El
fin del mundo se acercaba. Todos los informativos pregonaban la noticia. La
humanidad había alcanzado su mayor momento de esplendor. La inteligencia
artificial exploraba el espacio, daba respuesta a problemas insolubles y era punto
de inflexión tecnológico. Sin embargo... Muy pronto solo quedaría un negro
abismo de nada.
Un error de cálculo era la causa. Un fallo en las complejas ecuaciones de un experimento afectó al tejido mismo de la realidad. Las leyes de la Física se tornaron inestables, el desequilibrio creció sin tregua y la existencia alteró su naturaleza.
Los
primeros signos del fin aparecieron despacio. Los fenómenos naturales devinieron
caóticos: tormentas, terremotos, volcanes... Y pronto la urdimbre del planeta
comenzó a desmoronarse. Las leyes de la Ciencia no servían. La gravedad
fluctuaba, el tiempo se distorsionaba y todo era caos y anarquía. El mundo
conocido se desvanecía.
A
medida que el momento se acercaba, el ser humano tomó conciencia de su destino.
Lejos de la desesperación, se armó de valor para celebrar entonces la vida y el
amor compartido. Unidos en silencio, los hombres miraron al Cielo. Última
esperanza, eterno consuelo.
Tan inevitable será el final cuando llegue, que no quedará otra que recibirlo con los brazos abiertos e irse con una gran sonrisa.
ResponderEliminarClaro, ¿qué vamos a hacer...?
EliminarEstupendo cambio de registro que confirma tu potencial como escritora en lo que te propongas :). Parece claro que cuando la Naturaleza diga basta, solo nos quedará mirar al cielo y disfrutar de los últimos momentos de los que hemos o recibirán el don de la vida.
ResponderEliminarUn beso, Marta.
Un beso, Miguel. Muchísimas gracias. Me alegra un montón que te haya gustado. Un pelín apocalíptica me ha salido la historia pero es que nos lo estamos ganando a pulso...
EliminarRealmente no sé si estamos lejos de esa situación, pero podría ser que no. Tal vez volvamos al respto por la naturaleza ya al amor fraternal, aunque no apostaría mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
La Naturaleza está empezando a cansarse de nosotros. Ojalá reaccionemos a tiempo. Muchas gracias, Albada.
EliminarMarta, tu relato me conmueve por su certera visión y llamativa descripción de algo que puede venir en cualquier momento. Me quedo con la frase:
ResponderEliminar"Y pronto la urdimbre del planeta comenzó a desmoronarse", entre otras, todas magníficos ejemplos de esa devastación que empieza a suceder. El ritmo es implacable como impecable es tu redacción. Y el final nos ilumina de esperanza.
No se puede pedir más.
Te invito a comentar alguno de mis últimos escritos en marcosplanet.blog
Gracias de antemano y enhorabuena por el relato.
Mil gracias, Marcos. Generosísimo tu comentario. Cuánto me alegra que te haya gustado.
EliminarParece el preludio de nuestra destrucción, que con los tiempos que corren y el tema climático como no se pongan las pilas quién sabe cuándo pasará.
ResponderEliminarEstupendo relato. Un abrazo
Muchas gracias, Nuria. Ojalá nunca ocurra algo parecido. A ver si nos ponemos las pilas, efectivamente.
EliminarMuy buen relato, Marta. En unas pocas palabras pasas de lo que debería ser la desesperación total a una actitud de paz esperanzada; un final tranquilo y asumido. No veo yo a la humanidad tan serena ante su posible final, pero en relato funciona de maravilla. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso.
Un final demasiado optimista, ¿verdad? En fin, esperemos que nunca ocurra. Me alegra que te haya gustado, Rosa. Un beso.
Eliminar¡Hola, Marta! Es que la gran paradoja del ser humano es que es mucho mejor en la tragedia que en la opulencia. Nada une más que la desgracia, nada separa más que la abundancia.
ResponderEliminarEsperemos que la ciencia más osada no avance nuestro final, que llegará tarde o temprano, como mucho mientras aguante el sol, luego la nada. Lo inteligente sería aprovechar ese lapso de tiempo, pero somos como los malos estudiantes, dejándolo todo al último día.
Un abrazo!!
Eso es, muy buena definición: malos estudiantes que no hacen sus trabajos. En fin... Un beso, David, y muchas gracias.
EliminarCon tanto avance con la IA, no me extrañaría que nos extingamos a no tardar, para unas cosas será muy buena, pero luego está el lado contrario.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es una herramienta muy potente pero con un lado oscuro que asusta un poco, la verdad. Esperemos no llegar a esta situación tan catastrófica del relato. Un beso, Conchi y gracias por pasar.
EliminarEs un estupendo relato, conmovedor y quizá ¿premonitorio? La vida en la tierra tiene su fin, supongo que el universo es el lugar donde todo termina y comienza de nuevo por eso que nos dejó dicho Lavaosier: "La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma" y como después apostilló Einstein: "Todo es energía y eso es todo lo que hay".
ResponderEliminarPero tú has ido más allá, has dotado a los humanos de esta ficción de serenidad y alegría, incluso casi cargados de esperanza en el último instante. Quizá la espiritualidad escape a la IA y salve a esos humanoides imperfectos... 🤔 Me gustó leerte.
Abrazo. 🌞
Hola, Clarisa. Pues ojalá no sea premonitorio, ¿verdad? Me gusta mucho tu reflexión sobre la espiritualidad. Quizá ese sea el último reducto, efectivamente. Me alegra un montón que te haya gustado el micro. Un beso y muchas gracias.
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