viernes, 30 de diciembre de 2016

La chica de los girasoles


Hoy me acordé de ti. No sé por qué. Tal vez porque es verano, hace calor y es época de girasoles. Durante mucho tiempo te vi bajar del tren, tarde tras tarde, a esa hora en que  la mayoría de la gente regresa a casa tras el largo día laboral. Seria, sola, fatigada, con aspecto de llevar sobre tus hombros cansados el peso de un mundo a punto siempre de desmoronarse. Una mujer joven todavía, ojos oscuros y profundos y un raro halo de misterio en la mirada. Acostumbrada a esconder sus sentimientos. Quizá endurecida pero valerosa y fuerte. Eso me parecías. Aunque lo que al fin me cautivó y, sin que jamás hubieras podido llegar a imaginarlo, me hacía buscarte cada tarde en el andén y me conmovía de un modo extraño era la sonrisa fugaz que por un instante iluminaba tu rostro cuando, antes de perderte de nuevo entre la multitud, te detenías un momento frente al pequeño puesto de flores de la estación, rebuscabas en tu bolso unas monedas y elegías con cuidado un girasol. Dorado, cálido, luminoso. Nunca ninguna otra flor. Siempre un girasol. Ardiente y bello. Luego, un día, dejé de verte. Te llamabas Cristina. Lo supe tiempo después, al descubrir de improviso tu fotografía bajo un texto breve y sin alma que, en la crónica de sucesos de un periódico local, hablaba de dos pequeños huérfanos, un marido arrepentido a destiempo y alguna estadística dolorosa y fría. Lloré entonces mi rabia y tu impotencia. Lloré el horror, la desesperanza, el desconsuelo... y grabada en mi recuerdo quedaste para siempre como la chica de los girasoles. La chica de la mirada herida a quien la belleza imprevista de una flor embrujada por el sol, regalaba cada tarde una esperanza y robaba una sonrisa.






Este relato aparece publicado en el libro "Stop Violencia de Género" publicado por "Editorial Pasos". Diciembre 2016.
          Primer premio "Relatos Compulsivos". Julio 2019.



sábado, 3 de diciembre de 2016

Nuevos tiempos

Me acuerdo de mil y una  noches repletas de estrellas, del brillo de la luna llena,  de aquellos mágicos amaneceres cubiertos de rocío...
Me acuerdo del olor a jazmín, del tañido melodioso de las campanas meciendo dulcemente el despertar de la ciudad. Una ciudad ya para siempre convertida en nostalgia...
Me acuerdo de las risas; de los sueños; de la alegría y la esperanza.
Me acuerdo de la inocencia y la ternura.
Me acuerdo de ti.
 Y olvido. Sí, también algunas veces olvido...
 Olvido con infinito esfuerzo que un día el tiempo se volvió contra mí.
Olvido la oscuridad y el cansancio; el frío y la tristeza.
Olvido la devastación; el miedo; los llantos; la rabia y el dolor.
Olvido el silencio eterno de las fotografías; este desamparo; la expresión rota de tu rostro cuando lo impensable sucedió...
Olvido que mi corazón junto al tuyo se detuvo y que hay heridas que no cicatrizan jamás.
  Y entonces, al fin, sólo en ese instante dulce y cálido donde la desmemoria triunfa, un recuerdo antiguo espejea en mi mirada y un destello de felicidad salpica mi alma...
  Recuerdos de la vida que fue. Recuerdos de una vida ligera y suave. De mi vida antes de la huída y el horror. Recuerdos de Alepo.


Microrrelato para los Viernes Creativos de elbicnaranja.wordpress.com.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Una historia de amor



Laura se ha ido. Sin ruido. Tranquila y en silencio. Arropada por la luz cálida de una mañana de principios de septiembre con tintes de otoño. Casi de improviso. Vencida tan rápido por la enfermedad que a cada instante me descubro todavía con una súplica en los labios, cruzados los dedos a la espalda, rezando por despertar de esta pesadilla cruel y verla de nuevo sonreír, arreglar con mimo las rosas del jardín, pasear por el parque de los tilos −como tantas veces− al atardecer de un día  de verano, releer ensimismada tras los cristales de cualquier café las historias de Jane Austen o las hermanas Brontë, siempre sus favoritas, romántica impenitente como fue.

Duele el recuerdo, duele la nostalgia y tanta soledad. Y duele, como jamás hubiera podido imaginar, más allá de la rabia o el desgarro, la certeza implacable de que ese tiempo pasó y nunca volverá, de que este desamparo, este dolor que se anuda a mi garganta y no me deja respirar, será ya para siempre mi única realidad. Y me siento de pronto tan perdido...

Laura...

Su recuerdo me emociona y a él me aferro como un náufrago a su tabla. Intento no llorar y no lo consigo. No la dejo de soñar. Ella. Siempre ella. La niña pecosilla y pelirroja a la que en la escuela tiraba con descaro de las trenzas. La estudiante tenaz luego, brillante y aplicada, de irresistibles hoyuelos y mirada pícara −esa chispita traviesa escondida al fondo, muy al fondo, de sus ojos castaños que ¡ay! cómo me hacía enloquecer− a quien desde mi pupitre contemplaba día tras día y pensaba inalcanzable. La madre devota, consuelo de llantos infantiles y eterna presencia protectora. La esposa cómplice, regalo inmerecido de la vida. La mujer serena y valiente que siempre fue. La anciana frágil y algo solitaria de los últimos tiempos.

 Laura...

Mi refugio. Mi herida. Mi destino. ¡Tan fácil fue enamorarse!

A distancia y en silencio fui su ángel guardián y la amé con toda el alma, contra el dolor, contra la desilusión, contra el tiempo y la desesperanza.

Nunca lo supo.

Fue feliz y lo demás poco importa.

 Y sin embargo...

Es ahora, también yo herido de muerte por su ausencia, que no logro acallar el latido entre mis sienes de este reproche sordo que, a traición, no sé cuando arraigó en mi corazón e, incrédulo y desconcertado frente a su recuerdo, no dejo de pensar cómo fue posible que ella no lo adivinara  jamás.






Este relato apareció publicado en el nº 28 (diciembre 2016) de la Revista "Valencia Escribe" , en el nº 32 (octubre 2018) de la Revista "El Narratorio", en la sección "Cuentos mínimos" del periódico "Las Provincias" (marzo 2021) y obtuvo el tercer premio en el concurso promovido por la comunidad "Relatos Compulsivos" en abril de 2018.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Heridas de amor


La escena era tan perfecta que no parecía real. Un fotograma cándido y almibarado de aquellos melodramas tan de moda en los años cincuenta, tan trágicos y tan románticos, que a los dos nos cautivaban sin remedio (sí, también a mí, lo reconozco, aunque siempre renegara un poco cuando tú elegías la película e inútilmente −bien lo sé− tratara de mantener mi pose de tipo duro e insensible): la cabaña de madera, acogedora y cálida como un cuento infantil, el alegre crepitar de las llamas en la chimenea, la nieve luminosa, mágica y bella, cómplice al otro lado del cristal aislándonos lentamente del mundo, tú y yo... Sombras del pasado, pícaras y burlonas,  asaltan de improviso mis noches. Duele tu recuerdo, hace tanto tiempo ya convertido en nostalgia, duele mi soledad, duele la infinita tristeza que, desde que tú no estás, habita mi alma. Y a  veces −sólo a veces− por un momento casi creo poder de nuevo alcanzarte. Apareces entonces frente a mí, el aroma de tu perfume −eco lejano de un tiempo antiguo y más feliz− por completo me hipnotiza, extiendo hacia ti mis manos, intento rozar tu rostro, en mi memoria para siempre detenido... y, de golpe, en humo te deshaces. Sueño contigo. El mundo entonces un instante se ilumina. Insoportable desconsuelo al despertar. Sucedió que soñé que sonreías. Sucedió que en sueños fui feliz.



Microrrelato para los Viernes Creativos de elbicnaranja.wordpress.com inspirado en la fotografía de Weronika Gesicka.


sábado, 5 de noviembre de 2016

Gritos ahogados

        

Flota en el aire una cierta inquietud. La noche, cargada de oscuros presagios, se desploma triste sobre el mundo. Hace frío y tengo miedo, mucho miedo, tanto como nunca hubiera podido imaginar, mucho más. Perdida en medio de esta multitud desconocida que se agita nerviosa e inquieta, temerosa de que el amanecer ponga punto final a su triste peregrinar, me siento de pronto tan sola, tan pequeña, tan desamparada... Un dolor inmenso atraviesa mi alma y en mil pedazos diminutos la rompe. No puedo dormir, tampoco llorar. Escribo para no enloquecer. El destello triste y furioso, cómplice y desesperanzado de una estrella solitaria me acompaña y por un instante ilumina el desconsuelo de mi noche. Atrapada −siempre, una vez más− en el lado equivocado de la frontera, fantasma olvidado de cualquier guerra sin nombre, al mar inclemente que pronto ahogará mis sueños ruego en esta hora, como último consuelo, me acoja hospitalario en su fondo más oscuro y a la marea impida arrastrar mi cuerpo deshecho hacia la indiferencia del mundo.









Microrrelato para los Viernes Creativos de elbicnaranja.wordpress.com

lunes, 17 de octubre de 2016

Amor ignífugo

        Cuando se prendieron las cortinas de la cocina nadie sospechó que aquello no era un accidente aunque, pensándolo bien, puede que a la mirada de mamá ya entonces asomara la sombra de una duda. Difícil siempre engatusarla... La cocina sólo fue el principio y, sí, reconozco que el asunto se me fue ligeramente de las manos. Una tras otra ardieron todas las habitaciones de la casa y ahora estos espeluznantes matasanos me rodean curiosos y hablan de instintos suicidas y pirómanos. ¡Criaturas ignorantes!. Nada saben de amor... Si lo hubieran visto batirse por  mí contra las llamas... Tal vez yo debiera explicárselo pero, ¡ay!, me da tanta vergüenza... 

          
         Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa la Ventana de la Cadena Ser.      

lunes, 12 de septiembre de 2016

Encrucijada

    
El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca y cuando lo hizo un escalofrío recorrió su cuerpo. La memoria de un tiempo antiguo, doloroso y oscuro, un tiempo que durante toda una vida quiso olvidar, lo asaltó de golpe. Supo en ese momento que la suerte estaba echada y un cansancio infinito que tal vez fuera resignación, tal vez alivio por haber de afrontar al fin lo que siempre y tanto temió, fue lo único que sintió. Años eternos de espanto infantil, chispazos de horror revividos en un instante mientras sus manos, siempre asépticas y profesionales, luchaban ahora contra aquella pulsión irrefrenable sobre la piel del mismísimo diablo.

      
     Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa la Ventana de la Cadena Ser.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Confesión


He matado a un hombre. Otro. Uno más. Hace exactamente dos horas y diecisiete minutos. No ha sido el único, ya digo. Hubo otros antes. Muchos. Siempre con premeditación y alevosía. A sangre fría. Así actúo. Lo confieso ahora sin dolor, sin culpa ni arrepentimiento. Y no busco perdón. Tampoco acallar mi conciencia. Sólo ocurre que por alguna extraña razón que ni yo misma del todo comprendo, sentí de pronto el impulso de contar lo sucedido. Quizá busque en el fondo −sí, todo es posible− algo de comprensión. Quién sabe.
Difícil, en cualquier caso, me resulta precisar con exactitud cuántos hombres murieron o quedaron, a lo largo de los años, malheridos por mi causa. Pero sé, y absoluta es mi certeza, que este último que tal vez ahora aún se debata entre la vida y la muerte, agonizante, sin todavía dar crédito (nunca lo hacen) a lo ocurrido,  no será el último.
<<¡Mi corazón!>>, <<¡devuélveme, ten piedad, el corazón!>>, suplicaba el pobre diablo mientras yo, cumplida ya mi misión, de su lado y de mi crimen, sin volver la vista atrás, con aquella víscera sangrienta aún latente entre mis dedos, me alejaba.
Incrédulo y deshecho en llanto, manos al pecho, extraviada la mirada, pintado en el rostro espanto y desconcierto, quizá por un instante creyó −¡criatura ingenua!− podrían sus lágrimas conmoverme.  
Y sí, suena cruel, terrible y cruel, lo sé, pero es lo cierto que también esta vez, como tantas, como siempre, resultó de nuevo todo tan melodramático, tan penoso, tan patético y sobreactuado.
Diré en honor a la verdad que no fue su culpa, justo es y así lo reconozco. Nunca sospechó de mí, no hubo motivo. Nunca intuyó a lo que se enfrentaba y en modo alguno, hubiera podido aquel triste infeliz adivinarlo. Desde el primer instante, mucho antes del primer beso o la primera caricia, del primer pícaro y en absoluto casual cruce de miradas y sonrisas, como cualquier buen sicario que se precie y yo lo hago, ya era yo entonces inmune a su dolor, a todo dolor. En ningún momento él lo advirtió. Ese fue mi triunfo. Esa su condena.
Y no, no persigo compasión, tampoco piedad. No las quiero. Sólo sucede −y aquí, no en la venganza como seguro muchos pronto pensarán, se halla el móvil de mi ruindad y de mis infamias− que también yo un día, en tierra hostil, extravié mi corazón. Lo entregué a quien no debía y al instante sin remedio lo perdí. Sólo mía fue la culpa. Si lo regalé o con malas artes lo robaron, no soy quien para juzgarlo y, en cualquier caso, ya poco importa. Jamás lo encontré. Con él, de mi mundo, de mis días y mis noches, de mis horas y minutos, de cada uno y todos mis segundos, para siempre marchó la esperanza, el amor, la compasión, la belleza y la ternura... la vida.
Un hueco inmenso, un agujero oscuro e insondable es la huella que quedó en mi pecho. Nada más. Busco, con furia ciega persigo desde entonces, algún digno sucedáneo, un latido ajeno y mercenario, apenas un eco, un murmullo leve y cálido que al fin quiebre el mortal hechizo que me apresa y llene el extraño vacío que desde hace tanto habita mi alma, que sane el rastro amargo de esta antigua y dolorosa cicatriz y logre hacer palpitar entre mis venas, de nuevo, tibio y poderoso, un hálito de vida. Pero pasa el tiempo y nada hallo. Tampoco esta vez lo conseguí. No me rindo. Nunca lo hago. Sigo buscando. 


sábado, 13 de agosto de 2016

¡Oh Cielos!


     
Sentado en su trono de nubes blanditas y algodonosas Júpiter, rey de todos los dioses que en el firmamento han sido, se aburría. Es tan larga la eternidad... Aquel día el Olimpo estaba mortalmente tranquilo. Nada requería su intervención y Juno, todavía enfurruñada por su último desliz, no le hacía ningún caso. Nunca es fácil el matrimonio, ya se sabe. Las ninfas son tan bellas, la seducción tan divertida... Y en este tema ni siquiera los dioses son una excepción. Así que, aburrido como estaba y sin saber muy bien en qué entretenerse, decidió romper la rutina de las horas ensayando sus poderes con los incautos mortales pero el juego, o mejor dicho los rayos que hace tanto tiempo para él forjó Vulcano, se le fueron imprevistamente de las manos... Bueno, ¡qué se le va a hacer! −se dijo− ya se me ocurrirá a quién responsabilizar de este pequeño desaguisado... De reojo mientras tanto y con una sonrisilla malévola entre las barbas observaba como, todavía lejanas, avanzaban hacia Roma las temibles huestes del rey de los hunos.



Microrrelato e imagen para  los Viernes Creativos de elbicnaranja.wordpress.com inspirado en el cuento "Manera sencillísima de destruir una ciudad" de Julio Cortázar.

sábado, 9 de julio de 2016

Ilusionismo


    
Por fin había llegado el día. Durante semanas la prensa había anunciado a bombo y platillo el acontecimiento y en el ambiente flotaba una sensación extraña, mezcla de ilusión y nerviosismo. La sala estaba repleta. Hacía días que no quedaba un solo asiento libre y la expectación era máxima. Todos los presentes se sabían testigos afortunados de un momento único e irrepetible. Espectadores ansiosos por conocer los secretos que el mago más famoso de todos los tiempos había prometido desvelar precisamente sobre aquel escenario en la que probablemente, él mismo había dicho, sería la última función de su carrera.
      El telón se alzó al fin y el espectáculo comenzó. Los números se sucedían uno tras otro arrancando el aplauso encendido de un público entregado que levantó unánimemente las manos cuando el artista reclamó un voluntario para colaborar en su siguiente actuación. Una joven rubia y sonriente fue la elegida. Subió decidida al escenario y entre bromas y risas el mago la colocó frente a una diana diminuta preparándose para lanzar sobre ella el primero de los cinco sables que habrían de atravesarla, en medio de un silencio absoluto de respiraciones contenidas. Un instante después un grito inesperado, triste y brutal, rompió en mil pedazos la magia de la noche. Las luces se apagaron, el telón cayó de golpe y el ilusionista se volatilizó en el aire dejando tras de sí cientos de expresiones atónitas, incapaces de adivinar si lo allí sucedido fue sueño o realidad.
    

   Microrrelato para los Viernes Creativos de elbicnaranja.wordpress.com inspirado en la fotografía de Rosa Fuster Serquera.




miércoles, 29 de junio de 2016

Líneas paralelas


Como si de una plaga venenosa se tratara, el vértigo y  la culpa la paralizan implacables cada vez que enfrenta su mirada. Anhela un amor que ya  no siente. Se ahoga en la rutina de los días. Las palabras de ruptura hace tiempo que se agolpan en su mente pero, cobardes, nunca salen de sus labios. Es tarde. La niña duerme. "Ahora", piensa. Y, a punto de empezar a hablar, él se sienta junto a ella, la abraza con dulzura haciéndole recostar la cabeza sobre su hombro, enciende el televisor y susurra "el mejor momento del día..." sin notar las lágrimas que empiezan a empapar su camisa.


Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

lunes, 20 de junio de 2016

Vidas deshabitadas

Cuelgan de las cuerdas de la del quinto cuatro globos de colores arrastrados por el viento; en las del segundo unas zapatillas de ballet y un pequeño tutú de color rosa añoran el protagonismo y los aplausos que un día ya lejano acapararon; en la azotea huellas antiguas de cualquier fiesta olvidada hablan de alegría, de un tiempo pasado del que ahora nada queda. Sombras y fantasmas en lucha feroz contra el espanto y la desolación que anhelan lo imposible: el genio de Aladino, la voz de Sherezade frente a  la oscuridad... el embrujo que a las noches de Oriente devuelva al fin su magia y su poesía. 

  Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

lunes, 6 de junio de 2016

Licencia para soñar


Aquel día de verano de 1.945 mi vida cambió para siempre. El mundo despertaba convulso y herido de un sueño de pesadilla y yo era por entonces un niño de diez años a punto de descubrir el más fantástico secreto que jamás hubiera podido imaginar. Mágico y poderoso como ninguno. El mayor antídoto contra las inclemencias del tiempo y de la vida.
Aún ahora, tantos años después, recuerdo el escalofrío que recorrió mi cuerpo cuando la sala quedó a oscuras y de golpe comprendí el secreto oculto tras aquella pantalla blanca, feliz de haber encontrado al fin el lugar al que alguna vez huyeron los sueños.


Microrrelato  para el concurso "Relatos en Cadena" del programa la Ventana de la Cadena Ser.

martes, 10 de mayo de 2016

Naturaleza muerta

         
El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas del viejo sauce. La tormenta con que los inmensos nubarrones habían amenazado durante días descargaba al fin torrencial sobre el jardín que con tanto mimo su dueño cuidaba a diario. Los nenúfares del estanque agonizaban desperdigados sobre la hierba, las rosas deshojadas lloraban tristes su belleza perdida, la tierra anegada se deshacía blanda como la arcilla desvelando lentamente el secreto tantos años oculto en sus entrañas.
La sonrisa macabra de dos chuchos vagabundos con un fémur en los dientes foto de portada sería en todos los diarios a la mañana siguiente.


Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Sueños rebeldes


Es como sale mejor cualquier plan: una pizca de improvisación, un impulso incontrolable, aprovechar el momento, no pensar... Cuando al fin lo comprendí desapareció el miedo, abandoné mi eterna indecisión y marché lejos. Viajé, conocí otros lugares, olvidé monotonías. Con la distancia recuperé la ilusión y la alegría. Fui feliz. O eso quise creer a pesar de todas las noches en que mis sueños, obstinados, se empeñaron en contradecirme reviviendo en mi alma y en mi piel la humillación y los golpes que tantas lágrimas me hicieron derramar y que me obligaron un día a emprender esta huída sin retorno ni final.



Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.


jueves, 28 de abril de 2016

Punto final



Deja unos puntos suspensivos y calla a tiempo su amargura. Siente que la pierde sin remedio y mucho más allá de la tristeza sabe que debe destrozar su corazón para salvar el suyo, para salvarla de la angustia y la culpabilidad en que se consume, del aburrimiento y la rutina.  Su mirada un día le hizo especial y eso será suyo para siempre. Una estrella fugaz iluminando por un segundo la noche. La dejará ir sin mostrarle el desgarro de su corazón, el desamparo, la derrota, su infinito desconsuelo, pero junto a ella irá siempre su alma y en silencio velará por ella.



Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Indecisión



Deja unos puntos suspensivos flotando en el aire como una promesa imposible de cumplir, sonríe, la mira con dulzura y sube al tren. Tal vez... piensa, sin atreverse a pronunciar las palabras que podrían al fin cambiar su destino. De pie en el andén ella calla también y lo observa alejarse. Ambos se resisten a derramar las lágrimas que brillan en sus ojos, conscientes de que de nada sirve llorar lo que no fue y de que, diluido entre la bruma de sus miedos y silencios, se desvanece para siempre y sin remedio el tren de las oportunidades perdidas.

  
Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Vergüenza



Las palabras que ha aprendido por la noche la asaltan de improviso en el momento más inoportuno dejando en su mirada una sombra de tristeza que no puede disimular. Supo al instante que aquella cita era un error, que las promesas hechas bajo estrellas ardientes se esfuman al amanecer, que la traición, el dolor y la culpa serían inevitables...
Cierra los ojos. No debe recordar. Lentamente las palabras se desvanecen: frío, barro, llanto, rabia, frontera, esperanza, desolación. Y así, cuando llega su turno, impasible ya en su escaño, suma su voto a los que para siempre y sin remedio pronto detendrán el latido del indiferente corazón de Europa.


 Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Falsas apariencias



Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase, «lavavajillas», «espumadera» o «colesterol». No suena muy romántico, lo sé, pero ¿qué quieren?, a estas alturas del tiempo y de la vida los cuentos de hadas hace mucho que dejaron de ser lo que fueron y para ser sincero nunca comprendí esas ñoñerías que a tantos matan no sé si de amor o de aburrimiento.  Y sin embargo, reviento de ternura cada vez que ella pregunta por mi colesterol o insomne en plena madrugada necesito de repente oír su voz para sentirme atado al mundo. Así que, ya ven, puede que en el fondo mi corazón no sea tan arisco como aparenta. Juzguen ustedes...

  
Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Futuro incierto



Serán sólo cien palabras piensa mientras en la sala de profesores escribe concienzudo, ajeno a los compañeros que torpemente  intentan ocultar los preparativos de su fiesta de jubilación. Inquietud, vértigo y una soledad infinita siente de repente ante lo que pronto habrá de afrontar, a pesar de que tantas veces en su vida deseó que llegara este momento.
Convertido en uno de los profesores más respetados del centro, tan amable, tan cariñoso siempre con los niños, nadie pudo nunca imaginar el secreto que escondían sus caricias pero ahora se sabe descubierto y casi con alivio prepara su confesión. Cien palabras que destruirán su vida.


Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Papel mojado


Serán sólo cien palabras, ten paciencia, sabes que después me rendiré. Un adiós, un recuerdo, un te quiero rasgando la noche. Cien palabras de amor desesperadas en lucha feroz contra el espanto y la desolación, serenas frente a los restos de este naufragio de sueños imposibles. Palabras que al amanecer flotarán a la deriva en el mar inclemente que pronto hará zozobrar  mi barca y al que ruego como último consuelo que me acoja hospitalario en su fondo más oscuro e impida a la tormenta arrastrar mi cuerpo deshecho hacia la indiferencia del mundo. Palabras que el agua destruirá y ella no leerá jamás.





Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Decisiones



Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado sentía que el mundo se hundía bajo sus pies y un trocito de su alma se rompía para siempre. Por eso, decidió, ésta sería la última vez. Sabía que no debía hacerlo, que jamás podría enfrentar su mirada si lo descubría pero la certeza de que ella no sería capaz de soportar una nueva decepción pudo más que la cordura y casi sin pensar sustituyó el enésimo rechazo del manuscrito tantas veces enviado, por la falsa carta editorial que ahora su mujer leía incrédula una y otra vez. Tal vez se equivocó pero ya nada importaba. Salvo su sonrisa.

  
Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Una historia inacabada



Era de los pocos detectives honrados que quedaba en la ciudad, brillante en ocasiones, ingenioso siempre, escéptico en amores, herido por la traición de unos ojos verdes que lo perdieron sin remedio y dejaron en su alma una tristeza honda y oscura que ahogaba en solitarias noches de alcohol.
Sin nadie que pudiera echarlo de menos,  no comenzó a investigarse su desaparición hasta que ya  fue tarde y el suyo quedó como uno más ente los cientos de casos sin resolver que empolvaban los archivos policiales.
Unas cuartillas nunca publicadas guardarían siempre en secreto los celos del autor que, eclipsado por su personaje, provocó impasible la muerte de su mejor ficción.
                              

Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Aniversario



Subir de nuevo a la habitación, retocar su maquillaje y bajar al jardín donde su marido ya atiende sonriente a los primeros invitados de la fiesta. Repasa su plan mientras le observa desde la ventana, radiante en su papel de perfecto anfitrión y la nostalgia la asalta de repente al recordar al muchacho dulce y cariñoso que hace tanto tiempo la enamoró. Parpadea con fuerza apartando de un plumazo la sombra de un dolor real pero inoportuno, decidida a no flaquear esta vez, diciéndose que no maquillará un nuevo golpe más y que tras despedir al último invitado, esta noche sí, le abandonará para siempre.



Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.


Tiempo sin memoria




Subir de nuevo a la habitación tras un paseo por el jardín, sentarse muy juntos tomados de la mano frente a una ventana de visillos blancos por la que se filtra con dulzura el último sol de la tarde, hacerla sonreír con las historias que inventa cada día para ella luchando por llenar el vacío de recuerdos en que vive. Así pasa los días, arropado por la complicidad encandilada de cuantos imaginan su historia, consciente de que nunca fue tan feliz como con esta desconocida que el destino puso en su camino para convertirle en protagonista de un amor que, sólo él lo sabe, nunca existió.

  

Microrrelato enviado al concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Nuevos tiempos



Pero nunca sin saber bien por qué, dejarán de mirar hacia arriba, leía mamá casi en un susurro. Una caricia, un beso suave en la mejilla y mis sueños volaban veloces hacia estrellas blancas y lejanas habitadas por la magia.
Recuerdo esas noches de cuentos infantiles con una melancolía sin fin, viendo como tiemblan las estrellas y lloran tristes ante tanta felicidad perdida mientras en el desamparo de esta noche fría, atrapada en el lado equivocado de la frontera, fantasma invisible de tantas guerras sin nombre, miro yo también hacia arriba como en aquel cuento  casi olvidado y, sin saber bien por qué, susurro una oración dolorida y sin esperanza.  

  

Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Asuntos de familia


    
En qué momento de la educación de su niña habían empezado a equivocarse es el pensamiento que la asalta obsesivamente noche tras noche y del que no logra desprenderse, incapaz de entender qué hicieron mal ni de perdonar su traición. Colegios escogidos, viajes, mimos, caprichos sin fin... nada fue suficiente y sólo una llamada bastó para que su vida se rompiera en pedazos y su niña dejara de serlo para siempre.
No lejos de allí una anciana de cabello blanco y ojos cansados cuenta su historia a la joven que camina junto a ella mientras sobre la Plaza de Mayo, resistente eterna al tiempo y al olvido, arden furiosas las estrellas.




     Microrrelato finalista semanal el día 4 de enero de 2.016 en el concurso "Relatos en Cadena" del programa la Ventana de la Cadena Ser. Semana  14. 


     Imagen: Pablo Bernasconi

Un día perfecto



Van a ir a comprarse un vestido nuevo y un helado en cuanto bajen del tren. Dejarán el equipaje en la habitación de hotel más barata que puedan encontrar y dedicarán el día a vagabundear perezosamente por esa ciudad imponente con la que ambas tanto han soñado, sin otra cosa que hacer hasta el momento de reunirse, a última hora de la tarde, con el resto del grupo. Un día perfecto pensarán bajo la torre Eiffel, dirigiéndose ya hacia el concierto y  en el preciso instante en que un joven se disculpe amablemente tras tropezar con ellas, sin que nadie pueda adivinar la carga de muerte que rodea su cintura.

  
 Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

En blanco


Las besa con suma conciencia para no equivocarse frente a la multitud desconocida que de repente le rodea. ¡Felicidades! dice, tratando de controlar el vértigo que le invade y entregando los regalos que encuentra en sus manos a dos pequeñinas idénticas, impacientes por soplar las velas de una preciosa tarta de cumpleaños. Representa con acierto su papel a pesar del miedo y sonríe aliviado cuando siente que la crisis pasó y poco a poco su vida regresa. Consciente de que algo muy profundo se rompió esta vez, emerge de la bruma del olvido con el corazón en pedazos, inconsolable ante un futuro ya presente y tanta felicidad perdida.


Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Corazones rotos



Abandonan primero uno y luego el otro la habitación del hotel, conscientes de que ésta será su última noche y algo se rompe dolorosamente dentro de ellos anticipando en ese preciso instante un futuro largo de añoranza y soledad. Alzan la vista y sonríen fugazmente tratando ambos de ocultar su desgarro. Nadie debe adivinarlo. Saben que no durará pero esta noche es su secreto todavía. Ya en la calle les asalta el rugido de cientos de fans enloquecidas y cegados por los flashes de la nube de fotógrafos que desde hace horas espera paciente, suben al autobús que les conducirá a su último concierto.


Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Escapismo



Vuelven a dejarlos debajo de sus camas y apagan la luz al oír unos pasos que se acercan, temiendo que si  las encuentran despiertas sus cuentos acaben otra vez en algún baúl del viejo desván. Poco después las niñas duermen, un destello rompe la oscuridad de la noche y una voz  pronuncia su conjuro con el corazón paralizado, creyendo por un instante poder alcanzar lo que sabe que nunca será suyo. Nada sucede una vez más  y el hada más triste de todos los cuentos jamás escritos se acurruca silenciosamente entre las páginas de aquél del que no logra escapar preguntándose cómo será que alguien te quiera.



Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

Insomnes



Salen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos. Despertó sobresaltada creyendo haber oído el llanto de uno de los niños. Pero no. Es tarde y duermen tranquilos. Con una sonrisa cansada su marido le coge la mano y la acompaña de nuevo hasta la cama. La tranquiliza con dulzura hasta que se queda dormida y sólo entonces vuelve sobre sus pasos, entra de nuevo en la habitación de unos niños, sus hijos, que crecieron hace años y ya no están. Y, en ese momento, solo y desamparado en mitad de la noche, impotente ante el más cruel y caprichoso ladrón de recuerdos, se rompe silenciosamente. 


Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.

miércoles, 27 de abril de 2016

Alma de poeta




Un señor con levita que se parece a Pushkin, bajo estrellas que tiemblan de frío, recorre noche a noche la ciudad. Bolsillos repletos de poemas para turistas enamorados a los que aborda con una sonrisa incapaz de enmascarar el dolor que sus ojos traicionan. No sabe en qué momento la vida le derrotó y más allá de toda esperanza  se aferra al recuerdo de  aquella estrella fugaz que por un segundo iluminó su noche. Un segundo mágico, irrepetible, imperecedero. Un segundo de vida, de amor, de eternidad. No pudo retenerla pero junto a ella va siempre su alma y su sombra siempre le acompaña.



Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la Cadena Ser.