La infancia es un cuchillo clavado en la garganta
Luces
apagadas. Silencio. Comienza la función y como Nawal -magníficamente interpretada
por dos espléndidas Laia Marul y Nuria
Espert- de inmediato enmudecemos ante el horror de lo que sobre las tablas se cuenta. A través de tres historias pretende
esta obra ser una reflexión sobre el amor, la maldad y la ignorancia; sobre la
frágil frontera que separa el odio del amor, la víctima del verdugo; sobre el
perdón ("romper el hilo de la ira"); sobre cómo comprender lo
incomprensible; sobre cómo vivir con las cosas que han pasado, curar los
recuerdos y saber escuchar lo que algunos silencios cuentan; sobre pérdidas y
promesas incumplidas; sobre la belleza de lo imposible; sobre el dolor y la
esperanza... "No te cuento una historia, te cuento un dolor caído a mis
pies" dice en algún momento uno de sus personajes. Un dolor también
depositado frente a nosotros, un dolor que golpea seco y contundente a través
de un texto desgarrador y profundamente conmovedor. Un grito poético y
estremecido contra los horrores de la guerra. Tres horas de función que
incendian el alma y el corazón.
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