Lo
que usted diga, doctor Frankestein ─y seguro usted lo sabe mejor que nadie─ difícilmente habrá de ser aceptado por esta escéptica y miope comunidad de mal
llamados científicos que a ambos nos ha tocado en suerte. Tan soberbios y
engreídos todos... Sí, amigo mío, también yo he sufrido su desprecio, su gélida
incredulidad. Es por eso que hoy, con la esperanza de que a través de estas
líneas sienta la calidez de la mano que le tiendo, le ruego prosiga sus investigaciones.
No desfallezca. Mucho más propicio a nuestro genio, querido colega, habrá de
ser el futuro.
Con
admiración y respeto, le saluda:
Microrrelato
para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La Ventana de la
Cadena Ser.
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