domingo, 14 de abril de 2019

Hijos de David



Cada grito de dolor permanece eternamente en la mente de Dios
Anónimo en los muros de Auschwitz

Aferrado a la mano de su esposa, incapaz de mirar atrás, Gabriel luchaba por no quebrarse. Avanzaban despacio, en silencio, enfrascados ambos en idénticos pensamientos. Dos pequeños eslabones en la larga cadena de miedo y derrota que aquellos días acordonaba Toledo. A lo lejos, las campanas de Santa María daban las doce. Un escalofrío, incongruente e impropio de la mañana de verano, recorrió entonces su cuerpo. Aquel tañido grave y solemne había marcado el paso de sus horas desde que tenía memoria y ahora que, sabía, lo escuchaba por última vez quiso anclarlo con detalle y precisión a su nostalgia. Las campanas, el olor de la leña al encender el fuego por las noches, la fragancia del jazmín, los silbidos de las golondrinas en las tardes morosas del verano, la casa de su niñez y sus ancestros... Todo lo perdían y él buscaba en su alma coraje para enfrentar incertidumbre y sufrimiento, para adaptarse y sobrevivir en ese mundo extraño y feroz que les había tocado en suerte.
Ahuyentó de su mente la nube de recuerdos que lo ahogaba y se centró en el camino. Avanzar, no pensar, un paso y otro y otro más. A su lado, Sara lloraba sin ruido. Apretó fuerte su mano. No hallaban sus labios palabras de consuelo.
En qué momento comenzó a torcerse el rumbo de sus vidas, cuándo perdieron su ciudad, de dónde procedía odio tan amargo... Lo torturaba la injusticia y la maldad y para ninguna pregunta encontraba respuesta.
Habían vivido los últimos meses divididos entre el miedo y un conmovedor empeño de normalidad, sujetos a un frágil simulacro de esperanza, imaginando (deseando) que los excesos del fanatismo pronto se apaciguarían. Pero no. Imperdonable era su pecado e imposible resultaba redimirlo.
Un sentimiento de exclusión y lejanía los cercaba, una explosión de furia incontrolable que no alcanzaban a entender. Excitados por predicadores fanáticos, por absurdas leyendas en torno a profanaciones e infames rituales sanguinarios, se alzaban ahora sus vecinos contra ellos, volvían la cara los amigos a su paso, se apartaban al instante de su lado como quien se aparta de un mendigo sucio y maloliente. Ardían las hogueras por doquier e impregnado de pánico se hallaba el aire.
Y, sin embargo, pese a tan evidentes señales de alarma, atados como estaban a la sospecha y la desconfianza, aún se negaban en esos días a admitir que de veras fueran a expulsarlos, que habrían de abandonar la tierra donde nacieron, donde siempre vivieron sus antepasados, las calles de la ciudad que una vez creyeron suya y donde no recibían ahora más que injurias y signos de odio.
Una firma y un sello de lacre al pie de un decreto: "acordamos de mandar salir a todos los judíos de nuestros Reynos, que jamás tornen ni vuelvan a ellos...", los arrojaba al exilio, los exponía a la vergüenza y los obligaba a emprender un viaje sin rumbo hacia algún lugar incierto donde quizá también serían señalados y de nuevo rechazados. Los borraba para siempre del recuerdo y del paisaje de su tierra cual imaginarios fantasmas.
Desierta ya la judería, una larga procesión de rostros lívidos y sombríos atravesaba ese mediodía la muralla y cruzaba lentamente el Tajo: ancianas de aire quebradizo, madres jóvenes con niños en los brazos, hombres mareados por el calor, atónitos, encorvados e impotentes. Entre ellos, uno más, Gabriel rumiaba la magnitud de su desgracia y de su pérdida. Nunca volvería a recorrer las calles de su infancia, ni vería el perfil de sus montes al atardecer, no lo arrullaría el canto de su río ni lo ampararían los muros familiares del hogar. Lo olvidaría su ciudad: la más hermosa del mundo, la más civilizada hasta que despertó en ella la barbarie. Una rosa blanca sobre la tumba de los padres −inmenso alivio no haberles visto vivir ese día− había sido esa mañana su triste despedida.
Inmerso en aquella interminable ruta de pesadilla, absorto en sus cavilaciones, envuelta en su alma la ciudad en una niebla de lejanía y dulzura, se sentía él pequeño y solo, vulnerable y enfermo de añoranza, cuando con brusca lucidez, como si despertara de un sueño, comprendió que no podía darse por vencido, no debía, no lo estaba. Ese pensamiento inesperado le calmó el desasosiego y pintó en su rostro un amago de sonrisa. Rodeó entonces con firmeza los hombros de Sara, notó cómo de golpe recobraba el ánimo su espíritu, cómo regresaban las fuerzas a su cuerpo y, uniendo a la suya su cabeza, murmuró despacio: «volveremos, amor, volveremos». Ella agachó la mirada, apenas un segundo, asintió con un gesto leve de esperanza y guió luego su mano hacia la vida que latía en sus entrañas. «Volveremos», repitió −llanto en los ojos, desafío en la voz− implorando al Cielo clemencia y amparo para aquella estirpe suya errante y maldita como era la de los Hijos de David.
Cada vez más y más lejos continuaban con repiques de triunfo doblando las campanas en aquella mañana de verano del Año del Señor de 1492, mientras los desterrados abandonaban la ciudad. En sus alforjas una llave, una lengua y un puñado de su tierra: Sefarad.








Relato publicado en la Antología del Tintero de Oro "Tinta, papel y...¡acción!". Diciembre 2019.

64 comentarios:

  1. Mucha suerte, Marta. Es un buen pedazo de nuestra historia.

    ResponderEliminar
  2. Bien contado.
    https://imagoestinaqua.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  3. Genial Marta; el relato histórico es una disciplina maravillosa, y lo dominas de maravilla. Es curioso, pero ahora que algunos se doblan el pecho por una (extraña y estrambótica eso sí) petición de perdón por parte de un mandantario extranjero, fueron los mismos que en su día pidieron perdón a los judios por la expulsión del Reino de España.
    Felicidades por la preciosidad que has escrito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, es cierto que se pidió perdón por eso... Mil gracias, Miguel. Me alegro un montón de que te haya gustado.

      Eliminar
  4. Como ha dicho otra compañera más arriba, se trata de un pedazo de nuestra historia. Muy triste, por cierto.

    A pesar de lo descorazonadora y amarga que resulta la vivencia de los personajes, me gusta que les hayas concedido un atisbo de esperanza. Una nueva vida está en camino y eso será suficiente para que ellos intenten salir adelante y conservar, en lo posible, la ilusión.

    Como siempre muy bien escrito, Marta, con un lenguaje y unas imágenes en las que gusta detenerse y recrearse :)

    ¡Mucha suerte en el Tintero!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Julia, pues sí, las luces y las sombras de la Historia y como las grandes decisiones afectan a vidas pequeñitas y anónimas. Me alegro mucho de que te haya gustado el relato. Un beso.

      Eliminar
  5. Precioso relato sobre algo tan cruel y doloroso como es el éxodo, la diáspora, el futuro incierto, al tener que abandonar el lugar donde se ha nacido y vivido. Tantos exodos y expulsiones de sus tierras ha sufrido la humanidad en el pasado, que parece mentira que hoy sigan produciéndose en un mundo que quiere ser civilizado.
    Enhorabuena por este gran relato.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto, no estamos tan lejos como parece de aquellos tiempos. Mil gracias, Josep. Me alegro mucho de que te haya gustado.

      Eliminar
  6. Qué tristes sentimientos no albergaría aquella gente obligada a dejarlo todo... Creo que es necesario recordar estos hechos y otros parecidos. Grato ha sido leerte, Marta, un saludo.
    Teo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Teo. Me alegro mucho de que te haya gustado.

      Eliminar
  7. ... y lo más triste es que la historia vuelve a repetirse,... porqué, lamentablemente, la historia es cíclica. Me ha encantado Marta!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, se repite continuamente. Muchas gracias, Norte. Me alegro mucho de que te haya gustado.

      Eliminar
  8. Una diáspora cruel que los dejó repartidos por el mundo, viviendo entre personas que no son de su mismo origen o condición. Muy bien planteado. !Suerte en el tintero, Marta!

    ResponderEliminar
  9. Felicitaciones por tu prolijo y sentido relato. Muy sugerente la imagen de la esperanza en ese niño que todavía no ha nacido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Beba. Me alegro mucho de que te haya gustado. Un beso.

      Eliminar
  10. Qué bien que lo cuentas, Marta, es un placer disfrutar de tu léxico, de las descripciones y de ese don que tienes para sensibilizar, en este caso con un relato que remite a la expulsión de los judíos de España mediante edicto de los Reyes Católicos.
    Ariel

    ResponderEliminar
  11. Mil gracias, Ariel. Muy contenta porque te haya gustado.

    ResponderEliminar
  12. Un pedacito de historia en ese éxodo que se vieron obligados a la expulsión de las tierras donde vivían. He coincidido en un exilio pero este es de un tiempo pasado no muy lejano, para encontrar una vida mejor. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Mamen. Acabo de leer tu relato y es cierto que hemos coincidido en el tema ¡qué casualidad! Un beso y mucha suerte.

      Eliminar
  13. Hola Marta, fíjate que en estos días tengo presente (por un viaje) a los sefardíes en Venecia, los huidos de España. NOs traes un relato mimando la prosa, muy logrado en esa historia, con esos protagonistas que huyen que dejan su vida por un edicto real, valiente pieza era nuestra reina católica. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La trastienda de la Historia a veces... Muchas gracias, Emerencia. Me encanta lo que dices sobre mimar la prosa. Un beso grande.

      Eliminar
  14. Hola Marta, un magnífico relato, el destierro de los judíos. Qué terrible es el hombre y sus fanatismos, qué crueldad tan grande. Lo he leído más de una vez, narrado con una prosa muy bonita y acorde al momento. Haces que el lector perciba en toda su intensidad las emociones y el sufrimiento de los protagonistas. Tristeza enorme porque lo que relatas sigue sucediendo, nos preguntamos hasta cuándo... Un abrazo y Felicitaciones.

    ResponderEliminar
  15. Cierto, sigue sucediendo y a nadie parece importar demasiado... Muchísimas gracias, Mirta. Me alegro mucho de que te haya gustado. Un beso.

    ResponderEliminar
  16. Gracias, Marta, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!!

    ResponderEliminar
  17. Hola, Marta. Impecable texto el que nos regalas, fiel a tu reconocible y, por otra parte, magnífico estilo. Es un verdadero placer sumergirse en tus letras, siempre se sale reconfortado de ellas.
    El delicado tema que has elegido está tratado con inmensa humanidad y lo has "tocado" con ese brote de esperanza personificado en el niño que está de camino, con lo que la tristeza y melancolía que tiñen el relato menguan de manera inexorable al final.
    Te deseo mucha suerte en EL TINTERO DE ORO.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Patxi. Qué bonito y cuánta generosidad en tu comentario! Un millón de gracias! No sabes cuánto me alegro de que te haya gustado. Un beso grande.

      Eliminar
  18. Qué triste relato, Marta. Y lo que es peor, de la más desgraciada actualidad. Cuántos han tenido que abandonar sus hogares a lo largo de la Historia por culpa del fanatismo, y cuántos más tendrán que hacerlo en el futuro.
    Un abrazo y mucha suerte en el Tintero.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto, sigue pasando y ya casi ni queremos verlo... Muchas gracias, Bruno.

      Eliminar
  19. Hacía mucho tiempo que no leía un relato en un blog. También hace mucho tiempo que dejé de escribir. Y hace mucho tiempo que trató de recuperar mis relatos, los relatos que escribí en mi blog y a una rosa en un libro que no soy capaz de sacar adelante y no entiendo por qué...
    Sin embargo, tras leer este relato, mi mente se ha llenado de sentimientos; sobre todo los de los expulsados, los a quienes no tienen casa, o los de aquellos que la tuvieron y se la robaron mediante leyes torcidas e ingratas.
    Muchas gracias Marta tengo que recuperar ese tiempo perdido, pero quizás no lo haya perdido porque lo lleno con fotografías y es otro arte diferente pero también brillante. Tú lo sabes tan bien como yo
    un abrazo, Josef.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Josef. Pues no sabes cuánto te agradezco lo que dices. Me alegro mucho de que el relato te haya removido un poquito y te haya tentado a volver a escribir. Encantada de tenerte por aquí.

      Eliminar
  20. Hola Marta

    El primer capítulo de una novela que promete mucho. Bien presentados los personajes, sus sentimientos y el ambiente.

    Enhorabuena. Suerte y saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Paola. Me alegro mucho de que te haya gustado.

      Eliminar
  21. Te felicito, he quedado admirada, esa es la verdad. Para realizar relatos históricos hay que tener una muy buena base, de datos e información, sino sería contar una fábula, que no es el caso. Tu texto me parece estupendo desde todos los puntos de vista, porque emociona sin recurrir a golpes bajos... repito, muy, muy buen texto.

    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, Alma! Muchísimas gracias! Qué bonito lo que dices! Me alegro muchísimo de que te haya gustado. Un beso grande.

      Eliminar
  22. ¡Qué buen relato, Marta! Me ha encantado. Con ese estilo tuyo tan exquisito en matices que logras con un léxico rico, preciso, fluido; para degustar despacio. El tema, aunque conocido, está tan bien compactado en esas reflexiones de Gabriel que las emociones fluyen y el lector solo encuentra una vía de escape en esa esperanza final.
    ¡Felicidades, Marta! Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias María Pilar. Generosísimo tu comentario. Un beso grande.

      Eliminar
  23. Un gran relato, Marta, creo que de los mejores que te leído hasta ahora. Retratas con gran acierto y notable inspiración la terrible odisea que supone el que te expulsen de tu tierra, como una planta arrancada de raíz y arrojada a un vertedero. Entre el puñado de pasajes memorables, rescato los recuerdos que le traen a Gabriel el tañido de las campanas. Imposible decir más con menos. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo, Marta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Paco. Cuánto me alegro de que te haya gustado el relato y en especial el pasaje que señalas con el que trataba de confrontar brevemente pasado y futuro. Muchísimas gracias! Un beso grande.

      Eliminar
  24. Triste odisea la que vivieron en su día los judíos expulsados de nuestro país. Atrás dejaron huella de su paso y se llevaron también un pedazo de nuestra cultura. Un relato muy bien escrito que se adentra en la temática histórica. Te deseo mucha suerte Marta. Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Jorge. Me alegro muchísimo de que te haya gustado. Muchas gracias!

      Eliminar
  25. Un pedazo de historia contado de la manera que tú acostumbras. Una prosa elegante y fluida. Me ha gustado mucho, Marta,
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  26. Un relato muy bien argumentado, y por desgracia en algunos países aún está vigente el que sus ciudadanos tengan que marchar por la incomprensión de los otros.
    Suerte en el concurso
    Un abrazo Marta
    Puri

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto, tristemente actual aunque no lo parezca... Muchas gracias, Puri.

      Eliminar
  27. Y la historia se repite pues nunca la aprendemos.
    Y el pueblo errante que siempre ha sido expulsado de donde se instalaba, como si una maldición los persiguiese.
    ¿Pueblo elegido?¿Para exactamente qué?
    Buen relato de un momento histórico desafortunado.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Francisco. Una historia muy triste, sí, pero me alegro mucho de que te haya gustado.

      Eliminar
  28. Un relato histórico fabuloso, me has dejado sin palabras. La historia triste del abandono de la tierra, la barbarie, la sinrazón. Enhorabuena, Marta. Mucha suerte en el Tintero. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Beatriz. Pues no sabes cuánto me alegro. Muchísimas gracias!

      Eliminar
  29. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  30. Es un texto que emociona por su lenguaje tan rico que nos hace meternos en la piel de los personajes desde la primera frase. Enhorabuena y suerte en el Tintero.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Araceli. Me alegro mucho de que te haya gustado.

      Eliminar
  31. Un buen trabajo en un contexto histórico personalizado en las figuras de Sara y Gabriel. Sin duda, merece estar en el podio de nuestro Tintero. Te felicito Marta, y también te doy la enhorabuena por los relatos de “Confesiones de un marino” y “A contracorriente” de la Antología de Valencia escribe “A punta de relato”
    Un abrazo Marta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola,Isabel! No sabía que habías leído la antología, qué bien! hay muy buenos relatos en ella. Muchísimas gracias. Me alegro un montón de que te hayan gustado los míos y también este de Sara y Gabriel. Un beso grande.

      Eliminar
  32. Mi más sincera enhorabuena, amiga Marta, por tu brillante TINTERO DE BRONCE.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  33. Felicidades, Marta, por tu merecido Tintero de Bronce. Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Jorge. Muchísimas gracias y muchas felicidades para ti también. Ha sido una sorpresa genial.

      Eliminar
  34. Enhorabuena Marta por tu tintero de bronce. Ya te dije que me gustó mucho el relato. Un abrazo desde el cariño compañera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Isabel. Me ha hecho muchísima ilusión.

      Eliminar
  35. Y te sigo y sigo descubriendo, Marta. Y me sigue encantando lo que encuentro. Además de que tienes un material muy grande, su calidad es incuestionable. Este en particular, un episodio tan triste de la historia y aún logras darle una esperanza.
    Me felicito por conocerte Marta, un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias, Maty. Me alegro muchísimo de que te haya gustado. Sí que es un episodio triste que bajo otras circunstancias se sigue repitiendo... Un beso grande.

      Eliminar