Sentado en su trono de nubes blanditas y algodonosas Júpiter, rey de
todos los dioses que en el firmamento han sido, se aburría. Es tan larga la
eternidad... Aquel día el Olimpo estaba mortalmente tranquilo. Nada requería su
intervención y Juno, todavía enfurruñada por su último desliz, no le hacía
ningún caso. Nunca es fácil el matrimonio, ya se sabe. Las ninfas son tan
bellas, la seducción tan divertida... Y en este tema ni siquiera los dioses son
una excepción. Así que, aburrido como estaba y sin saber muy bien en qué
entretenerse, decidió romper la rutina de las horas ensayando sus poderes con
los incautos mortales pero el juego, o mejor dicho los rayos que hace tanto
tiempo para él forjó Vulcano, se le fueron imprevistamente de las manos... Bueno,
¡qué se le va a hacer! −se dijo− ya se me ocurrirá a quién responsabilizar de
este pequeño desaguisado... De reojo mientras tanto y con una sonrisilla
malévola entre las barbas observaba como, todavía lejanas, avanzaban hacia Roma
las temibles huestes del rey de los hunos.
Microrrelato e imagen para los Viernes
Creativos de elbicnaranja.wordpress.com inspirado en el cuento "Manera
sencillísima de destruir una ciudad" de Julio Cortázar.
muy sutil, este dios travieso...
ResponderEliminarAy! El aburrimiento es muy malo...
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