Desde
que murió nada ha salido bien. Tan ilusionado como estaba con su nueva
condición, tantos trucos como había aprendido, tantos ensayos y al fin... ¡un
fiasco total! eso ha resultado. ¿Para esto tanto esfuerzo? refunfuña con
amargura, al filo del más sobrenatural ataque de nervios que podáis imaginar.
Pese a todo él es un profesional y noche tras noche −esperanzado, infatigable−
continúa intentándolo. Apariciones espectrales, rechinar de dientes, espeluznantes
chirridos... Pero ocurre que ya nadie cree en los fantasmas y así no hay modo
de trabajar. Y sabe que no es su culpa pero ¡ay! es tanta su vergüenza...
Microrrelato finalista semanal el día 20 de octubre
de 2.018 en el concurso "L'art d'escriure" del programa Wonderland de
Radio 4 RNE.
Nadie puede escapar al espíritu de su tiempo, ni los fantasmas. Acaso el mundo de la vigilancia y el espionaje pueda ofrecer una ocupación respetada a esa desdichada alma en pena.
ResponderEliminarPues sí. Tendrá que reciclarse, el pobre. Muchas gracias, Salva.
EliminarVivimos en el tiempo de lo material, lo tangible,... tiempo de horas bajas para los espectros ;)
ResponderEliminarMuy bueno!
Cierto. Pobrecillo... Muchas gracias, Norte 😉
EliminarFelicidades!! El relato es muy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias, Keren. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarMuchas felicidades Marta por el meritorio trabajo que te ha llevado a ser finalista en Radio 4, con este pequeño cuento que es pura metáfora del descreimiento de nuestra sociedad que por no creer, ya no cree ni en los pobres fantasmas. Saludos desde mi admiración.
ResponderEliminarHola, Miguel! Muchísimas gracias! Generosísimo tu comentario. Me alegro mucho de que te haya gustado este pobre fantasmilla atormentado 😉
Eliminar¡Hola Marta!
ResponderEliminarEn tiempos de cambio, difíciles, son tan complicados hasta para los fantasmas. Excelente micro, y me alegra infinito el premio. Descubrí en ti una autora de gran valía. Un abrazo literario.
Muchísimas gracias! Me alegro un montón de que te haya gustado 😘
EliminarEnhorabuena, Marta! Solo la primera frase es antológica: "Desde que murió nada ha salido bien" Es de esos comienzos que encadena irremediablemente al lector. Una simpática historia en la que ese fantasma me parece una metáfora sobre la capacidad de asombro del ser humano. De esa pérdida del mayor don del que hemos sido dotados: la curiosidad por lo desconocido. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarHola David! Es cierto, ya nada nos impresiona... Me alegro muchísimo de que te haya gustado este pobre fantasmilla torturado. Muchas gracias!
EliminarEs que la vida moderna tiene esas consecuencias. Se ha perdido el respeto por casi todo, especialmente por los pobres fantasmas. Ya solo los niños creen en ellos. Tu protagonista debería, pues, plantearse cambiar de público, jajaja.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Jeje, sí es posible que deba reciclarse un poco... Muchas gracias, Josep. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarEstoy aquí gracias a la entusiasta presentación que hizo David de tu micro en Google+.
ResponderEliminarMe encantó el texto y cómo mostraste en tan pocas frases la frustración del pobre fantasma.
Muchos saludos desde Buenos Aires.
Hola Mirella, David siempre es muy generoso conmigo pero me alegro mucho de que te haya traído hasta aquí. También de que te haya gustado el relato. Muchísimas gracias!
EliminarEncantador microrelato. Ciertamente original, cargado de una tierna ironía. Muy bueno Marta, me gustó mucho.
ResponderEliminarHola, Néstor. Me gusta lo de la "tierna ironía". Muchísimas gracias 😉
EliminarEnhorabuena Marta, :)
ResponderEliminarEl relato es muy bueno, te lo mereces.
Pobres fantasmas, qué poco valor les damos.
Un beso, y feliz fin de semana.
Un beso, Irene. Muchísimas gracias. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarOficio complicado en estos tiempos descreídos... Muchísimas gracias 😉
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