El
creciente movimiento en el andén, las idas y venidas de los mozos, la
precipitada llegada de viajeros, le indicó la proximidad del tren. Como cada
tarde, más por costumbre que esperanza, fiel pese a los años a su antigua
promesa, ella lo esperaba paciente. Sabía que las malas lenguas murmuraban en
el pueblo sus amores, que le tenían lástima, que la creían loca... No le
importaba. Hacía mucho que había relegado al ensueño su pasión y convertido en
rutina aquella espera. Adoraba sentarse en la estación, pasar entre baúles y
pertrechos las horas, espiar a distancia risas o llantos. A nadie debía
explicaciones y a nadie las daría.
Una
voz que gritaba su nombre la sobresaltó de pronto. El tren se había detenido.
Ya descendían los primeros pasajeros. Buscó entre ellos si alguno la llamaba y
entonces... ¡No! ¡Imposible! ¡No podía ser! Aunque... ¡No! ¡No, no, no! ¡Si aquel
hombre era un anciano, por amor de Dios! Tragó la decepción que atenazaba su garganta,
se colgó al hombro su gastado bolso de piel marrón y aferrada a él, sin mirar
atrás, echó a correr.
A
la velocidad del rayo, extinguía su carrera el eco de un lamento: «¡Penélopeeee!»
http://estanochetecuento.com/tarde-marta-navarro/
Es que el tiempo para para todos, inevitablemente.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu historia, Marta, creo que encierra una reflexión importante sobre el hecho de que las cosas o personas que idealizamos, justo porque lo hacemos, permanecen siempre perfectas en nuestra mente. Tendríamos que ser algo más realistas o atenernos a las consecuencias.
Por cierto, muy bueno el nombre de tu protagonista ;)
¡Un beso!
Hola,Julia. Así es: idealizar en exceso el pasado puede resultar demoledor. Me alegro mucho de que te haya gustado. Un beso.
EliminarEl tiempo se le detuvo a Penélope sin percatarse que a ella los años también le habían pasado factura. Un desenlace triste, no solo por el desencanto sufrido por quien había estado esperando lo inesperado, sino por aquel que finalmente llegó y se vio duramente desdeñado. Tanto soñar y la cruda realidad la desengañó haciéndola volver en sí.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
La realidad la hace volver en sí y reaccionar (jeje). Muchas gracias, Josep. Me alegro mucho de que te haya gustado ;)
EliminarNo se dio cuenta que el tiempo también pasó para ella, has creado una imagen muy romántica y poética, y con ese punto final arrancas una sonrisa al lector.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Marta.
Besos.
Hola, Irene. Mil gracias! Sí que buscaba un poco de ironía con ese final. Me alegra que lo hayas visto. Un beso.
EliminarBreve e intenso Marta. El desengaño, el tiempo que ya pasó y el amor/desamor tienen un punto común que unificas de manera encantadora. No para Penélope, claro ;-)
ResponderEliminarUn abrazo.
Una Penélope que despierta de pronto... Muchas gracias, Miguel! Qué bien que te haya gustado! ;)
EliminarPenélope con su bolso de piel marrón. ¡Qué bonitos recuerdos me trae! ¡Qué bien que nos cuentas el final de la historia con ese dejo de humor!
ResponderEliminarUn poquito de ironía, sí, en ese final ;)
EliminarMuchas gracias, Ariel.
Desde el principio me vino a la mente Penélope "con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón y su vestido de domingo". Precioso homenaje a una maravillosa canción.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Rosa. Me alegro de que te haya gustado :)
EliminarMuy bueno, Marta, si es que ya lo decía Borges: "La vida siempre acaba devorando el recuerdo"...
ResponderEliminarY qué gran frase, esa de Borges... Muchísimas gracias, Manoli. Me alegro un montón de que te haya gustado ;)
EliminarY es que nuestro corazón nos juega malas pasadas,...y mientras tanto, el tiempo transcurre. Corto e intenso Marta.
ResponderEliminarEl tiempo siempre implacable... Muchas gracias, Norte.
EliminarAusencias de Ítaca.
ResponderEliminarY un regreso desengañado... Gracias, Juan A.
EliminarExcelente micro Marta. Tiene una tensión creciente que al final se devela por completo. Y allí está latente el "tempus fugit" de Horacio. El tiempo huye, el tiempo vuela, el tiempo pasa y nos cuesta mucho darnos cuenta.
ResponderEliminarAy, el tiempo... Muchísimas gracias, Néstor. Me alegro mucho de que te haya gustado.
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