Un
ejército de hombres derrotados, de hombres sin rostro, sin sueños ni futuro,
tristes autómatas en pos de una quimera imposible, recorre mis entrañas. Siento
sobre mí su llanto, su herida, el grito atronador de su furia y su desgarro. Suplican
ayuda. No deseo traicionarles y sin embargo.... Quisiera comprender qué me ocurre,
cual fue el maléfico embrujo que, en algún momento, secuestró mi voluntad para
convertirme en esta marioneta sorda e inclemente que ahora soy. Imploro con
estas palabras un perdón que no merezco y a cada instante los pienso, torturado
por la culpabilidad y la vergüenza que serán para siempre mi condena.
Firmado: El corazón roto de la vieja Europa.
Fantástico, Marta. Me ha encantado ese símil de los sin rostro con el viejo contienente, tristemente cercano y real.
ResponderEliminarMuchas gracias Manoli. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarBuenísimo. Me iba entrando un extraño deseo de consolarte, Marta, de decirte que no hay razón para echarte encima tanta responsabilidad, hasta que he llegado al final. A ti, Corazón de la Vieja Europa no voy a consolarte, porque tú sí tienes la obligación de responder a la historia con grandeza, y no lo estás haciendo; la escritora Marta Navarro te ha pillado, lo siento.
ResponderEliminarMuchas gracias Humberto. La triste realidad... Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarHola Marta. Paso a leerte bien tempranito este lunes y me conmuevo con esa Europa tan querida, y que tanto duele verla tan como la describes, con esa metáfora que nos deja pensando cuál puede ser el camino. Un gusto leerte y visitarte en tu blog.Un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias Vivian! Cuánto me alegro de que te haya gustado! Triste Europa tan apática...
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