Aún
es muy temprano, apenas amanece, cuando harto de dar vueltas y más vueltas en
la cama Alfredo decide levantarse. Hoy es su aniversario. Quizá eso lo haya
puesto algo nervioso. «¡Qué
tontería!», piensa,
mientras a oscuras se calza las zapatillas de andar por casa y se acerca a la
ventana. Nunca estuvo atento a efemérides ni fechas y ahora de pronto lo
emocionan sin motivo: lo toman por sorpresa y al menor descuido lo rompen en
llanto. Traiciones de la edad.
Al
otro lado del cristal, la ciudad se despereza: ruge el metro bajo el asfalto,
apagan las aceras sus últimas farolas, consuela una madre, tras el tabique de
su cuarto, la hambrienta impaciencia de un bebé.