sábado, 30 de junio de 2018

Escamada




¡Qué susto! ¡Y qué vergüenza! ¡Si hubierais visto cómo corrí! En un instante comprendí lo que sucedía y a la velocidad del rayo escapé de allí. ¡Ay, Dios! ¿Qué habrán pensado de mí? Pero, ¿qué otra cosa podía hacer si ya empezaba mi cuerpo a transformarse? Pensé que no lo lograría, que descubrirían mi impostura y para siempre me enjaularían como a un absurdo y vulgar monito de feria. ¿Y qué creéis que hubiera sucedido entonces? Expuesto mi secreto a la curiosidad malsana de tanto entrometido, mi vida ya nunca habría vuelto a ser la misma. Sé que yo no hubiera podido soportarlo y por eso fue que me asusté tanto. Sí, me asusté muchísimo, lo reconozco. Y pese a todo... ¡Ay! ¡Haber tenido que huir de esa manera! ¡Quién iba a imaginarlo! Y justo, lástima, cuando mi plan rodaba ya a las mil maravillas. Aquella hechicera maldita tuvo la culpa ¡mira qué confundir el embrujo...! ¡Las doce campanadas pertenecen a otro cuento! Todo el mundo sabe que nunca −¡nunca jamás!− tuvieron nada que ver con el mar y sus sirenas.




Imagen: Benoit Courti.

10 comentarios:

  1. Jajajaja,... muy bueno Marta,... quizás reclamando en la Oficina de los consumidores.
    ;)

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  2. Me ha gustado mucho. Me he ha dado mucha pena la descripción del pobre monito de feria jaja pero el resto me ha gustado bastante.

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  3. Muchas gracias, Tali. Me alegro mucho de que te haya gustado.

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  4. Bonito. Cinco minutos más y hubiera tenido que llamar al camarero a coletazos.

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  5. Qué bonito, Marta.
    Estoy con Norte, que reclame a la oficina del consumidor, ;)
    Un beso.

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    1. Pobre! Quién se lo iba a decir, verdad? Muchas gracias,Irene 😘

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  6. A esa hechicera se le produjo un "cortohechizos" y se le cruzaron los cuentos, je, je, je... Muy simpático y trepidante micro, Marta. Un abrazo!

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    1. Jeje. Me gusta lo de "cortohechizos" 😉 Muchas gracias, David.

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