"Todas las penas pueden soportarse si se convierten en una historia". Isak Dinesen.
sábado, 30 de junio de 2018
Escamada
jueves, 21 de junio de 2018
Un susurro en la oscuridad. Louisa May Alcott - Reseña
domingo, 3 de junio de 2018
Éxodo
Relato publicado en la Antología "66 Relatos Compulsivos". Diciembre 2018.
sábado, 2 de junio de 2018
Cómicos
Mi vida cambió para siempre −quizá sería más acertado decir que de veras comenzó− una tarde de diciembre. Una de esas tardes invernales de oscuridad temprana y frío inmisericorde en que, recuerdo, había llovido sin tregua y, como por entonces solía ocurrir −tanto tiempo hace ya que casi parece imposible− agua y lodo habían vuelto intransitables las calles en algunos trechos. Una pequeña compañía de artistas, tan pequeña que ni nombre tenía, acababa de llegar al pueblo y la lluvia estuvo a punto de arruinar su primera función. Por suerte, no lo hizo.
No eran aquellos buenos tiempos para los cómicos. Ninguno lo fue nunca, en realidad. Aunque la nostalgia endulce ahora el recuerdo e, incluso a mí, hoy pueda parecer romántica y hasta divertida la vida que aquellos trotamundos −pobres actores sin suerte− llevaban: hoy aquí, mañana allí, siempre de pueblo en pueblo, de camino en camino, bultos, alegrías, desamparos, sueños, tristezas e ilusiones al hombro... no, no lo eran en absoluto.
Yo, por entonces un niño, casi nada recuerdo ya de aquella época. Un estado de ánimo, tal vez, una melancolía permanente que todo lo envolvía. Hasta aquel diciembre. Hasta aquella gélida, desapacible y pese a ello afortunada tarde de diciembre que con tanta fuerza y de tan irreversible modo marcó mi vida.
Apenas cesó la lluvia e iluminó la luna la penumbra, el aire se llenó de voces. Había dado comienzo la función. El público, muy escaso pero entregado: campesinos de rostros curtidos por el sol, por los vientos y la vida, gastados por el tiempo y la pobreza que reían, se emocionaban, lloraban y aplaudían con entusiasmo al compás que la historia marcaba, cautivados por el sonido, por la magia y el misterio de unas palabras que quizás no alcanzaran a comprender del todo pero que, en aquel momento, sabían con certeza solo para ellos rescatadas del olvido y de las sombras.
Fue entonces que en mi fuero interno, en un lugar muy secreto, una ilusión dormida despertó. Una felicidad nueva, desconocida, mía únicamente, brotó de improviso en mi alma y aquel niño algo triste y solitario que hasta entonces yo era, comenzó a soñar sueños que nunca antes había sentido suyos. Un latido dulce y cálido, algo que apenas sabía nombrar, conquistó su corazón. Una belleza desconocida e inesperada que lo apresó para siempre, sin remedio.
De allí marcharon poco después los cómicos rumbo a otros destinos sin conocer la huella que tras ellos dejaban: una criatura rendida, enamorada, cautiva de la más bella profesión que jamás existió en el mundo. Aunque, tal vez... tal vez algo sí que adivinaran después de todo. Imposible debió ser no advertir aquella mirada atónita, hipnotizada, que desde la primera fila, deshecha en llanto, gritaba al mundo su emoción.
Tantos años desde entonces ya pasaron, tantas candilejas, emociones, bambalinas y escenarios..., tantos personajes noche a noche en mi piel cobraron vida e intacta sigue todavía mi pasión, mi admiración y el destello deslumbrante en mi recuerdo, agradecido, de aquel día.
Imagen: Fotograma de la película "Pájaros de papel".
Este relato aparece publicado en el nº 43 de la revista "Valencia Escribe" (junio 2018), obtuvo el tercer premio en el concurso promovido por la comunidad "Relatos Compulsivos" en mayo de 2018 y aparece asimismo publicado en la Antología "66 Relatos Compulsivos" (diciembre 2018).