Los sueños son las únicas cosas verdaderas, lo demás no son más que figuraciones
Publicada en 1922, El señor de la casa de Coombe es junto con Robin (secuela de esta) la última novela de Frances Hodgson Burnett (1849-1924), autora recordada especialmente por clásicos juveniles como El pequeño Lord, La princesita o El jardín secreto, cuya obra sin embargo es mucho más extensa (fue una autora tremendamente prolífica), aunque en la actualidad también muy desconocida.
El señor de la casa de Coombe nos adentra en el Londres de finales del siglo XIX y principios del XX, justo antes del comienzo de la I Guerra Mundial, para mostrar a través de la historia de Robin una sociedad en proceso de cambio a punto de experimentar una transformación absoluta de paradigma.
Robin,
hija de un matrimonio de la alta sociedad cuyo padre muere siendo ella un bebé y
a quien la madre ─mujer bellísima y tremendamente superficial que tras enviudar
se acoge a la protección del marqués de Coombe con el consiguiente escándalo
social─ ignora por completo, es una niña al comienzo de esta historia que jamás
ha recibido una muestra de cariño. Dejada al cuidado de una niñera cruel,
abandonada en las habitaciones más ruinosas de la mansión donde vive la madre,
sin juguetes, sin amigos, sin más contacto con el mundo exterior que el paseo
diario por un parque cercano donde la niñera la exhibe siempre exquisitamente
vestida y pendiente de su comportamiento, la chiquilla es un ser triste y
solitario, ignorante del significado de la palabra "madre" hasta el
punto de no identificar a la suya como propia y referirse a ella como "la
señora del piso de abajo". El encuentro una tarde con un niño en el parque
revolucionará su mundo y la hará comprender lo extraño de su situación.
La
madre aparece así como una mujer egocéntrica y egoísta hasta lo impensable,
desentendida por completo de una hija que para ella no es más que una anécdota dentro
de una vida de lujo y diversiones.
La
autora carga quizá demasiado las tintas en ese sentido, algo que resulta muy
llamativo desde la perspectiva actual, si bien en la época era habitual mantener
a los hijos apartados del mundo de los padres en esas altas esferas sociales.
Así,
desde ese punto de partida, la novela se irá centrando en la vida de Robin,
pasando de los años de niñez a los de adolescencia, reflejando sus miedos,
sentimientos, aspiraciones... También su relación con el señor de Coombe, único
protector a quien ella sin embargo odia profundamente a causa de un malentendido
y que pese a dar nombre a la novela es en realidad un personaje bastante
secundario; un hombre desencantado y enigmático del que la autora se sirve para
mostrar en ciertos momentos la situación política que vive Europa.
Magnífica ambientación y descripciones (mansiones, bailes, conflictos sociales...) en una narración que en todo momento huye del sentimentalismo pese a estar impregnada de una enorme sensibilidad, que aborda la importancia de mantener viva la esperanza y reflexiona finalmente sobre ciertos anhelos humanos y la capacidad de cambio.
Gran reseña, Marta, con tu inconfundible estilo y buen gusto literario. La ambientación debe ser fabulosa como has descrito y sin duda el contexto temporal la hace aún más interesante. Me ha recordado un poco a una de las mejores pelis del año llamada 'The quiet girl' por esas relaciones inquietantes de padres e hijos.
ResponderEliminarUn beso y buena semana.
¡Ay, qué bonita "The quiet girl"! La he visto hace no mucho y me ha encantado. Esta novela tiene otro tono, claro, pero sí que comparte esa relación familiar problemática y el desconcierto infantil de la niña. También es una historia bonita. Un beso, Miguel y muchas gracias.
EliminarNo conocía a la autora, pero lo que cuentas me atrae mucho. La época es de las que más me gustan y la historia resulta muy tentadora, así como la buena ambientación que comentas. Tomo nota de ambas novelas.
ResponderEliminarUn beso.
Estupendo, Rosa. A mí me ha parecido muy interesante y muy bien desarrollada. Ya me dirás, si te animas. Un beso.
EliminarEse encuentro parece significativo donde los haya. Apetece leerlo, así que muchas gracia por compartir.
ResponderEliminarUn abrazo
Un beso, Albada. Muchas gracias a ti.
EliminarHola, Marta, qué estupenda reseña. Recreas esa ambientación de época de finales del XlX, en la alta sociedad inglesa, de maravilla. El final lo dejas en abierto. Un libro más a la lista, encantada de leerlo. 👌
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Mª Pilar. Qué bien que te haya gustado. Me alegra mucho lo que dices. Un beso.
EliminarEl señor de la casa de Coombe, parece interesante Marta, tomo nota, excelente reseña. Un abrazo
ResponderEliminarPues me alegra mucho que te haya gustado, Nuria. Mil gracias.
EliminarHola, ¡la tengo pendiente! Me ha gustado leerte porque me confirmas que debo lanzarme, no me arrepentiré... jeje. En estos momentos justamente ando con la autora, pero no descubriendo alguna obra suya sino releyendo una que me gustó mucho, El jardín secreto, que también mencionas como una de sus más famosas. Sí, lo es, y bien merecido en mi opinión, jejeje. Aunque claro está, como dices también, siendo tan prolífica como fue, también hay que dar cabida a otras de sus obras que seguro son igual de buenas.
ResponderEliminarUn saludito.
A mí esta me ha gustado más que "El jardín secreto". Es menos infantil y muestra muy bien el contexto social y ese momento de cambio que se avecinaba. Ojalá te guste, si te animas con ella.
EliminarHola Marta, de esta autora he leído La formación de una marquesa, que me gustó, y Preciosa Polly Pemberton, que no me gustó tanto. En casa tengo El jardin secreto, y no sé por qué me da que esta historia se parece un poco al jardin secreto... En cualquier caso es una novela que tendré en cuenta.
ResponderEliminarun besazo
Hola, Nitocris. No, esta historia no es parecida a "El jardín secreto". Aquella era más una aventura infantil. Esta no. El tono es más adulto y refleja mucho mejor el contexto político y social donde se mueve. "La formación de una marquesa" la tengo pendiente pero también quisiera leerla. Un beso y muchas gracias.
Eliminar¡Hola, Marta! Creo que algo muy difícil de conseguir es lograr la contención al narrar y no traspasar la línea de la sensibilidad que nos lleva al sentimentalismo. Una muestra más de cuántas escritoras publicaban a principios de siglo y lo hacían además con tan distintos tonos narrativos. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David. Pues sí, esta historia huye en todo momento del sentimentalismo y logra un tono muy acertado, la verdad. A mí me ha gustado mucho porque esconde más de lo que parece. Un beso y muchas gracias.
Eliminarque placer estar aquí leyéndote
ResponderEliminargracias
Mucha
Me alegro. Gracias.
EliminarHola, Marta.
ResponderEliminarSiempre presentas de un modo muy interesante tus reseñas. Un libro atractivo para leer.
Un fuerte abrazo :-)
Muchas gracias, Miguel Ángel. Contenta porque te haya gustado.
EliminarLa tengo en pendientes, quizás sea mi regreso a la autora, de la que solo he leído El jardín secreto. Me atrae lo que cuentas sobre este título del que ya había leído anteriormente impresiones positivas. Espero disfrutarlo cuando lo lea, a ver cuándo!!!! jejeje...
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí me ha gustado mucho. No tiene nada que ver con El jardín secreto que tiene un tono mucho más infantil. Ya me dirás si te animas.
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