martes, 19 de julio de 2022

El rey de la selva

 

¡Ay madre! ¡Buena la hice! ¡Si es que no se puede ser tan impulsivo! Pero la puerta estaba abierta, el vigilante brillaba por su ausencia y yo... Me aburría tanto en la jaula que no lo dudé, no fui capaz de resistir la tentación. Solo iba a ser una vueltecita, ¿qué había de malo?. Un paseo rápido, curiosear un poco y de nuevo en casa a la hora de la cena. Tan contento, todo en su sitio y nadie enterado de mi pequeña travesura. Lo que no podía imaginar es que el mundo exterior me fuera a cautivar de esta manera, que fuera tan inmenso y tan divertido. Deslumbrado me tiene. Y, sí, reconozco que la excursión se me ha ido un poquito de las manos. O de las garras, debería decir mejor. Y es que lo estaba pasando tan bien que he perdido completamente la noción del tiempo y el sentido de la orientación. Cosa no tan extraña, por otro lado, si pensamos que hasta ahora mi mundo se había limitado siempre a la desangelada carpa donde actúo, a fieros domadores con pretensión de gladiadores y majorettes de sonrisa postiza y ademanes de corista. Pero ya digo que soy impulsivo y pensar, lo que se dice pensar, no pienso mucho las cosas, la verdad. En fin, que cuando me he querido dar cuenta estaba perdido, hambriento y llorando mi inconsciencia en una acera. Detalle este en particular que me avergüenza terriblemente y del que no sé si mi orgullo herido se repondrá alguna vez pero que, si vamos a ser sinceros, debo reconocer sin paliativos. Para colmo de infortunios cuando, al oír la sirena de ese camión de bomberos detenido ahora frente a mí, he logrado levantar la mirada del suelo lo que he entrevisto a través de dos gruesos lagrimones me ha espantado de tal modo que todas las mechas de mi esponjosísima melena han comenzado a temblar descontroladas. Porque tampoco es que yo sea muy intuitivo y hasta es posible que a estas alturas ya me esté volviendo ─quizás─ una pizca paranoico pero tengo la impresión de que toda esta gente que comienza a rodearme muy buenas intenciones no tiene...

Relato para Zenda #historiasdeanimales

viernes, 15 de julio de 2022

La señora Parkinton. Louis Bromfield ─ Reseña

 

Le gustaba la normalidad. La gente normal nunca caía en el imperdonable pecado de la presunción

Reportero en la Nueva York del periodo de entreguerras, autor de una treintena de novelas y ganador de un Pulitzer, Louis Bromfield (1896-1956) fue un autor tremendamente reconocido en su momento, a quien se llegó a comparar con Scottt Fitgerald, Hemingway o Steinbeck. Preocupado siempre por el Medio Ambiente y con estudios en materia agrícola, dedicó gran parte de su obra a mostrar los efectos de los cambios sociales nacidos de la revolución industrial sobre la Naturaleza y la psicología humana.

viernes, 8 de julio de 2022

La prima Rosamund. Rebecca West ─ Reseña

 

El pasado era irrecuperable

Tercer volumen de la trilogía, con "La prima Rosamund" Rebecca West (1892-1983) concluye la saga de los Aubrey. Si las dos primeras novelas ("La familia Aubrey" y "La noche interrumpida") se centraban en la infancia y juventud de la protagonista, esta tercera aborda ya su vida adulta.

viernes, 1 de julio de 2022

Un puente sobre el Drina. Ivo Andric ─ Reseña

 

Pero el puente sacudía, como si fuese una mota de polvo, todas las huellas que habían dejado en él los caprichos o las necesidades de los hombres y continuaba idéntico e inalterable.

Ubicada a orillas del Drina, la ciudad de Visegrad marca la frontera entre Bosnia y Serbia. En el S.XVI, cuando todo el territorio formaba parte del imperio turco, el visir que gobernaba la ciudad decidió construir en ella un puente que conectara el mundo cristiano con el islámico. Esa es la historia que cuenta esta novela: cuatro siglos de conflictos, de encuentros y desencuentros, articulados en torno a la construcción de un gran puente de piedra sobre el río.