martes, 23 de enero de 2018

Deprimido


Ya nadie cree  en los fantasmas y así no hay manera de trabajar. Pese a todo, yo soy un profesional y lo sigo intentando. Cada noche empleo mi mejor repertorio: apariciones espectrales, rechinar de dientes, entrechocar de cadenas, espeluznantes chirridos... Pero, ya digo, no hay manera. Nadie me toma en serio. Por eso, esta mañana, en un último intento por recuperar la confianza perdida, decidí cambiar de táctica y, oculto bajo la alfombra, esperé estratégicamente el momento oportuno para materializarme lentamente de la nada. Y ¿qué dirán qué pasó?, ¿gritos?, ¿desmayos?, ¿escalofríos de terror, quizá? ¿No me dirán que no hubiera sido ésa la reacción lógica de cualquier persona en su sano juicio? Pues ya ven que no. A las pruebas me remito. En cuanto posé, tímidamente pero con toda la ilusión del mundo, mi mano sobre la alfombra no sé qué extraña idea atravesó la mente de esa horrible mujer que sin pensárselo dos veces desenfundó la aspiradora y en un santiamén acabé desmembrado en el interior de aquel artefacto del demonio. En fin, que todo me sale mal y ya no sé qué pensar. Estoy al borde del ataque de nervios y tal vez no me viniera mal algo de ayuda psicológica para superar tanto fracaso. Lo he pensado mucho, no crean, o mato al psicólogo de un susto o sana mi ego maltrecho. Ambas opciones resolverían mi problema pero ocurre que en este mundo de ultratumba nadie sabe guardar un secreto y me da tanta vergüenza...

domingo, 21 de enero de 2018

Cartas de amor - Reseña


Yo la amaba...

Ha sido "Cartas de amor", obra escrita en 1988 por el dramaturgo norteamericano A.R. Gurney, la elegida por Julia Gutiérrez Caba para, junto a Miguel Rellán y bajo la dirección de David Serrano, regresar tras casi quince años de ausencia de nuevo al teatro.
 Sobre un escenario fijo, dos inmensos actores, la voz y la palabra dando vida y emoción a la historia de un amor latente en unas cartas que del tiempo y el olvido resguardan las esperanzas, los sueños, las alegrías, las decepciones, las heridas, los fracasos... las ilusiones compartidas siempre desde la distancia y durante más de cincuenta años por dos enamorados que muy brevemente alcanzarán a materializar su amor. 

jueves, 11 de enero de 2018

Reto "Serendipia recomienda 2.018"


Por primera vez participo este año en el reto de lectura propuesto por Mónica Gutiérrez Artero (Serendipia). El reto consiste en que cada participante recomiende  tres libros no muy conocidos y previamente reseñados en su blog añadiendo una entrada como esta y enlazando las reseñas correspondientes. En una segunda fase habrá que elegir tres de los libros recomendados por el resto de participantes, leerlos y reseñarlos en el propio blog.

lunes, 8 de enero de 2018

La leyenda del payaso triste


No sé por qué sucede pero sí lo que muchos de vosotros veis en mí. Con absoluta claridad lo percibo cada noche cuando, terminada la función, oscuro y ya vacío el escenario, algo preso todavía de mi propio personaje, siento como esquivan vuestros ojos los míos si por azar un instante con ellos se cruzan, como un extraño pudor (¿tal vez compasión?) de inmediato entonces ruboriza vuestro semblante.
 Es la leyenda que consigo arrastran todos los payasos del mundo: chanzas, carcajadas, ropas de colores o estridente maquillaje que sin duda (sospechan todos) un corazón herido apenas un instante disfrazan.
Tanto y tanto esta fábula se extendió que imposible resulta ya negarla.

sábado, 6 de enero de 2018

Amarga traición


Desamparados, incrédulos, atónitos ante la situación en que se encuentran, no entienden qué motivo eclipsó su magia, porqué dejaron de ser centro de atención, de recibir alabanzas, apresar miradas, para hallarse ahora, roto el hechizo, inmersos en semejante oscuridad. ¿Qué ocurrió?, se preguntan con espanto, ¿cómo es que los abandonaron en ese inhóspito lugar?

Y están tan asustados... Amontonados unos sobre otros, tristes, sin consuelo.

«Nuestro tiempo ha pasado ─tintinea al fin una vieja campanilla con dulzura─ pero no temáis, regresarán. Siempre regresan a buscarnos».

Y con esa promesa guardada en el alma, estrellas, guirnaldas, angelotes... se acurrucan todos bien juntos en la caja, al fondo del armario, y cierran los ojos. Hoy los abandonan a su suerte pero otras manos los devolverán luego a la vida. Alguien ─alegría en los labios, ilusión en las pestañas─ los rescatará finalmente del olvido para tintar de colores y hacer brillar con ternura los días más bonitos del invierno.

lunes, 1 de enero de 2018

Cuento de Navidad


El día en el parque de atracciones había sido largo y agotador. Monótono como todos los de aquella semana maldita. Almibarado hasta la náusea. Un día más. Un día como otro cualquiera, vaya. Y, por más que me esfuerce, no soy capaz de recordar nada especial, la más nimia diferencia que hiciera presagiar lo que estaba a punto de ocurrir. 

Yo fui la única culpable, lo reconozco, pero no esperen de mí arrepentimiento. A estas alturas del cuento ya deberían saber que nunca fue ese mi punto fuerte.

En fin, creo simplemente que mi proverbial paciencia se agotó de golpe y, bueno, tal vez estuviera un poco celosa, no lo niego. Tantos pequeñines galopando felices, gira que te gira en los caballitos de la noria, tanta sonrisa manchada de algodón de azúcar, tanta navideña ingenuidad, tanta candidez, tanto osito de peluche... ¡Agh!