Oculto entre la niebla, etéreo y espectral, se perfila el contorno rocoso de los páramos. Siempre su refugio. Perfecto escondite para la niña huraña y en exceso sensible que alguna vez fue. Consuelo ahora para el imposible anhelo de libertad de una joven que, a fuerza de soledad, conoce como nadie los tormentos y recovecos del alma humana. Atrapada en la poesía del paisaje, su corazón sangra lejos de allí. Y allí, entre nieves y ventiscas inclementes, esta mujer rebelde y solitaria, cautivada por los versos de Lord Byron y Walter Scott, rara al decir de sus vecinos y objeto de miradas compasivas por haber quebrado un día la senda ancestral que marcaba su destino, sueña otros mundos, inventa amores transgresores e infernales, pasiones turbulentas, delirios que jamás conocerá. A lo lejos, mientras tanto, la tormenta se cierne amenazante sobre unas cumbres heladas, románticas, abruptas, fantasmales y eternamente borrascosas.
"Todas las penas pueden soportarse si se convierten en una historia". Isak Dinesen.
jueves, 27 de abril de 2017
Emily
Oculto entre la niebla, etéreo y espectral, se perfila el contorno rocoso de los páramos. Siempre su refugio. Perfecto escondite para la niña huraña y en exceso sensible que alguna vez fue. Consuelo ahora para el imposible anhelo de libertad de una joven que, a fuerza de soledad, conoce como nadie los tormentos y recovecos del alma humana. Atrapada en la poesía del paisaje, su corazón sangra lejos de allí. Y allí, entre nieves y ventiscas inclementes, esta mujer rebelde y solitaria, cautivada por los versos de Lord Byron y Walter Scott, rara al decir de sus vecinos y objeto de miradas compasivas por haber quebrado un día la senda ancestral que marcaba su destino, sueña otros mundos, inventa amores transgresores e infernales, pasiones turbulentas, delirios que jamás conocerá. A lo lejos, mientras tanto, la tormenta se cierne amenazante sobre unas cumbres heladas, románticas, abruptas, fantasmales y eternamente borrascosas.
lunes, 24 de abril de 2017
Sueño de una noche de verano
«No está lejos hermosa Hipólita la hora de nuestras nupcias». Quiso la casualidad que una cálida y estrellada noche de verano, en el claro de un bosque donde las sombras lo habían tomado por sorpresa, muy próxima ya la hora de las hadas, escuchara Robin tal confidencia. Un latido extraño, algo que no supo reconocer, alteró un instante su corazón pero estaba tan cansado que se negó entonces a pensar en ello. «Mañana será otro día», se dijo, acurrucándose entre los helechos a la suave luz de una luna ya muy pálida y menguante. Se durmió de inmediato y dulces sueños de amor alegremente soñó. Soñó amores felices, desdichados, ciegos, caprichosos, veleidosos...; brebajes traicioneros prestos siempre a encender una pasión; voces de otro mundo traídas hacia el suyo por la brisa; mágicos susurros capaces de incendiar o helar un corazón; juegos de hadas, leves y etéreas fantasías que la razón a comprender no alcanza. Al despertar, desde el cielo, una estrella matutina blanca y atrevida le guiñaba un ojo y, cual dueña de un maravilloso secreto, le sonreía. Él ya nada recordaba. ¡Triste duendecillo un mal día embrujado por el sol! Atrapado en el mundo de los hombres creció y olvidó su magia y solo en sueños, que nunca recuerda al despertar, logra atravesar por un momento el umbral entre ambos mundos. Al oído del viento, vuelve apenas un instante a susurrar burlón sus travesuras para al amanecer −así fueron siempre las reglas de la magia− desvanecerse raudo como una estrella fugaz. Un destello de felicidad ilumina entonces su rostro. Polvo de hadas. Alegría en el alma. Ecos de eternidad.
Y aquí por el momento −muy tarde se hizo ya− detendremos hoy el cuento. Así pues, buenas noches a todos. Aplaudid, si amigos somos y Robin todo lo arreglará.
lunes, 17 de abril de 2017
Pabellón C
domingo, 16 de abril de 2017
Evocación
sábado, 8 de abril de 2017
Érase una vez
En
medio de un bosque espeso y muy oscuro, despertó Olivia. «¡Un bosque embrujado!»,
pensó la niña, mientras el viento llenaba de rumores las encinas y tras los
helechos corría la sombra fugaz de alguna criatura solo en sueños entrevista. No
sintió miedo, al contrario, el raro embrujo del lugar cautivó su corazón. Desde
luego, era un buen sitio aquel para que, de cuando en cuando, se aparecieran
las hadas y, en torno a ellas, elfos y gnomos pudieran, traviesos, danzar en las
brillantes noches de luna llena.
El trino sonoro de los pájaros −ruiseñores, abubillas, petirrojos− anunciaba la llegada de la primavera; bandadas de mariposas blancas y azules coloreaban humildes matojos de florecillas silvestres; el cristalino vibrar de las libélulas rompía el silencio con que un arroyo, recién apenas nacido del deshielo, discurría por el valle.