─¡Condenados
inútiles! ─maldecía el emperador a sus generales─ ¿Cómo habéis sido tan
incompetentes? ¡Por todos los dioses! ¿Cómo habéis permitido semejante
desatino?
─....
─¿Cómo?
¡Responded, maldita sea!
─....
─ ¡Tanta vigilancia, tanta guardia recorriendo mis dominios, tanto presupuesto defensivo! ¿Para qué? ¡Decidme! ¿Para qué?
El
invasor se hallaba a las puertas de palacio y los gritos del rey tronaban de
una punta a otra del castillo. Abandonó al fin el salón de audiencias con un
portazo, se envolvió en su manto de perlas y corales y, mascullando todavía improperios
contra su escolta, decidió comprobar por sí mismo la gravedad de lo ocurrido. Hacía
tanto que no subía a la superficie... Ascendió con rapidez, notó en su rostro
el calor del sol, la caricia del viento, miró a su alrededor y... lo que
descubrió lo dejó atónito. Las aguas, antes cristalinas, aparecían ahora
teñidas de oscuro. Plásticos, latas, botellas... una infinidad de deshechos
flotaba a la deriva. Las olas no lograban ocultar sus cicatrices y todo era
muerte y desolación.
La
ira devino en desaliento y una lágrima empapó entonces la barba de Neptuno.
Aquello era mucho peor de lo que había imaginado. La imprudencia de los
mortales mataba su reino y quizá fuera tarde para evitar el desastre. Pero él
era el dueño y señor de los mares y no iba a rendirse sin luchar. De ningún
modo ─se dijo, con la convicción propia de su estirpe─, defraudaría la lealtad
de sus súbditos.
Regresó
a las profundidades abisales con los mimbres de un plan de ataque pergeñándose en
su mente. Convocó de inmediato a las más feroces criaturas marinas, conjuró mareas
y tornados con un gesto de tridente, desató la furia de negras tempestades....
La
batalla comenzaba
Ajenos a lo que ocurría en las simas del océano, los humanos mantenían su inagotable espiral de destrucción. Su mundo agonizaba. Vivían entre ruinas, lo sabían y apartaban la mirada. Egoístas, bobos e insensatos como eran.
Hola, Marta.
ResponderEliminarNo me extraña que no le contesten, el que primero que hable cae, :)
El ser humano siempre destruyendo, no aprendemos. Es muy bonito y visual.
Enhorabuena.
Un beso.
Un beso, Irene. Muchas gracias.
EliminarHola Marta, te quedó genial. Muchas gracias, de nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Gracias a ti, Merche. Una idea preciosa.
EliminarQué bueno y con cuánto fondo!
ResponderEliminarEl ser humano es bastante bobo pensando solo en su propia generación sin importarle el daño al medio natural que pienso es ya irreparable. Pienso que la única posibilidad para el planeta es la propia extinción de nuestra especie.
Abrazos, Marta.
Bobos, bobísimos, somos pero, en fin, esperemos estar a tiempo todavía. Un beso, Miguel, y muchas gracias.
EliminarHola Marta, lo leí está mañana en la revista, así somos los humanos de destructivos. Un placer compartir páginas contigo. Abrazos
ResponderEliminarIgualmente, Nuria. Un beso.
EliminarYa era hora de que recibiéramos nuestro merecido. Espero de Neptuno que haga un trabajo propio de un dios; y que con uno baste.
ResponderEliminarPues sí, nos lo estamos ganando a pulso, la verdad.
EliminarEl mar y su dios Neptuno tienen que estar contentos con el trato que los humanos le damos a sus antes limpias aguas. Imagino que están preparando una respuesta digna de la ofensa. Lo que está claro es que no se van a dejar vencer por una débil criatura. Terminarán con nosotros o con nuestro poder destructor y se recuperarán de nuevo. Un relato muy bueno y muy pegado a la realidad.
ResponderEliminarUn beso.
Muchísimas gracias, Rosa. Ojalá nos inunde la sensatez y reaccionemos a tiempo...
EliminarAy, Marta, me temo que ya no hay tiempo.
EliminarBueno, es el ser humano es un lobo para el hombre. Un buen texto.
ResponderEliminarUn abrazo
Un beso, Albada. Muchas gracias.
Eliminar¡Hola, Marta! La cosa poco arreglo tiene, si los que pueden no quieren y los que quieren no pueden... Pero bueno, a los políticos y élites económicas siempre se les llena la boca de ecologismo para quedar bien. Estupendo relato. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David. Pues sí, la cosa no pinta nada bien pero, en fin, hay que mantener un poquito de esperanza...
EliminarHola, Marta. Me ha encantado tu relato y cuánta verdad hay en él... El día que el planeta nos devuelva el golpe nos vamos a enterar.
ResponderEliminarUn beso.
Nos estamos ganando a pulso ese golpe, ¿verdad? En fin... Contenta porque te haya gustado el relato, MJ. Un beso grande.
EliminarAsí está todo, desde el Olimpo hasta las simas abisales, Marta.
ResponderEliminarHemos quitado y sustituido a los dioses, pero nos comportamos como seres indignos e incapaces de pensar y ver más allá de nuestras narices.
Un fuerte abrazo :-)
Sí, ¿verdad? Y no será porque no empecemos a notar ya las consecuencias... Muchas gracias, Miguel Ángel, por pasar y comentar.
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