lunes, 15 de septiembre de 2025

Impaciencia

 


«Deprisa, deprisa, más deprisa...» La cola no se movía y Claudio se desesperaba. No toleraba los tiempos muertos. La espera lo superaba, no podía evitarlo. Se retorcía las manos, miraba su reloj, carraspeaba con insistencia. Su relación con el tiempo era complicada. Siempre lo había sido. Desde niño. «¿Falta mucho? ─preguntaba a su padre bien pequeño nada más subirse al coche camino del colegio─, ¿ya llegamos?, ¡deprisa, papá, más deprisa!». Lo consumía la impaciencia. Si ponía agua a hervir miraba cada dos segundos si ya burbujeaba, si pedía comida a domicilio llamaba al repartidor cinco minutos después, si hacía ejercicio en el gimnasio contemplaba su cuerpo en el espejo esperando notar nuevos músculos de inmediato. Perder tiempo era perder vida. La prisa era su motor y su condena.

Y ahora, aquella larga fila en el banco lo tenía al borde del colapso.

lunes, 8 de septiembre de 2025

Autorretrato

 


Mi tiempo se acaba. Respiro recuerdos y mi alma está rota. Apenas reconozco mi cara en el espejo. Mi piel es un mapa de surcos y sombras, la fatiga entorna mis ojos y la huella de la ausencia gravita en torno a mí. Todo lo tuve y todo lo perdí. Visité palacios, alterné con duques y princesas, derroché en caprichos mi fortuna. Conocí el amor y fui feliz, pero... La vida, implacable como suele, reclamó su precio y bien pronto vino la muerte a llevarse mi alegría. Saskia, Titus, Cornelia... conjuro a cada trazo sus nombres frente al lienzo. Su memoria araña mi garganta, trampea soledades y calma el desconsuelo. Siguen en mí. Están aquí aunque nadie lo sepa. ¡Qué desolación enterrar esposa e hijos!, ¡qué dolor tan innombrable!, ¡qué pena tan honda y tan inmensa! Todo lo que amé me fue arrancado. Solo permanece la pintura y solo ella acompaña mi tristeza. Cada pincelada es una  herida abierta, una confesión, el eco de un éxito olvidado. Y aunque nada queda de la gloria  ─Ronda de noche, Lección de anatomía... ¡qué lejano todo ya!─, sigo buscando la luz en la tiniebla. Tiembla mi mano, estoy viejo y cansado, pero... Siempre al sufrimiento lo vence la belleza.

martes, 2 de septiembre de 2025

El verano de Cervantes. Antonio Muñoz Molina ─ Reseña

 


Fue hace mucho tiempo y es ahora mismo


A medio camino entre el ensayo y la autobiografía, Antonio Muñoz Molina rinde homenaje con El verano de Cervantes al escritor más universal de la literatura en castellano. Una reflexión en torno al Quijote y Miguel de Cervantes que surge de la lectura pausada (diez años leyendo, releyendo y tomando notas, reconoce al final del texto) de una obra por la que el autor siente auténtica devoción y a la que regresa con frecuencia.

Así, con una escritura ligera y muy amena, Muñoz Molina adentra al lector en la vida de Cervantes contraponiendo sus dificultades (prisión, guerra, fracaso, pobreza...) a la magnitud de su obra, mostrando la literatura como acto de resistencia, como ancla frente al olvido o la mediocridad. Lo convierte en símbolo del poder de la imaginación y del genio literario, inalterado incluso en las circunstancias más adversas, pero mostrándolo también como hombre de carne y hueso: imperfecto, desencantado, ansioso de un reconocimiento que no llega, y reflexiona sobre la deuda que España mantiene con él: celebrado siempre superficialmente, rara vez leído en profundidad, reivindicado por autores extranjeros (Melville, Thomas Mann, George Elliot...) mucho antes que por los propios.