viernes, 30 de marzo de 2018

Crimen fantasma



Encendió un cigarrillo, aspiró suavemente su perfume y con infinito desconcierto cruel traición de unos ojos verdes comprendió que moría. Porque sí, en aquel instante, Jaime murió. Nadie lo sabe todavía y es posible que nadie lo descubra jamás. Siempre fue bueno disimulando. No se hallará el arma homicida. No habrá delito ni culpable. Quizá, ni siquiera cadáver. Y, sin embargo, está muerto. Un disparo al corazón. Certero. Inesperado. Brutal. Inmenso agujero en el pecho por el que, veloz, se le fue la vida. «Nunca te quise», dijo con despiadada indiferencia su asesina. Agónico y obstinado su corazón sigue latiendo.




Imagen: Ole Marius Jorgensen

6 comentarios:

  1. ¡Acabáramos! He aquí la explicación de los muertos vivientes. Muy bien.

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  2. Un micro inteligente e impactante, Marta. No hace falta estar muerto físiamente para haber perdido la vida... es una idea interesante muy originalmente expresada. Me ha encantado :)

    ¡Un beso!

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    1. Hay tantas maneras de morir ¿verdad?. Mil gracias, Julia. Un beso.

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  3. Muerto en vida, la muerte más cruel. Muy bueno Marta ;)

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  4. Muchas gracias, Lola. Contenta porque te haya gustado;)

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