lunes, 27 de febrero de 2023

Carver y el metro de Berlín. Ovidio Parades ─ Reseña

 

Todo el mundo llora de vez en cuando en la penumbra de su salón.

Última antología de Ovidio Parades, "Carver y el metro de Berlín" reúne dieciocho de sus relatos. Un compendio de cuentos articulado en torno a momentos, sensaciones o pequeños instantes cotidianos que, pese a su aparente sencillez, aborda temas tan profundos como el maltrato, el acoso escolar, la enfermedad mental, el miedo a la muerte o la vejez.

Con inmensa delicadeza y gran habilidad para describir ambientes y emociones, el autor se detiene ante una cotidianeidad que lejos de dejar pasar inadvertida él sabe convertir en literatura. El efecto que en un hombre tiene una llamada intempestiva, los pensamientos de una mujer durante un trayecto en autobús, la desazón que en un turista despierta cierta escena callejera..., imágenes a modo de instantáneas que traslucen miedos, tristezas o alegrías, un fragmento de intimidad detenida.

El olor del pan, el color de una tarde de lluvia, la complicidad de una mirada, el desamparo inevitable de las últimas horas de un domingo, son los resortes que introducen de inmediato al lector en el mundo de unos personajes cuyas vidas podrían ser las nuestras, que intuimos desgraciadas o felices a partir de la pequeña escena a que el relato nos asoma (importantes silencios y elipsis) y dejan siempre un poso de melancolía.  

Dolor, desconsuelo, ternura, laten en unas historias elegantes y sutiles, impregnadas de referencias literarias, musicales y cinematográficas muy reconocibles, teñidas de dulzura pese al desgarro que también existe en ellas, marcadas al fin por la sensibilidad de un autor que siempre deja en el aire más interrogantes que certezas.

martes, 14 de febrero de 2023

La conjura de los necios. John Kennedy Toole ─ Reseña

 

Solo me relaciono con mis iguales y como no tengo iguales no me relaciono con nadie

Inadaptado, egocéntrico, estrafalario, Ignatius Reillly odia la sociedad que le ha tocado en suerte. Un mundo rendido al consumismo, esclavizado por el trabajo y la rutina que no logra aceptar. A sus más de treinta años aún vive con su madre, dedicado a la escritura de lo que él considera su gran obra maestra: un puñado de reflexiones que algún día ─dice─ donará a la Humanidad, desperdigadas en montones de cuadernos, donde exalta la moral y el modo de vida del Medievo. El cine como único entretenimiento y la peculiar relación que mantiene con su madre (viuda desde hace más de veinte años) son los ejes en torno a los que gira su existencia hasta que, un día, un suceso inesperado altera ese equilibrio y le obliga a salir al mundo exterior.

Ambientada en la Nueva Orleans de los años sesenta del pasado siglo, la novela es una crítica despiadada a la sociedad de la época, un retrato de las miserias humanas, del egoísmo y la crueldad latente en ciertas actitudes, que esconde bajo su tono de comedia un trasfondo trágico y una huella de tristeza.

La excentricidad del protagonista, las absurdas situaciones en que se ve involucrado (junto a una magnífica galería de secundarios), sus delirios y obsesiones, convierten la trama en un cúmulo de peripecias surrealista e hilarante. Un relato esperpéntico y descarnado, plagado de amargura y de sarcasmo pero también de piedad y comprensión hacia uno de los personajes más estrambóticos de la Literatura. Un hombre tremendamente singular que al inicio de la historia el autor presenta de forma inmisericorde ─Una gorra de cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso. Las orejeras verdes, llenas de unas grandes orejas y pelo sin cortar y de las finas cerdas que brotaban de las mismas orejas, sobresalían a  ambos lados como señales de giro que indicasen dos direcciones a la vez. Los labios, gordos y bembones, brotaban protuberantes bajo el tupido bigote negro y se hundían en sus comisuras en plieguecitos llenos de reproche y de restos de patatas fritas.─ provocando con ello ya de origen cierto rechazo e incomodidad en el lector.

Publicada en 1980 y ganadora del Pulitzer al año siguiente, La conjura de los necios había sido sin embargo rechazada por todas las editoriales a las que John Kennedy Toole (1937-1969) la ofreció, circunstancia que al parecer podría haber motivado su suicidio a la edad de treinta y un años. Fue la madre del autor quien convencida de la originalidad y valía de la obra consiguió finalmente publicarla y dar a su hijo el reconocimiento que no logró alcanzar en vida.

jueves, 2 de febrero de 2023

Un tipo con suerte

 

No soy un cleptómano, ¡qué ocurrencia!, y me ofende terriblemente que hayan llegado a imaginar tal cosa. Solo soy un tipo con suerte. Un coleccionista, si precisan catalogarme de algún modo. Un guardián de extravíos ajenos. Sí, me gusta esa expresión y pronto verán lo bien que me define.

 Aunque no lo crean, cada día, en cada esquina, tropiezo con hallazgos de lo más insospechado. Esta ciudad está llena de tesoros. Al parecer, sin embargo, poca gente los detecta y no entiendo por qué ni cómo es posible que pasen tan inadvertidos. Que nadie se percate de la existencia de tales maravillas cuando a mí, a toda hora, me asaltan por sorpresa. Me parece algo fascinante, lo confieso. Solo es cuestión de andar alerta y con los ojos bien abiertos para no perder la oportunidad. Nunca se sabe lo que uno habrá de precisar en este mundo tan cambiante. Ya ven, hoy ha sido el libro que curioseaba a su llegada el que por algún motivo captó mi atención. Algo malherido y deshojado ─cierto es─ pero suficiente para aliviar el tedio de mis horas. En otro tiempo fui poeta, ¿saben ustedes? No del todo malo, creo yo, aunque, bueno, la literatura es un oficio bien precario y no solo de palabras vive el hombre. De cuando en cuando también precisa una hogaza de pan. Ahora soy inventor. Trabajo en un proyecto ultra secreto del que pronto tendrán noticia, créanlo. Un artilugio de lo más singular que me hará rico y famoso en el planeta entero. Pero no adelantemos acontecimientos y no me tiren de la lengua que ya les digo que el tema está bajo secreto y no puedo hablar.

 En fin. Hace unos días fue ese colchón tan acogedor y blandito con el que casi tropiezan al entrar lo que hallé junto a mi puerta. Si eso no es suerte, ya me dirán. Y sí, sé lo que están pensando. Todo está manga por hombro, soy consciente. Debo organizar mejor el fruto de mis expediciones pero a menudo me puede la pereza, ¿qué quieren que les diga? Y aunque no trato con ello de justificar mi desidia ─de veras que no─ tampoco esperaba visitas a estas horas. Ni a estas ni a ninguna, en realidad. En cualquier caso, hay cierta belleza entre las ruinas de este caos, ¿no creen? A mí al menos así me lo parece. Cierta armonía, diría.

¡Quietos, quietos! ¿Pero, qué hacen? ¡Aléjense de ese rincón, por favor! Es el refugio de la familia Micky. Bueno, así la llamo yo. Cuatro ratoncitos que me acompañan desde hace un par de noches, la mar de simpáticos. ¡No pongan esa cara, hombre! ¡Si son encantadores! Los descubrí por casualidad, temblando, helados de frío junto a la pared ─inmisericorde invierno este que vivimos─. Necesitaban un hogar, pobrecillos, y me dieron tanta lástima... A cambio, sus trastadas entretienen mis ratos de soledad. ¡No saben lo divertidos que resultan! Son traviesos y muy juguetones. También algo tímidos y, no lo tomen a mal, pero creo que su presencia los perturba.

Por cierto, mi nombre es Ernesto. Se lo dije hace un momento, ¿recuerdan?

 ER-NES-TO.

 Y que yo sepa no padezco síndrome alguno. Así que dejen ya de llamarme Diógenes, háganme el favor.




miércoles, 1 de febrero de 2023

Club de lectura para corazones despistados. Mónica Gutiérrez ─ Reseña

 

Entre libros nada dolía

Un pueblito perdido en el Pirineo, una treintañera en crisis tras un fracaso profesional, un joven misterioso en busca de refugio... Y libros, muchos libros, para esta última historia de Mónica Gutiérrez Artero que es, por encima de todo, una carta de amor a la literatura, a su capacidad de consuelo, a su poder para aliviar las heridas del alma y servir de escudo contra desamparo y soledad.

Si en todas las novelas de Mónica las referencias literarias salpican de continuo la trama, en esta, ambientada en torno a un club de lectura, se convierten en un elemento central, un modo de dar a conocer las inquietudes y el corazón de una protagonista cargada de miedos y tristezas al comienzo del relato que irá recorriendo poco a poco el camino hacia la ilusión y la esperanza. Drácula, La princesa prometida, La isla del tesoro... hacen de enlace argumental entre escenas y revelan el momento vital en que se encuentran determinados personajes.

El amor, la bondad, la familia, la importancia de las pequeñas cosas como secreto de la felicidad son los temas que laten dentro de una historia escrita con difícil sencillez, amable, romántica, ingeniosa en los diálogos, con personajes muy bien armados (tanto los protagonistas como los secundarios, alguno de estos últimos con un punto estrafalario muy divertido) y un escenario casi de cuento: ese pequeño pueblo perdido entre montañas donde la vida transcurre lenta y apacible y nada malo puede suceder.

Elegante, entrañable, impregnada de humor y de ternura, la autora (licenciada en Historia y Periodismo, administradora del blog Serendipia) toma al lector de la mano con su historia para introducirlo en un mundo dulce y cálido como un tazón de chocolate junto al fuego, un libro que se lleva las penas o un amor listo para un guiño del destino.