Me llamo Lucía. Un nombre precioso ¿no creen? A mí me lo parece y odio
por eso que me llamen Lucy. Pero... todo el mundo lo hace. A estas alturas sé
bien que ya perdí la batalla y trato de no darle demasiada importancia. Aunque
lo odio, ya digo, el dichoso diminutivo. Pero, discúlpenme, no pretendía
hablarles de mí −maldita manía de andarme siempre por las ramas− quería
contarles de Anna y si tan difícil me resulta no colarme en su historia es
porque, desde el momento en que apareció en mi vida, esta niña ha sido siempre
mi mejor (¿única?) amiga, mi amiga del alma. ¡Ay! ¡Si supieran qué extrañas,
pero qué extrañas, suenan estas palabras en mi boca! Ustedes apenas me conocen
y sé que esto que les cuento muy buena impresión no les ha de causar, pero
sinceridad obliga y debo reconocer por eso que siempre fui algo huraña y
desconfiada. No me gusta la gente, esa es la verdad. Ni mucho ni poco. Es así.
Nada puedo hacer y nada importa ya la causa.
En fin. Anna, les decía, tiene diez años. Es una niña alta, pecosa, algo
pícara y tremendamente divertida. Muy lista, también. Le encanta la física (de
mayor quiere ser astronauta recalca con firmeza a la menor oportunidad), las
historias de misterio y los cuentos de piratas pero, por encima de todo, con
una pizquita de orgullo diré que lo que más le gusta en el mundo son mis
travesuras, mis juegos, mi compañía. Nos compenetramos a la perfección y nunca,
nunca jamás, nos aburrimos juntas. Adivino lo que piensa y lo que siente solo
con mirarla. Si la noto triste, ávida y mimosa, reclamo entonces sus caricias y
al instante −método infalible− entre mis rizos su melancolía se diluye. También
es valiente. Mucho. Muchísimo. La chiquilla más valiente que conozco. Ella lo
es todo para mí: la razón de mis desvelos, de mi aprendizaje, de mi
existencia... Un laberinto de azares sorteamos juntas cada día. Siempre yo su
luz entre las sombras. Su brújula y su norte. Sus ojos y su guía.
Hola, Marta! Lo que que de verdad tiene valor es hallar la propia manera de contar. Contemplar otro punto de vista siempre significa riqueza y calidad. Gracias a ti!
ResponderEliminarMuchísimas gracias! Cuánto me alegro de que te haya gustado!
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