martes, 19 de julio de 2022

El rey de la selva

 

¡Ay madre! ¡Buena la hice! ¡Si es que no se puede ser tan impulsivo! Pero la puerta estaba abierta, el vigilante brillaba por su ausencia y yo... Me aburría tanto en la jaula que no lo dudé, no fui capaz de resistir la tentación. Solo iba a ser una vueltecita, ¿qué había de malo?. Un paseo rápido, curiosear un poco y de nuevo en casa a la hora de la cena. Tan contento, todo en su sitio y nadie enterado de mi pequeña travesura. Lo que no podía imaginar es que el mundo exterior me fuera a cautivar de esta manera, que fuera tan inmenso y tan divertido. Deslumbrado me tiene. Y, sí, reconozco que la excursión se me ha ido un poquito de las manos. O de las garras, debería decir mejor. Y es que lo estaba pasando tan bien que he perdido completamente la noción del tiempo y el sentido de la orientación. Cosa no tan extraña, por otro lado, si pensamos que hasta ahora mi mundo se había limitado siempre a la desangelada carpa donde actúo, a fieros domadores con pretensión de gladiadores y majorettes de sonrisa postiza y ademanes de corista. Pero ya digo que soy impulsivo y pensar, lo que se dice pensar, no pienso mucho las cosas, la verdad. En fin, que cuando me he querido dar cuenta estaba perdido, hambriento y llorando mi inconsciencia en una acera. Detalle este en particular que me avergüenza terriblemente y del que no sé si mi orgullo herido se repondrá alguna vez pero que, si vamos a ser sinceros, debo reconocer sin paliativos. Para colmo de infortunios cuando, al oír la sirena de ese camión de bomberos detenido ahora frente a mí, he logrado levantar la mirada del suelo lo que he entrevisto a través de dos gruesos lagrimones me ha espantado de tal modo que todas las mechas de mi esponjosísima melena han comenzado a temblar descontroladas. Porque tampoco es que yo sea muy intuitivo y hasta es posible que a estas alturas ya me esté volviendo ─quizás─ una pizca paranoico pero tengo la impresión de que toda esta gente que comienza a rodearme muy buenas intenciones no tiene...

Relato para Zenda #historiasdeanimales

18 comentarios:

  1. Sí que me encantó estar justo aquí en el preciso momento de tu publicación, querida Martita. Y qué relato tan divertido, me encantó el leoncito con todo ese análisis de su escapada. Y la imagen magnífica, totalmente acorde. Estupendo, me gustó mucho mucho! Muchos abrazos 🤗🤗🤗

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    1. Pobre leoncillo, ¿verdad? Muchas gracias, Maty. Me alegra que te haya gustado. Un beso.

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  2. Hola Marta, qué agradable relato para leer esta mañana. Pobre león, espero lo regresen a su casa sano y salvo aunque es improbable. Me encantó el diálogo interior que despliegas tan bien. Saludos.

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  3. Es buenísimo tu relato, con una pizca de humor que no puede esconder la tragedia de vida y probablemente muerte del protagonista. Muy bueno.
    SAludos.

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    1. Mil gracias, Manuela. ¡Cuánto me alegra que te haya gustado!

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  4. Pobre león, y seguro que esa gente no tiene buenas intenciones.. :-)

    Un abrazo

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  5. Curiosa historia, uno no se espera eso de un león pero eso hace del cuento algo más llamativo y original. Enhorabuena.

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    1. Muchas gracias, José Carlos. Muy contenta porque te haya gustado.

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  6. Original, emotivo y gracioso relato que también es un espejo deformado de algunas personalidades. Esa primera persona hace aún más tierno al Rey León 🦁🐣🤗
    Un beso, Marta.

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    1. Al final no es tan fiero el león como lo pintan, ¿verdad?. Pobrecito. Me alegra un montón que te haya gustado el cuento, Miguel. Un beso y muchísimas gracias.

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  7. Relato muy original, me ha encantado la personificación del león contándonos su 'visita' a la ciudad. Es una lástima que el final no sea el que a él le gustaría. Me ha gustado mucho, Marta y te deseo mucha suerte en el concurso. Un abrazo!

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    1. Un beso, Mayte y muchas gracias. No sabes cuánto me alegra lo que dices.

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  8. El relato es precioso, pero la foto del león es fabulosa y acompaña de maravilla la narración. Pobre animal. La que le espera.
    Un beso.

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    1. Pues sí, menuda le espera al pobre leoncillo... Muchísimas gracias, Rosa. Me alegra un montón que te haya gustado.

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