obligue a excusarme. Cumplo a conciencia un deber al que ─no importa la causa─ juré lealtad en un tiempo antiguo, anclado con ahínco a mi memoria.

Y sin embargo...    

Tantas miradas ─adivino─ caerán pronto, con inclemencia, sobre mí; tantos ojos estupefactos que en un instante pasarán del asombro al reproche, de la aprensión al terror...

 ¡Ay! ¡Pobre ánima del Purgatorio desolada y penitente! Una insoportable ansiedad se apodera de mí, arden mis mejillas y hasta la misma médula mis huesos ruinosos se estremecen solo con pensar en lo que habrá de venir.  

«Nunca más, nunca más», parece denunciar un cuervo en su graznido mi impostura.

«Nunca más», ratifico yo la queja con frágil convicción.

Y suenan mis palabras más a súplica que a promesa.

Aletean en la noche, se alejan veloces, se desvanecen como el eco de un conjuro que se pierde en el vacío.

¡Triste de mí! ¡Si el mundo conociera cómo odio ser centro de atención!  ¡Cómo lamento esta condición de muerto viviente mía en noches como esta! ¡Cómo tanto protagonismo me aterra!   

Pánico escénico, sí, así lo llaman. Y hace siglos que en silencio guardo tan fatal diagnóstico. ¡Qué desdicha! Si en esta cerrada y quisquillosa sociedad de ultratumba alguien se enterara sería mi fin. Irreparable el daño para mi reputación.

Hasta ahora, casi por milagro, todo ha salido bien, nunca criatura alguna sospechó nada y así ─confío─ hasta el final de los tiempos habrá de ser. Hay misterios en el mundo que no se debieran desvelar jamás. Y, aunque es grande el horror que carga mi conciencia, también grande fue siempre mi talento para el disimulo, arte que tantas veces vistió de alegría mi dolor y de mascarada disfrazó mi llanto.

A salvo como creo estar, nadie tendrá jamás noticia del engaño.

Y sin embargo...

Me encuentro atrapado en la tela de una araña envenenada y pegajosa de la que ─presiento─ no lograré escapar.

Vetada la caricia de las lágrimas a las cuencas vacías  de mis ojos, un llanto seco y dolorido anuda esta noche mi garganta. Un llanto que no alivia, que lastima y quema.

 En secreto, anhelo con fervor que el alba venza al fin a la tiniebla, atisbar la suave luz que alumbre el nuevo día y, así, poder entonces regresar a mi cripta. Tornar a la rutina de mis horas, a la aburrida tranquilidad de mi guarida, a mi retiro, a mis ausencias, a mis recuerdos y desvelos, al rumor de un tiempo pasado, ingenuo y más feliz, con sabor a antiguos otoños de infancia, a dulce de membrillo, a chocolate caliente, a nueces y castañas...  

Humildes sueños que, una y otra vez, contra este aciago y miserable destino mío se estrellan sin remedio. Y quisiera llorar. Y no puedo. Y entre melancolías, soledades y nostalgias se ahoga esta triste alma, en el limbo de la inexistencia para siempre perdida.

               Mención honorífica certamen junio 2022 "El Tintero de Oro "


Relato publicado en la revista Papenfuss (marzo 2023)

miércoles, 1 de junio de 2022

Madame de Treymes. Edith Wharton ─ Reseña

 

Ustedes consideran al individuo, nosotros pensamos exclusivamente en la familia

Publicada en 1907, año en que Wharton se instaló definitivamente en Francia, "Madame de Treymes" es una novela breve en torno a la capacidad de ciertos convencionalismos sociales para limitar la libertad del individuo y condicionar su felicidad.

Tras la separación de su esposo, el marqués de Malrive, a causa de sus continuas infidelidades y talante despótico, la americana Fanny Frisbee vive ahora sola en París con el hijo de ambos, un niño pequeño que ha quedado a su cargo. Allí se reencuentra un día con un antiguo amor de juventud, John Durham, que pronto le propone matrimonio y logra ilusionarla de nuevo.

Obtener sin escándalo (para no perjudicar al niño) el divorcio del marido será a partir de ese momento el afán principal de la pareja. Asunto complicado por la religiosidad de la familia y su estricto apego a las tradiciones. Madame de Treymes, cuñada de Fanny, mujer sofisticada, orgullosa, calculadora y enigmática, también secretamente atrapada en un matrimonio desgraciado, será la interlocutora de ambos, quien fije las condiciones y quien finalmente parezca poder inclinar en un sentido u otro la balanza.

Las hipocresías de clase, el inmovilismo social, la forzosa resignación a que por su causa se encuentran condenadas las mujeres, son los temas que con enorme sutileza y alguna pincelada de humor Wharton plantea en su relato: la contraposición entre mundos y mentalidades opuestas que colisionan sin remedio, alterando equilibrios de poder nunca antes cuestionados.  

La brillantez de los diálogos, la profundidad psicológica de los personajes (Madame de Treymes, en especial), las dobles intenciones que en ellos se adivinan así como la crítica subyacente bajo una trama solo sencilla en apariencia, hacen de esta historia una pequeña obra maestra a la que la autora da un final tan ambiguo como impactante.