miércoles, 5 de marzo de 2025

Cena para dos

 

Los últimos comensales abandonan el restaurante entre carcajadas y gestos cómplices. «Buenas noches», «gracias», «hasta la próxima»...,  los despide Manuel con una sonrisa cansada. Cierra la puerta con un giro de llave, baja a medias la persiana y comienza a recoger los restos esparcidos por las mesas. Un mundo de historias y sabores flota en el aire. Una nube de alegrías, ilusiones, expectativas... ¡Cuántos secretos guarda ese local!, suspira con una torre de platos bailando entre sus manos de equilibrista. Ordena con esmero copas y cubiertos, conecta el lavavajillas, apaga las luces y vuelve a la sala ahora en penumbra. Solo un pequeño rincón permanece alumbrado a la llama de dos velas. Una cubitera con champán, servicio para dos, estrépito de latidos en su corazón. Nadie ocupa nunca ese lugar. Es su refugio. Su esperanza. Allí se sienta cada madrugada con un quejido ahogado en la garganta. Pierde la mirada en el cristal de la ventana, noche tras noche la aguarda. Ella prometió que volvería, pero... ¿Por qué no regresa?