Entristece la belleza del mar. En su más profunda oscuridad devora el
silencio las horas y en un instante eterno, entre algas, arrecifes y corales
que nadie a contemplar alcanza, parece el tiempo haberse detenido. Llora el
océano su derrota y para tanto dolor y pérdidas calladas como en su fondo yacen
no halla consuelo. Una lúgubre sepultura, donde sólo horror, vergüenza y muerte
laten, es ahora su corazón. Refugio eterno de recuerdos, olvidos y fantasmas
que en las más feroces noches de tormenta al mundo espantan con su rabia y su
desgarro y hacia playas de arenas calmas los gritos ahogados de un naufragio de
mil sueños imposibles, implacables, arrastran. Vidas sin tiempo. Futuro
perdido. Tiempo a la deriva antes de vivir huido. Eterno fugitivo que, oculto
entre olas y lágrimas de espuma blanca, las huellas de incontables ilusiones y mil
rotas esperanzas a los pies de un mundo siempre a su tragedia indiferente
tristemente deposita: un gemido, un lamento, el ojalá melancólico y desolado de
la historia que pudo ser, de la historia que al fin nunca fue. De un delito que
no cometió todos entonces -apenas un instante conmovidos- al mar culpan. Y le
llaman asesino.
Relato para los Viernes Creativos de https://elbicnaranja.wordpress.com/
inspirado en la imagen de Cyril Rolando.
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