Fue mi culpa. Lo reconozco. Quisiera poder decir que la luna llena me
embrujó, que el brillo fugaz de una estrella me cegó o que la belleza del
amanecer quizás me trastornó... No sé, cualquier cursilería que se les ocurra
pero no sería cierto. El error, como siempre, para qué negarlo, fue mío. Sé que
no existen los cuentos de hadas, por supuesto, o que al menos ya nunca serán lo
que solían pero por alguna extraña razón lo olvido siempre en el momento más
inoportuno y no puedo evitar, pese a mi catastrófico currículum sentimental,
cierta dosis de romanticismo. Así que, ya ven, aquí estoy. Sola. Otra vez.
Petrificada desde hace horas frente a la escueta despedida que, amablemente, en
algún momento de la noche, mi príncipe azul dejó junto a la cafetera, antes de
salir huyendo de mi lado, con nocturnidad y alevosía, como alma que lleva el
diablo, al parecer. "Perdóname" dice la nota, emborronada ahora por
una lágrima traidora que, sin permiso y por su cuenta, ha ido a posarse sobre
ella. En fin. Luego lloraré un poquito más. Ahora lo primero es detener la
hemorragia de este pobre corazón que lo está poniendo todo perdido. Aunque,
insisto, fue mi culpa. Lo sé mejor que nadie. Nunca debí decir aquel "te
quiero".
Este relato aparece publicado en el nº 41 (abril 2018) de la revista "Valencia Escribe".
Ainsss qué triste que tu prota haya tenido que pagar semejante precio por un "te quiero". Parece que el objeto de su amor era alérgico a ciertas efusiones sentimentles :(
ResponderEliminarMuy bueno, Marta, como siempre exquisito en el lenguaje que usas.
¡Un beso!
Ay! Muchas gracias Julia! Un beso.
EliminarElla le dijo: quiero té. Él dejó una nota junto a la cafetera y huyó. ¡La vieja división irreparable de la humanidad: té o café! (Perdón).
ResponderEliminarEl relato me ha gustado mucho.
EliminarPues a ver si era eso. Nunca se sabe... Gracias Salva.
EliminarSi te dijera que a una amiga le pasó, el chico la dejó pero sin nota. Lo malo que los presenté yo.
ResponderEliminarTu micro, bueno como todo lo que escribes. Tienes un gran don. Un gran beso, Marta.
Realidades que superan siempre la ficción... Muchísimas gracias Lola.
EliminarQué lástima, que por abrir el corazón a alguien, este alguien se aleje despavorido. ¿Miedo a ser querido o a querer? ¿Miedo al amor? ¿Miedo al compromiso? ¿Miedo a qué?
ResponderEliminarUn relato triste, aunque tristemente real. Y bueno.
Un abrazo.
Miedo a la vida seguramente. Muchas gracias Josep María.
EliminarNunca se sabe en lo que pueden acabar... Muchas gracias Julio David.
ResponderEliminarLo bueno de las películas románticas es que suelen terminar en ese te quiero. Lo malo de la vida real es que ese te quiero debe atravesar valles, montañas y... precipicios. En realidad no creo que fuera un error, la felicidad no es eterna. Pero la disfrutada no se debe olvidar. Un precioso micro, Marta. Un abrazo!
ResponderEliminarClaro. Hay que atreverse siempre... Muchas gracias, David.
EliminarMucha gente piensa que el amor es química,... y que la fuerza de los enlaces entre los átomos se va resquebrajando con el tiempo hasta desestabilizar el sistema,... quizás ese "te quiero" sea el fatal catalizador de esa reacción. Me ha encantado Marta!
ResponderEliminarSon tan frágiles y tan asustadizos esos enlaces... Muchas gracias, Norte;)
EliminarA veces los cafés con compañía son dulces. Pero cuando te abandonan como a tu protagonista se vuelven bien amargo. Me ha gustado mucho Marta. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegro mucho Mª Carmen. Muchísimas gracias.
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