Se
asomó sola por la escotilla para ver amanecer. Dos lágrimas heladas brillaron
en sus ojos, conmovida como nunca estuvo por tan absoluta belleza. Lejanas y
tristes ardían en el firmamento las estrellas, día y noche confundidos en aquel
silencio abismal. Rompía el sol ya la oscuridad de la tierra cuando la joven
astronauta se rindió. Extraviada en aquel vacío hondo y oscuro, imposible su
regreso, decidió concluir al fin semejante agonía de añoranza y soledad. La escotilla
cedió con suavidad. Salió. Flotaba... De pronto, algo la retuvo. Un llanto. Una
súplica. Una oración. ¡Resiste, amor...! Ineficaz conjuro. Inmensidad. Paz.
Abismo. Luz.... Suave, muy despacio, se apagó su corazón.
Microrrelato
para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la
Cadena Ser.
has captado la magia de la vida con la belleza infinita. gracias
ResponderEliminarGracias a ti. Me alegro muchísimo de que te haya gustado.
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