Querido
diario, hoy hemos aprendido una palabra nueva en clase de lengua. «Condescendencia». Qué rara, ¿verdad? Dice la seño que, a veces, una misma
palabra sirve para expresar dos cosas distintas y ha elegido esta como ejemplo.
Condescendencia, nos ha explicado, es el término que define la voluntad de una
persona para comprender y adaptarse a los sentimientos de otra pero también
puede significar una actitud de superioridad hacia esa otra persona, una especie de
amabilidad forzada o de humillación sutil (sutil es otra palabra que aprendimos
hace poco y me gusta tanto como suena que ya está en mi lista de favoritas).
Ella dice que, a lo mejor, es algo complicado de entender porque depende de
cómo se interpreten las cosas pero a mí no me ha costado nada, la
verdad. Me he callado para no parecer presumida pero lo he pillado a la
primera. Condescendencia es esa sensación pegajosa que flota en el aire cuando
alguien endulza la voz al hablarme o me pone gesto de pena (no lo veo pero lo
adivino enseguida; tengo mucha práctica con eso). Es también la sorpresa y la
risita nerviosa que sueltan algunos mayores cuando les digo que voy a ser
astronauta. «¡Una niña ciega astronauta!», seguro que piensan. ¡Qué tontos! No
saben lo lista que soy y cómo me gustan las matemáticas. Papá dice siempre que no hay meta inalcanzable, es muuuy pesado con esto. Y aún no sé cómo pero sé que seré astronauta. La mejor de la galaxia.
¡Hola, Marta! Desde luego que has mostrado perfectamente el significado de esa palabra. Una actitud que hoy día es más corriente y extendida aun cuando no sea conocida por mucha población. A fuerza de ser políticamente correctos o "comprometidos" socialmente caemos en muchas ocasiones en este pecado que es juzgar o tratar al otro no como una persona sin más, sino por sus circunstancias. La igualdad y equidad nos deben llevar al respeto y este solo podemos lograrlo tratando al otro como un ser humano, sin más.
ResponderEliminarSin duda estoy convencido que esta niña será astronauta, porque tiene lo único que precisa para ello: convicción. Y con ella no hay obstáculos insalvables. Magnífico, Marta!! Un abrazo
Es algo muy sutil y no suele ser con mala intención pero es algo "pegajoso", como dice la niña del cuento y muy desagradable. Me alegro muchísimo de que te haya gustado, David. Mil gracias.
EliminarBien por esa niña astronauta!
ResponderEliminarMe ha encantado Marta!
Me alegro, Norte. Muchas gracias!
EliminarQué bonito relato. Odio la condescendencia que, para mí, solo tiene el segundo significado. Con ella se encubre el racismo, el machismo, la homofobia y todo tipo de prejuicios. Parece que el condescendiente simpatiza con los otros, pero en el fondo se oculta ese "pobrecito, voy a tratarle como a un igual". Y adoro esa voluntad que hace que cualquiera quiera llegar a cualquier meta y ponga en ello toda su voluntad.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa. Sí, es cierto lo que dices, es puro prejuicio aunque no siempre derive de una mala intención. Me alegro un montón de que te haya gustado el relato. Muchísimas gracias.
EliminarHola, Marta. ¡Qué bueno! El significado diverso de una palabra y la diferenciación está en la pericia de quien la escucha que, por ser ciega, tiene mayor capacidad de discernimiento. Me ha gustado el enfoque que le has dado al relato contado por una niña, lista como ella sola que será la mejor de la galaxia en lo que se proponga.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una niña que logrará lo que se proponga, es cierto. Me alegro mucho de que te haya gustado, Isan. Muchas gracias.
EliminarMe ha encanta tu relato, Marta . Bravo por la futura astronauta, seguro que lo consigue!!!
ResponderEliminarFelicidades.
Claro que lo conseguirá (jeje). Muchísimas gracias, Marina. Me alegro un montón de que te haya gustado el cuento.
Eliminarqué bonito relato! hace unos cuantos años hubo una época en la que leía muchos libros de psicología, y hablaban de la condescendencia en sentido negativo, en plan "evita la condescendencia al comunicarte con los demás", o "cómo responder a una persona que te trata con condescendencia", y yo me quedaba perplejo pensando: pero si la condescendencia es algo bueno! es comprensión, empatía... luego ya comprendí la acepción negativa de esa palabra.
ResponderEliminarabrazos!
Sí, tiene también un sentido muy negativo que hay que tratar de evitar. Muchas gracias, Chema.
EliminarMuy buena tu aportación a la edición. Menudo nivel estoy viendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchísimas gracias! Me alegra que te guste.
EliminarPues yo no creo que llegue a ser astronauta. Es broma, por supuesto que puede ser eso y más, porque puede crear y pensar como el resto. Todos tenemos imaginación como arma a la hora de crear y soñar. La protagonista de esta historia nos da una lección que mucha gente aún tenemos que aprender. Gran historia, Marta.
ResponderEliminarY voluntad, la voluntad lo es todo. Me alegra mucho que te haya gustado el relato. Muchas gracias!
EliminarEscribes tan bien, Marta, que siempre me quedo un rato en tu ritmo, en tu precisión, en tu sabiduría y después voy al relato en sí. Esta niña promete y cumplirá con el sueño que permanezca. Ese u otro. Muy bella historia.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Ay, Juana! ¡Qué bonito lo que me dices! Un beso y muchísimas gracias.
EliminarAstronauta y todo lo que se proponga la niña de tu mini-gran historia. ¡Claro que sí!
ResponderEliminarMe ha encantado como lo has enfocado, Marta, dando el significado exacto de la palabra condescendencia, y haciendo la voz de la niña absolutamente creíble.
¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me gusta cómo escribes?, ¿no?, pues por si acaso te lo digo ahora: ES-CRI-TO-RA y punto.
¡Menudo piropo me regalas, Isabel! ¡Muchísimas gracias! No sabes cuánto me alegra que te haya gustado.
Eliminar¡Hola, Marta!
ResponderEliminarEl lenguaje es tan rico que a veces se utiliza para dañar, humillar o someter incluso a los más débiles. Tú has conseguido dar la vuelta a la tortilla y utilizar la palabra de manera sanadora.
Un fuerte abrazo y feliz 2021.
Me gusta lo que dices. Las palabras pueden hacer mucho daño pero también pueden ser sanadoras. Muchas gracias, Miguel y feliz año nuevo.
EliminarHola, Marta! Soy Beri. Precioso el microrrelato que has escrito. Me ha encantado el contraste entre la inocencia de la niña y la hipocresía de las personas que la tratan con condescendencia. Muy bella historia, felicidades. Un abrazo!
ResponderEliminarMe alegro mucho, Beri. Mil gracias!
EliminarHola, Marta. Me gusta mucho el enfoque que le has dado a esta historia. Mucha gente con alguna discapacidad se queja de recibir un trato demasiado condescendiente. Es un reclamo justo. Y creo que no pasa por lo físico, sino por lo humano e intelectual. Esa niña con su fuerza llegará lejos. A la luna? No lo sabemos. Pero su fortaleza interior seguro que la envidian muchos.
EliminarUn abrazo
A veces es solo cuestión de ignorancia y prejuicio pero ocurre... Me alegra mucho que te haya gustado el cuento, Mirna. Muchas gracias!
EliminarFuera del asronot de las mujeres, me encanta esta revisión que destaca el comportamiento y el habla degradantes. Honestamente, no me gusta el carácter de alguien a quien le gusta menospreciar a los demás.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias. Me alegra que te haya gustado.
EliminarMe ha gustado el enfoque que le has dado a tu relato. Esa condescendencia de la que hablas, y de la que pecamos, a la hora de tratar a los invidentes, invita a una reflexión. Incluso se podría añadir el paternalismo o, en el lado opuesto, infantilismo..... Un debate interesante. Te felicito
ResponderEliminarMuchas gracias, Matilde. Muy contenta porque te haya gustado.
EliminarUna de las personas que más me ha marcado e impactado fue una profesora del conservatorio. La mujer era una erudita en todos los sentidos y tenia treinta y pocos y, valga la redundancia, era ciega, pero eso no era impedimento para nada. Me has recordado a aquella profesora hecha niña, que supo aprovechar su ceguera para imponerse a los demás que al parecer tenemos los sentidos algo atrofiados de usarlos a medias.
ResponderEliminarUn relato realmente fantástico, Marta. De los que llevo el que más me ha gustado.
Un abrazo y feliz año!
Qué bonita la historia que cuentas, Pepe. Me alegra que el relato te la haya recordado y que te haya gustado. Muchísimas gracias!
EliminarQué bueno Marta, a partir de una palabra aprendida en clase, la niña la hace suya en la página de su diario, la somatiza, y le hace comprende determinados comportamientos que siente en su rededor. Gracias. Un beso grande.
ResponderEliminarGracias a ti, Emerencia. Me alegra mucho que te haya gustado. Un beso.
EliminarUn relato de lo más sutil y que nos descubre a todos como condescendientes con las personas con alguna minusvalía. Creo que es instintivo, tanto como el compadecerse. Va en los genes, tendremos que aprender a desaprender.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gratitud por compartir tan lindo relato
Muchas gracias a ti, Francisco. Cuánto me alegra que te haya gustado!
EliminarEspléndido trabajo tanto en su estructura como a la hora de dar credibilidad a la voz de esta niña tan despierta con un buen nivel de autoestima e invitándonos a reflexionar acerca de la evidente hipocresía social capaz de crear un lenguaje grandilocuente, pero vacío de contenido.
ResponderEliminarUna lectura que engancha desde el inicio hasta el final.
Un abrazo, Marta.
Mil gracias, Estrella. Me alegra muchísimo lo que dices y que te haya gustado.
Eliminar" Querer es poder " y seguro que esa niña llegará a ser lo que se proponga.
ResponderEliminarMuy bonito el micro Marta
Un abrazo
Puri
Gracias, Puri. Me alegra que te haya gustado.
EliminarQué bonito, Marta. Enternecedor, fíjate que gracias a tu precioso relato, yo también he aprendido hoy algo nuevo. Una auténtica lección de vida.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un beso.
Pues me alegra mucho lo que dices, Irene. Muchísimas gracias.
Eliminar¡Hola! me ha gustado mucho el relato, creo que explicas muy bien la palabra con una historia preciosa. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Carolina. Pues muy contenta porque te haya gustado. Muchas gracias.
EliminarHola Marta. Es curioso como una sola palabra puede expresar tanto, ¿verdad? Pero nuestra protagonista es fuerte, lista y decidida, y espero de corazón que alcance su meta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro que la alcanzará ;) Muchas gracias, Bruno.
EliminarMe maravilla la forma que tienes de narrar historias, con una delicadeza y sensibilidad poco habituales y que te caracteriza. Esta historia, en concreto, es de una gran dulzura y naturalidad. Y ciertamente, muchos son los que se dirigen a los que padecen una minusvalía con esa condescendencia que son incaoaces de reprimir, con esa lástima que sienten hacia quienes consideran en inferioridad de condiciones, sin atender a que es la mente y no la vista la que tiene prioridad a la hora de superarse y de sobresalir entre el resto de mortales.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
¡Ay! ¡Muchísimas gracias, Josep! Es precioso lo que me dices. Un beso grande.
EliminarMe gusta la lucidez y claridad de ideas de la niña protagonista. Quienes solo ven con los ojos perciben solo aquello que la luz ilumina. Con esa actitud la condescendencia sobra en su diccionario y podrá ser astronauta o lo que le dé la gana. Bonita historia Marta, saludos 🖐
ResponderEliminarHola, JM. Pues contentísima porque te haya gustado. Muchas gracias!
EliminarHermoso relato. Qué bien vas retratando a tu protagonista una niña super inteligente. Seguro que si existiera lograría todo lo que se propusiese. También está el factor parental: padres abiertos, niños increíbles. Sabes, tuve un vecino y uno de sus brazos no se desarrolló bien durante la gestación. Lo conocí de niño y sus padres nunca lo hicieron sentir inferior ni le pusieron las cosas fáciles, sin ser crueles lo alentaron a alcanzar su potencial, ese chico ha logrado grandes cosas como tu protagonista. Muy buen relato!!
ResponderEliminarLas circunstancias, a veces, lo ponen complicado pero al final siempre se encuentra la forma de hacer las cosas. Me alegra que te haya gustado el cuento, Ana. Muchas gracias.
EliminarUn gran micro, Marta. Tu relato transmite la fuerza de esa niña, toda ilusión, esperanza, energía para alcanzar el reto que se ha marcado. Le pese a quien le pese. Así son o deberían ser todos los niños sino los desmotivásemos a veces.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carles. Me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarMuy dulce, me encanta que a pesar del entorno la protagonista no piense detenerse en sus sueños. A lo mejor, en el futuro surja la forma de llevarnos a todos al espacio. Precioso relato. Un abrazo.
ResponderEliminarPues muy contenta porque te haya gustado. Muchas gracias, Cyn.
EliminarMemorando la sensación, y asociarla con la palabra, entiende enseguida. En tu relato veo a una niña inteligente que aprende con ilusión y que nada ni nadie podrá arrebatarle sus sueños, ni siquiera el de ser astronauta.
ResponderEliminarMe ha encantado, Marta, también, como escribes.
Un placer leerte.
Feliz resto de semana.
Mil gracias, Mila. Me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarMarta, hermoso micro, pleno de sabiduría...
ResponderEliminarHas elaborado una estupenda historia en tan pocas palabras, dejándonos un buen sabor de labios y una sensación de bienestar y complacencia, al mostrarnos como cada cual se va labrando su destino, marcado por la actitud, más que por la aptitud. Somos lo que hemos decidido ser, ni más ni menos. Sin buscar responsables o culpables exteriores a nosotros, y sin reparar en nuestras aparentes limitaciones físicas, incluso las psíquicas, cuando se quiere, y se pone toda la energía y empeño en eso que llenara nuestra vida, se puede.
Me ha encantado. Que pases buen fin de semana.
Qué bonito lo que dices, Harolina. Yo también creo que la actitud es siempre lo que marca el punto de inflexión ante cualquier dificultad y me alegra muchísimo que te haya gustado el relato. Un beso y mil gracias.
EliminarSi ya es duro la pérdida de la visión, tener que luchar también contra esa condescendencia disfrazada de empatía, debe ser terrible. Menos mal que algunos, como tu protagonista, no se amilanan y sueñan y deciden afrontar los retos queriendo ir más allá de lo que los demás le presuponen.
ResponderEliminarEstupendo.
Un abrazo.
"Condescendencia disfrazada de empatía", qué bien lo has dicho. Muchas gracias, Paloma. Me alegro un montón de que te haya gustado.
EliminarCondescendencia una palabra que a la protagonista no la aminora, todo lo contrario le da pie a querer ser astronauta, nada menos, y por qué no lo podrá ser. Un abrazo.
ResponderEliminarUn beso, Mamen. Muchas gracias.
EliminarMe gusta la historia. Es un acierto situar a la personaje narradora en primera persona, hablando con su diario. Ayuda mucho a vencer la tentación de entrar como autora y suplir a esa narradora tan bien conseguida. Dicho eso, EMDO en el párrafo final, tal vez sobren dos frases, que tienen el aroma de la autora y quitan fuerza a la narradora-personaje.
ResponderEliminarLas frases:
—Papá insiste siempre en que no me acobarde, que podré lograr cuánto quiera.
—La mejor de la galaxia.
Evidentemente es una opinión tan despreciable como la de cualquiera y la puedes olvidar «ipso facto». Es tu relato y como te dije, me gusta. Gracias
Hola, Javier. Pues te agradezco mucho el comentario. Sí que puede que tengas razón en que se haya colado un poquito la voz de la autora sustituyendo la de la narradora. He modificado una de las frases que me dices y espero que esté mejor ahora. Muchísimas gracias.
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