Érase
una vez una manzana envenenada.
Érase
una vez una princesa solitaria.
Érase
una vez un conjuro aterrador.
La
misma pesadilla que noche tras noche torturaba sus sueños la despertó de golpe.
Se incorporó abruptamente sobre la cama, presa del pánico, desorientada y
empapada en sudor. Un torbellino de emociones sacudía su mente. Temblaba, apenas
podía respirar y una expresión extraña
hería su rostro. Algo en su interior trataba de aflorar a la superficie
y no lo lograba. Una niña perdida entre la multitud, una niña abandonada y sola
que gritaba su nombre, una niña de nadie mendigando amor.
El
estrépito urgente de una sirena rasgó con su mal presagio la madrugada,
desvaneció poco a poco el ensueño y trajo a Norma de regreso a la realidad. Aún
no amanecía. Se levantó nerviosa, dio unos pasos por la habitación y al
descubrir su reflejo en el espejo se detuvo frente a él. Contempló con horror (quizá
compasión) cómo una mujer de piel pálida, melena rubia y ahuecada e innegable aspecto
de muñeca le devolvía la mirada. «¿Quién
eres?», murmuró −hartazgo y
cansancio en la voz, detenida una lágrima en sus ojos cobalto− «¿existes?», «¿dónde
estás?».
Mentiras y personaje se deshacían aquella
noche entre sus manos. No era la mujer del espejo más que una muñeca rusa
atrapada en el interior de otra, dentro a su vez de otra y otra más. Pequeñas,
insignificantes, diminutas. Y al fin, al fondo, muy al fondo... nada. Nada
quedaba ya de ella a esa altura de una vida que hacía mucho no era suya, ni un
mínimo latido de verdad.
Perdidos
para siempre valor y juventud, temía ahora enfrentarse a un mundo que la
observaba de lejos, testigo atónito de su degradación. ¡Qué difícil era ser
hermosa y ser mujer!, se decía con autocompasión de criatura en aquellas largas
noches suyas de insomnio, una fantasía, un sueño ajeno, una apetitosa golosina
inalcanzable. No era entonces más que una mujer bella asustada de su propia
belleza, alguien incapaz de respetarse, una chiquilla temblorosa angustiada siempre
por su aspecto, experta como nadie en camuflar la desesperación. Un alma triste
de juguete.
El
corazón le latía con tanta fuerza que su cuerpo entero parecía temblar. Se
acercó a la ventana y contempló un instante, allá abajo, las luces de la ciudad:
hipnóticas, lejanas, acogedoras. Si pudiera huir, si fuera capaz... Si alguien en
el mundo se sintiera orgulloso de ella, si alguien de veras la quisiera...
En
qué momento el rumbo de su vida se torció. Por qué no pudo conformarse con ser
una chica bonita y sencilla más. De dónde procedía la amarga desazón que la
embargaba. Atrapada en su eterna confusión e incertidumbre, para ninguna
pregunta hallaba aquella noche respuesta.
La
tachaba el mundo de inestable y caprichosa. A toda hora la juzgaban. La humillaban
sin motivo. La detestaban. La envidiaban. La adoraban.
Quiso
ser perfecta. Retó en su empeño al destino y lo venció. Pagó el precio en desdén
y soledad.
Sacudió
al fin Norma su mente de recuerdos y fantasmas y regresó a la cama. Un aura de fragilidad
extrema la envolvía. Cerró los ojos. Los abrió de nuevo. Tomó aire despacio,
hondo. Lo expulsó luego en un suspiro. Si pudiera su mente dejar de pensar.
Las píldoras, ¿dónde estaban las malditas
píldoras? No debía, pero... solo una, quizá dos.
Acurrucarse,
dormir, sumirse al fin en un descanso amable, sin sueños ni conciencia.
Inmortal
como una diosa, Marilyn tejía aquella madrugada, hilo a hilo, su leyenda.
«Queredme», suplicaba su alma herida.
En
la bruma del olvido, mientras tanto, lentamente, muy despacio, Norma Jane se
desvanecía.
Relato publicado en
el blog "Tertulia de Escritores" (enero 2020) y en el nº 50 (abril 2020) de la revista "El
Narratorio".
Adiciones, depresión y ansiedad,... en una mujer terriblemente maltratada por la sociedad,... y abandonada como un juguete roto. Hermoso texto Marta!
ResponderEliminarUn juguete roto fue, sí. Muchas gracias, Norte.
Eliminar¡Cuántas muñecas rotas ha generado la fama! Un relato muy duro y auténtico. Me ha gustado porque está escrito desde el respeto y la admiración, pero también desde la compasión o al menos con cierta empatía.
ResponderEliminarUn abrazo, Marta.
Muchísimas gracias, Rebeca. Me alegra mucho que te haya gustado el tono y el relato. Un beso grande.
EliminarUn precio demasiado alto tuvo que pagar Norma Jane por convertirse en Marilyn Monroe. Cuando se toma el camino equivocado, muchas veces ya no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarUn precioso texto en memoria de alguien que, habiendo llegado tan alto, cayó hasta el fondo de un pozo sin salida.
Un abrazo.
Hola, Josep. Una vida muy triste tuvo, sí. Pagó muy cara la fama...
EliminarPrecioso relato y precioso homenaje a una mujer que gozó de la admiración y el deseo, pero de poco amor. Genial esa frase "Marilyn tejía aquella madrugada, hilo a hilo, su leyenda", una leyenda que ya será eterna (todo lo eterna que puede ser algo).
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa! Qué bien que te haya gustado! Un beso grande.
EliminarQué delicia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Margarita!
EliminarQué precioso relato, Marta. Tu protagonista es una mujer que siempre me ha suscitado admiración, curiosidad, pena, envidia. Claro que yo solo pude ver la fachada de Marilyn que el cine nos muestra, ni siquiera conocí un atisbo de la verdadera Norma Jean. Puede que aquella noche, su última noche, sea tal y como tú tan delicadamente has descrito... ¡Me ha encantado!
ResponderEliminarUn abrazo.
Una fachada muy engañosa es la que nos mostró el cine, sí y tras ella una vida muy triste. Un beso, Julia y muchísimas gracias. Me alegro un montón de que te haya gustado.
Eliminar¡Hola, Marta! Recuerdo este relato en el blog de Lola. Nos acercas a la cara B del mito, de la joya más preciada y hermosa cuya belleza es precisamente su mayor condena. Sin duda, Norma es de esos ejemplos vitales para comprender la condición humana. Precioso relato!! Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, David. Me alegro mucho de que te haya gustado. Un beso.
EliminarHola, Marta.
ResponderEliminarHas realizado un estupendo retrato del fin de la inocencia. Del fin de Norma convertida en Marilyn. En definitiva, has realizado un retrato lleno de sensibilidad de una mujer con un corazón de niña.
Hay una película que recoge de manera perfecta qué pasó con la mujer que no pudo con su propia leyenda. Se llama Mi semana con Marilyn y con tu permiso rescato un pasaje de lo que escribí en su día a colación del filme: "Es entonces, cuando podemos apreciar la fragilidad y soledad que siente Marilyn ante el pelotón de aduladores que la acompaña. Y es ahí, cuando ella misma parece comprender que antes que una buena actriz es considerada más por su físico que por su talento. Se está rompiendo en pedazos por dentro al darse cuenta de sus propias debilidades como actriz. Pero es una mujer llena de contradicciones que a su vez no está dispuesta a renunciar al mito que ha logrado por una sensualidad explotada por ella misma. Está es la esencia de lo que aporta Mi semana con Marilyn al legado de la artista. Una mujer que fue superada por su propio personaje y de la que sacaron provecho tanto la industria del cine como los maridos que se acercaron a ella y no la supieron o no pudieron entenderla."
Enhorabuena y un fuerte abrazo.
Fragilidad, soledad, contradicciones... Así parece que fue siempre su vida, sí: mucha tristeza y mucho dolor tras la máscara. Fíjate que no he visto la peli que me dices, se me escapó en su momento pero trataré de encontrarla estos días. Un beso y muchísimas gracias.
ResponderEliminarInteresante me gustaria verlo e una pelicula
ResponderEliminar"Mi semana con Marilyn" es la película que cuenta su vida.
EliminarMe has traído a la memoria tu estupendo trabajo sobre Norma Jeane Mortenson que ya comenté en este blog amigo que mencionas.
ResponderEliminarToda una vida oculta al público y a los focos de los estudios de cine de Hollywood que la transformaron en un producto de consumo listo para seducir a aquellos "caballeros que las preferían rubias"...
Una leyenda que bajo la pátina de la fama y el lujo escondía un terrible drama: "la frágil muñeca rota en manos de políticos, importantes hombres de negocios y relaciones de alto voltaje" un peligroso cóctel que la condujo a las drogas y a la muerte.
Vuelvo a felicitarte igualmente.
Un beso, Marta.
Una vida muy triste, sí. Muchas gracias, Estrella. Me alegro mucho de que te haya gustado.
Eliminar¡Feliz cumpleaños, amiga Marta y que cumplas muchos más!
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Estrella! Ha sido un día bonito. Un beso grande.
EliminarHola, Marta. Precioso relato que no da tregua a las emociones. Muestras a la mujer de la sonrisa maravillosa que derramaba lágrimas detrás de la fama. Una hermosa ofrenda. Después de un tiempo ausente estoy encantado de volver a leer tus cosas. Un saludo muy grande!!
ResponderEliminarAriel
Hola, Ariel! Qué alegría tenerte de vuelta! Me alegro mucho de que te haya gustado este pequeño homenaje a Marilyn. Un beso grande.
Eliminar