Con los humanos como atracción estelar, el gran circo intergaláctico anunciaba la función. «¡Pasen y vean! ─tronaba una voz en el espacio─ ¡El mayor espectáculo del Cosmos! ¡Pasen y vean!». Responsable de la gran hecatombe que generó la nueva era, la raza humana era una leyenda que se perdía en el principio de los tiempos. Seres de todos los rincones del Universo llenaban el anfiteatro con enorme expectación. ¿Algún grupo habría sobrevivido a la extinción?, ¿era eso posible?. «¡Pasen y vean! ─repetía la voz su exhortación─ ¡¿Mito?! ¡¿Realidad?! ¡Pasen y vean!». Atado a los barrotes de su jaula, un hombre temblaba mientras tanto de miedo y desconsuelo.
Si te digo la verdad me parece un destino cruel, pero justo para una humanidad que hace de su terquedad su principal característica. Quizás ya seamos un entretenimiento para otras criaturas espaciales y se lo pasen en grande con nuestro desenvolvimiento je, je.
ResponderEliminarBuen finde, Marta!
Quién sabe, ¿verdad? Desde luego nos lo estamos ganando a pulso. Un beso, Miguel y buen finde para ti también.
EliminarHola, Marta.
ResponderEliminarQué duro a la par que asemejo. Nuestro comportamiento a lo largo de la historia reflejado en este caso por otras razas superiores, es tristísimo y con una crítica tan fuerte como tus letras.
Un beso, y feliz fin de semana.
Un beso, Irene. Muchísimas gracias.
EliminarLo que me encantaría saber es quiénes son los seres que van a ver la atracción de un humano superviviente. ¿Son más humildes con la naturaleza? ¿Menos ambiciosos y explotadores? ¿Más sensatos y sensibles con las otras criaturas con las que comparten la vida? Mucho me temo que si son inteligentes, serán iguales a nosotros y es que a veces pienso que la inteligencia está sobrevalorada.
ResponderEliminarMagnífico relato, Marta.
Un beso.
Quién sabe, ¿verdad? Igual es mejor aquello de malo conocido... Un beso, Rosa, y muchísimas gracias. Me alegra que te haya gustado.
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