El hombre es arrojado al mundo, haciéndose cargo de una existencia que le ha sido impuesta...
La
cantante calva, estos días en el Teatro Olympia de Valencia en la versión de
Natalia Menéndez y bajo la dirección de Luis Luque, es la obra más
representativa del teatro del absurdo de Eugène Ionesco.
Desde
la sátira y el surrealismo, entre la risa, el pesimismo y la amargura, tratando
de disfrazar de comedia lo que es en realidad un drama muy profundo, aborda
esta obra temas tan hondos como la soledad, la incomunicación, el desencanto y
lo absurdo y caótico del mundo en que vivimos.
Repleta
de situaciones ilógicas, diálogos sin sentido, incongruentes, delirantes,
disparatados y muy desconcertantes por momentos, coloca
en un mismo plano hechos reales y sucesos que quizá nunca existieron:
imaginaciones, deseos, fantasías... Nos enfrenta al vacío y la desventura
de unos personajes atrapados sin ellos saberlo en un callejón sin salida del
que resulta imposible escapar, que niegan la realidad y viven aturdidos por una
ignorancia aparentemente feliz. Personajes cuyo comportamiento esconde una
crítica feroz a la familia y sociedad burguesas de la época (segunda mitad del
siglo XX) que no ha perdido en absoluto vigencia en este nuevo tiempo de
comunicación virtual que ahora vivimos.
Extraña,
ágil y divertida, inevitablemente deja sin respuesta la pregunta de fondo que
subyace en toda la función acerca del sentido (o sinsentido) de la existencia.
Destacar
finalmente las magníficas interpretaciones de Adriana Ozores y Joaquín Climent.
Dos grandes.
Vi representar esta obra hace muchos años por un grupo de teatro de aficionados y me gustó mucho. Tal y como dices es una comedia en apariencia, pero hay mucho más detrás.
ResponderEliminarAdriana Ozores me encanta, no me importaría ver esta versión interpretada por ella :))
Gracias por tu estupenda reseña, Marta. Deberíamos ver mucho más teatro.
¡Un beso!
Si tienes oportunidad vale la pena. Muchas gracias, Julia.
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