¿Quién puede
decir que sabe algo sobre el Golem?
«Todo
en este libro es extraño», así definió Borges esta enigmática historia,
considerada obra maestra de su autor, el austriaco Gustav Meyrink
(1868-1932), que toma como punto de partida el mito judío del Golem: un ser
artificial hecho de barro, capaz de cobrar vida gracias al poder de las
palabras y cometer los actos más atroces.
El
protagonismo de esta criatura en la novela no va más allá, sin embargo, de
representar la conciencia colectiva del barrio judío de Praga donde transcurre
la acción y servir de metáfora para mostrar los peores demonios que esconde en
su interior el ser humano.
El
argumento adentra al lector en la vida de Athanasius
Pernath, un hombre que tratando de trascender desde el mundo material al
espiritual, se encuentra de pronto habitando un tiempo y una realidad treinta y
tres años anterior a la suya. Pernath es un hombre perplejo ante su propia
existencia que, tras haber sido sometido a hipnosis por algún tipo de trastorno
mental (indeterminado), no recuerda su pasado y se lanza por ello a una
búsqueda que le ayudará poco a poco a reconstruirlo e ir comprendiendo
determinadas circunstancias. Una serie de sucesos, asesinatos, apariciones del
Golem en las que él siempre parece estar implicado y encuentros con personajes
de extraños poderes místicos, marcarán ese recorrido vital e irán conduciendo
la trama hacia un desenlace sorprendente e inesperado, aunque no del todo exento de interpretación.
La narración aparece envuelta, casi desde el principio,
en una atmósfera onírica, opresiva y algo tenebrista que la carga de un terror
psicológico sutil pero muy perturbador.
Repleta de reflexiones que muestran el mundo interior,
los miedos e inquietudes del protagonista pero también de magia y esoterismo,
es esta una historia oscura e inquietante, con un universo muy particular que
no resulta fácil de entender. Realidad y ficción se entremezclan continuamente
y resulta difícil en ocasiones distinguir si lo que ocurre es sueño, delirio o
realidad.
La narración en primera persona y el desconcierto en que,
desde el inicio, se halla sumido el narrador, genera una sensación de
claustrofobia y desasosiego que da al relato un tono muy especial. Las situaciones,
los olores, el ambiente del gueto judío y, sobre todo, las dudas y los
atormentados sentimientos del protagonista aparecen muy bien reflejados pero la
historia, por momentos, resulta algo confusa quizá por el exceso de simbolismo
que hay en ella y por la exigencia, para una adecuada y total comprensión, de
ciertos conocimientos previos sobre el mundo y los ritos judíos. Al carecer de
explicación ni referencias, muchas escenas resultan incomprensibles.
Clásico al que merece la pena acercarse por lo que tuvo
de innovador y arriesgado para la época (fue publicado por primera vez en 1915
y se dice que ejerció luego una gran influencia sobre Kafka) pero complejo y muy exigente en su lectura.