Guarda el bosque una leyenda de soledades y melancolías, de amores
contrariados y corazones rotos, de dolor y muerte, de llanto y desolación.
Cuentan que, entre las cristalinas aguas del lago que al borde de la ladera
brilla, incorpóreo como ellas, fugaz y transparente, un espíritu de mujer
habita. Unos ojos verdes, embrujadores, misteriosos, muy bellos y tristísimos
que, de cuando en cuando, entre esas aguas −las gentes del lugar dicen− se
divisan. Unos ojos que una traición de amor lloran sin consuelo, que,
esperanzados y pacientes, ingenuos e inocentes, al amparo de la noche y de sus
sombras, bajo aquellas mágicas aguas argentinas, siempre brillantes, contra
toda esperanza al traidor aún esperan, tal vez le amen todavía. Sólo a los llorosos
sauces, a los álamos centenarios, a los frágiles juncos y dulces nenúfares, a
la brisa suave y la espectral neblina, algunas noches claras de luna llena su
secreto revelan, junto a ellos lloran su infeliz destino y, sólo a ellos, sin palabras,
hablan de su herida.
¡Me encantó! Una bella prosa poética en este micro, de fantasía. Mi más sincera enhorabuena, Marta. ¡Te lo mereces por tu constancia!.
ResponderEliminarMuchas gracias, Lola. Me alegro muchísimo de que te haya gustado. Un beso.
EliminarUna narrativa bien bonita, parece escrita por un trovador, suena poética y ensoñadora, como las antiguas leyendas contadas al amor de la lumbre.
ResponderEliminarUn abrazo Marta y buen comienzo.
¡Oh! ¡Qué bonito tu comentario, Francisco! Mil gracias.
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