La
profecía se había cumplido. El rey agonizaba, los magos huían del reino y una
helada oscuridad velaba sus tierras. Entre la niebla, el viejo castillo se
recortaba espectral, la guerra iba de mal en peor y un presagio de muerte y
destrucción aleteaba en el aire. El invierno había posado sus alas sobre el
mundo y todo era furia y desamparo.
«Más allá del odio, más allá del llanto...», en los albores del tiempo, la bruja del Norte sopló su maldición.