Melancólico
y sereno, suave, tenue, casi de puntillas, regresa septiembre. Una advertencia
de otoño Melancólico
y sereno, suave, tenue, casi de puntillas, regresa septiembre. Una advertencia
de otoño hay en su luz, en el dorado matiz de sus colores, que sin remedio el
verano resquebraja. Acortan los días, refrescan las noches. Lentas y
silenciosas comienzan las hojas a caer, desnudos quedan poco a poco los árboles,
cubiertas de efímera hojarasca las aceras y los parques. Perdida en el recuerdo,
cual veraniega postal, la ardiente furia del sol, las tardes junto al mar, los
castillos de arena, el sabor a sal...
Un
ejército de nubes cenicientas, de improviso hará tronar la tempestad.
Repiqueteará la lluvia en ventanas y balcones, charcos de cristal, transparentes
como espejos, en las calles y un suave olor a tierra mojada en alas de un
viento, tal vez cálido, tal vez destemplado y pertinaz, la ciudad suavemente
envolverá.
Y en ese instante, como siempre... una sonrisa
alegre y luminosa que de nuestros labios escapa, una misteriosa sinfonía que a
nuestro oído el viento susurra y a cuyo son todos juntos, bellamente engalanados, danzamos, rendidos
a la magia del nuevo otoño que, tímido, se anuncia.
Otoño.
Eternas leyendas de tristezas y nostalgias su nombre arrastra. Del año siempre para
nosotros la estación más bella. ¿Acaso lo dudabais? En nuestro destino escrito
estaba. Al fin y al cabo −borrascoso corazón de la lluvia enamorado− impermeables,
humildes, protectores... paraguas solitarios frente a la más cruel tormenta, nosotros
somos.
Relato
para los Viernes Creativos de https://elbicnaranja.wordpress.com/ inspirado
en la imagen de Kristina Makeeva.
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