"Todas las penas pueden soportarse si se convierten en una historia". Isak Dinesen.
martes, 23 de enero de 2018
Deprimido
domingo, 21 de enero de 2018
Cartas de amor - Reseña
jueves, 11 de enero de 2018
Reto "Serendipia recomienda 2.018"
Y estas mis reseñas para la segunda fase del reto:
"Un susurro en la oscuridad " de Louisa May Alcott propuesto por Francisco de "Un lector indiscreto".
"Kathleen" de Christopher Mosley propuesto por "Las inquilinas de Netherfield".
"Mil soles espléndidos " de Kahled Hosseini propuesto por Laila R. Monge.
lunes, 8 de enero de 2018
La leyenda del payaso triste
Imagen: Thomas Hoepker
sábado, 6 de enero de 2018
Amarga traición
lunes, 1 de enero de 2018
Cuento de Navidad
El día en el parque de atracciones había sido largo y agotador. Monótono como todos los de aquella semana maldita. Almibarado hasta la náusea. Un día más. Un día como otro cualquiera, vaya. Y, por más que me esfuerce, no soy capaz de recordar nada especial, la más nimia diferencia que hiciera presagiar lo que estaba a punto de ocurrir.
Yo fui la única culpable, lo reconozco, pero no esperen de mí arrepentimiento. A estas alturas del cuento ya deberían saber que nunca fue ese mi punto fuerte.
En fin, creo simplemente que mi proverbial paciencia se agotó de golpe y, bueno, tal vez estuviera un poco celosa, no lo niego. Tantos pequeñines galopando felices, gira que te gira en los caballitos de la noria, tanta sonrisa manchada de algodón de azúcar, tanta navideña ingenuidad, tanta candidez, tanto osito de peluche... ¡Agh!.
Y yo, allí. Sola. Sin nadie a quien atizar algún que otro escobazo. Comprenderán mi drama. De vez en cuando, incluso las brujas necesitamos algo, una pizca al menos, de diversión y harto desagradable −¡no alcanzo a explicar cuánto!− es de por sí época tan aciaga para nosotras.
Así que, sin apenas darme cuenta, decía, casi casi a traición, de mis labios escapó aquel conjuro impronunciable. El cielo se encolerizó de golpe, nubes de plomo rasgaron de inmediato el firmamento, el viento aulló furioso y el ciclón arruinó en un segundo toda la magia y la dulzura de la tarde. Un parque triste y desolado, arrasado por completo, quedó tras él.
No fui capaz de deshacer el hechizo aunque lo intenté, créanme, porque en el fondo odio la soledad, nunca fui tan perversa como en ocasiones aparento y, en realidad, yo solo pretendía escarmentarles un poquito.
Pero tranquilos, con mi suerte y para mi desdicha, seguro que el vendaval, a la postre tan traidor, los arrastró hasta el Reino de Oz. Tal vez al País de Nunca Jamás. Y allí estarán ellos ahora. Agradeciendo mi torpeza. Felices como perdices.