Una eternidad de
fealdad para expiar mis culpas
Acusada
de provocar una guerra mítica, prototipo de mujer manipuladora y seductora, de
belleza casi divina, Helena de Troya (única hija de Zeus con una mortal) decide
someterse sin disfraz al juicio de los hombres para dar su versión de lo
ocurrido, en un particular ajuste de cuentas con la providencia.
Con
ese punto de partida, Miguel del Arco, autor y director de una obra provocadora
ya desde el mismo título, arma una historia donde da voz a un personaje atrapado
en su leyenda: una leyenda que odia y de la que no logra escapar. Una mujer ahora
envejecida, desafiante y mordaz, que, de un modo muy crudo, rememora su
historia en busca de justicia («¿quién escribe la historia?», repite
continuamente, a medio camino entre la rabia y la impotencia). Una mujer adicta
al vino y a una pócima que adormece su dolor y no deja, por eso, de beber; que,
harta del odio suscitado, reivindica sus decisiones, sus victorias y derrotas;
que expone frente al mundo sus heridas y su intimidad más honda; que reclama,
al fin, su derecho al silencio y al olvido.