jueves, 28 de diciembre de 2017

El espíritu del lago


Guarda el bosque una leyenda de soledades y melancolías, de amores contrariados y corazones rotos, de dolor y muerte, de llanto y desolación. Cuentan que, entre las cristalinas aguas del lago que al borde de la ladera brilla, incorpóreo como ellas, fugaz y transparente, un espíritu de mujer habita. Unos ojos verdes, embrujadores, misteriosos, muy bellos y tristísimos que, de cuando en cuando, entre esas aguas −las gentes del lugar dicen− se divisan. Unos ojos que una traición de amor lloran sin consuelo, que, esperanzados y pacientes, ingenuos e inocentes, al amparo de la noche y de sus sombras, bajo aquellas mágicas aguas argentinas, siempre brillantes, contra toda esperanza al traidor aún esperan, tal vez le amen todavía. Sólo a los llorosos sauces, a los álamos centenarios, a los frágiles juncos y dulces nenúfares, a la brisa suave y la espectral neblina, algunas noches claras de luna llena su secreto revelan, junto a ellos lloran su infeliz destino y, sólo a ellos, sin palabras, hablan de su herida.

lunes, 25 de diciembre de 2017

Tiempo de ilusión


Barre lentamente la aurora el rastro de la noche mientras desde su ventana, todavía algo adormilada, contempla una mujer la escarcha que, a esa hora tan temprana, brilla aún en los tejados. Un destello de felicidad la asalta por sorpresa. De inmediato −sonrisa en los labios, ojos inocentes, traviesos y burlones− todo lo olvida: los años que corren sin remedio, el cansancio, el frío, el futuro tan incierto... En humo sus miedos, raudos, se deshacen, atenta al latido por un instante en su alma de algo hace mucho −demasiado− tiempo olvidado: la dulce y poderosa magia, la melancólica y conmovedora ternura, el alegre y fantástico hechizo... de la mañana santa del día de Navidad.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Wendy


Su tiempo se agotó, la magia se desvanece en el aire con dulzura y ya muy próximo se advierte el momento de marchar. Aunque... tal vez... ¿Y si al fin no resultara ello preciso? ¿Y si hallara el modo de esquivar esa partida?

Entre el deber y la esperanza, la fantasía y la razón, la niña se debate indecisa mientras, a lo lejos, la luz de una ventana para ella siempre abierta aguarda con paciencia su regreso. Al oído un rumor de campanillas, un susurro muy dulce y muy bajito que dolorido le murmura: «Nunca jamás olvides». Un dedal sobre su pecho, cerca, muy cerca, del corazón. Para siempre en su recuerdo, quizá pronto diluido entre sus sueños, un muchacho de sonrisa pícara y valiente que a duras penas oculta el dolor que sus ojos gritan. Y una despedida: «Segunda estrella a la derecha, ya sabes, todo recto hacia la mañana. Siempre allí te esperaré».

domingo, 17 de diciembre de 2017

Cuando llega el invierno


Nieva. Rauda y sigilosa, cae la noche sobre la ciudad. Ningún astro brilla en el cielo y la temprana oscuridad del invierno, a esta hora, ya todo lo invade. Una atmósfera húmeda y muy fría, sin piedad hiela el mundo con su soplo glacial.
Por las calles nevadas un hombre, apenas un fantasma, camina. Cabizbajo y lento, triste boceto de sí mismo, abotonado hasta el cuello el chaquetón, solapas levantadas, surcos en la frente de pena y soledad, desarraigo y desconsuelo en lo más hondo de su alma... murmurando sueños, un chispazo de luz, de alegría o de esperanza, esta noche gélida persigue, sin saberlo, entre las sombras.
Engullen sus pasos las aceras: indiferentes, solitarias, blanquísimas. El eco lejano de un rumor de villancicos y campanillas, notas perdidas de una sinfonía misteriosa y hace ya mucho olvidada, hasta sus oídos, de improviso, el dolorido gemido del viento en sus ráfagas arrastra.
Navidad. Es Navidad, con asombro este hombre sin nombre advierte de pronto. Y recuerda...
Tras los cristales empañados de algunos balcones, caldeados y confortables hogares ahora adivina y la memoria de otro tiempo, a traición y sin remedio, de antiguas lágrimas y melancolía infinita, sus ojos grises, enigmáticos y profundos, con un destello de ternura, de inmediato desborda.
Abandonado en un mundo inmenso y oscuro, un corazón desengañado y por amor herido, atisba un instante la felicidad y prosigue su camino.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Quimera


Mi vida siempre estuvo hecha de apariencias más que de verdades. Es cuanto puedo decir. Nadie en mi alma se adentró jamás y, sin embargo, mucho de mí todos hablaron. Cuentan que alguna vez fui la casquivana musa de un pintor de escaso ingenio y muchos aires de grandeza, que el corazón de un  joven músico −inclemente como siempre fui− en mil pedazos un mal día destrocé, que una leyenda de amores contrariados, de cuando en cuando, a mis ojos se asoma y un mundo de secretos arrastra mi sonrisa. Un juguete en manos del azar, caprichoso y enigmático: tan sólo eso es lo que he sido. Y nada importa lo que digan. Atraparme, no podrán jamás. Soy misterio, embrujo, fantasía... un suspiro, un anhelo, una ilusión... El más dulce verso escapado de labios de un poeta. Un bello sueño que sólo entre tus sueños habita.