El día en el parque de atracciones había sido largo y agotador. Monótono como todos los de aquella semana maldita. Almibarado hasta la náusea. Un día más. Un día como otro cualquiera, vaya. Y, por más que me esfuerce, no soy capaz de recordar nada especial, la más nimia diferencia que hiciera presagiar lo que estaba a punto de ocurrir.
Yo fui la única culpable, lo reconozco, pero no esperen de mí arrepentimiento. A estas alturas del cuento ya deberían saber que nunca fue ese mi punto fuerte.
En fin, creo simplemente que mi proverbial paciencia se agotó de golpe y, bueno, tal vez estuviera un poco celosa, no lo niego. Tantos pequeñines galopando felices, gira que te gira en los caballitos de la noria, tanta sonrisa manchada de algodón de azúcar, tanta navideña ingenuidad, tanta candidez, tanto osito de peluche... ¡Agh!
Y yo, allí. Sola. Sin nadie a quien atizar algún que otro escobazo. Comprenderán mi drama. De vez en cuando, incluso las brujas necesitamos algo, una pizca al menos, de diversión y harto desagradable ─¡no alcanzo a explicar cuánto!─ es de por sí época tan aciaga para nosotras.
Así que, sin apenas darme cuenta, decía, casi a traición, de mis labios escapó aquel conjuro impronunciable. El cielo se encolerizó de golpe, nubes de plomo rasgaron de inmediato el firmamento, el viento aulló furioso y el ciclón arruinó en un segundo toda la magia y la dulzura de la tarde. Un parque triste y desolado, arrasado por completo, es lo que quedó tras él.
No fui capaz de deshacer el hechizo aunque lo intenté, créanme, porque en el fondo odio la soledad, nunca fui tan perversa como en ocasiones aparento y, en realidad, yo solo pretendía escarmentarles un poquito.
Pero tranquilos, con mi suerte y para mi desdicha, seguro que el vendaval, a la postre tan traidor, los arrastró hasta el Reino de Oz. Tal vez al País de Nunca Jamás. Y allí estarán ellos ahora. Agradeciendo mi torpeza. Felices como perdices.
Una bruja no tan malvada y con buenos sentimientos, ya que, aunque le cuesta, a veces se arrepiente y quiere deshacer hechizos. Se comprende su soledad en esta ocasión tan especial. Un cuento muy bien contado, Marta, mis felicitaciones. Un placer leer tus cosas.
ResponderEliminarAfectuosos saludos.
Ariel
A veces las apariencias engañan y hasta las brujas más malvadas tienen su corazoncito... Muchas gracias, Ariel. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarHola Marta. Veo que tu relato lo has puesto a concursar en el Tintero. Me alegra mucho que lo hayas hecho. Te deseo la mejor de las suertes. Un gran saludo.
EliminarAriel
Sí, en el Tintero hay muchísimo nivel pero hay que probar... Muchas gracias, Ariel.
EliminarLas brujas y sus embrujos es lo que tienen, no siempre pasan las cosas por su maldad... ¿o sí? ;)
ResponderEliminarBrujillas que no siempre son tan perversas como parecen...
EliminarYo añadiría un: "Si se supiera que es lo que se sufre..." no al texto. Es muy bueno porque yo creo que más que mala, es una incomprendida. Un saludo!!
ResponderEliminarPobre brujilla incomprendida... Muchas gracias, Keren.
EliminarHola Marta, pobre bruja, lo que hace el aburrimiento y es que una bruja como que parada mucho tiempo no puede estar, y esta brujilla creo que no era consciente de la magnitud de sus poderes, jeje. Un relato que se leer fácil, con ritmo y un final de cuento. Un beso
ResponderEliminarMuchas gracias, Emerencia. Pobre brujilla ¿verdad? Me alegro mucho de que te haya gustado.
ResponderEliminarInteresante historia, Marta, muy bien contada. Lo que llega a hacer la envidia, que nos convierte a todas en brujas. ¡Mucha suerte en el concurso!
ResponderEliminarMuchas gracias, Pilar. Me alegro de que te haya gustado.
Eliminar¡Hola Marta! Es un cuento muy bonito el que has escrito. Con tintes de humor, un lenguaje acorde y el personaje de la brujita es muy tierno y simpático. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Mirta. Me alegro mucho de que te haya gustado esta brujilla traviesa...
EliminarOjalá todos los envidiosos tuviesen la buena intención de enmendar los daños causados, el mundo sería mejor. Hermoso cuento, Marta. Suerte en el Tintero. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarHola de nuevo Marta.
ResponderEliminarAl final la bruja pirula le hizo un favor a los chiquillos. Si es que la navidad, excesivamente edulcorada como tú dices, son tiempos aciagos para “los malvados”
Un cuento ingenioso Marta con "the End" de película.
Graciasss. Me gusta mucho que te parezca ingenioso. Besos.
EliminarAunque se sea una bruja, no se puede actuar siguiendo emociones tan destructivas como los celos; los actos se pueden volver en nuestra contra, je, je, je.
ResponderEliminarUn relato de Navidad fresco y divertido. Mucha suerte Marta.
Hechizos que se vuelven en contra... Muchas gracias, Bruno.
EliminarMe encantan las brujas! y no me gusta la Navidad...
ResponderEliminarMágico cuento, aunque la magia a veces puede volverse en contra. En la vida real acontece que, en ocasiones si deseas algo con mucha fuerza, se torna realidad.
Un abrazo brujita Marta y gracias por compartir.
M.J.D
Jajaja, pobre brujita incomprendida. Me alegro mucho de que te haya gustado. Muchísimas gracias.
EliminarUn bonito cuento de brujas y sus encantamientos. Pero esta vez la bruja no era tan mala. Solo traviesa por que estaba sóla y celosa. Un final de cuento feliz. ¡Suerte en el concurso!
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias M.Carmen. Igualmente, mucha suerte.
EliminarMe ha gustado tu cuento de esa bruja arrepentida. Oye, que también son de carne y hueso aunque lleven escoba ;-)
ResponderEliminarMuy buen final.
¡Suerte en el concurso El Tintero de Oro!
Besos, Marta
Una hechicera un poco patosilla... Muchas gracias, Chelo.
EliminarPues sí, tal vez los niños estén felices como perdices en un lugar de ensueño, yo también quiero una bruja así, que de vez en cuando me mande al país de Nunca Jamás a pasar una temporada. Tendrás que darme su dirección, Marta. Mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminar¿Verdad? Buen sitio. Muchas gracias, Jorge.
EliminarUn lindo cuento con toda la magia de una brujita aburrida que por hacer mal hizo bien. O quizá lo hizo a proposito, solo para que gozaran de otro panorama y ella divertirse. Fue un placer pasar a leerte. !Suerte en el concurso!
ResponderEliminarSaludo!
Imprevisibles siempre los hechizos... Muchas gracias, Yessi. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarEs una brujilla que se hace querer porque muestra su corazoncito.
ResponderEliminarNos seguiremos leyendo por el Tintero.
Un abrazo
Claro. Muchas gracias, Ana. Besos.
EliminarGracias, Marta, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarA ti, David por tantísimo trabajo,
EliminarEl aburrimiento es mala compañía incluso para una bruja con buenas intenciones como tu protagonista.
ResponderEliminarUn abrazo Marta y suerte en el concurso
Puri
Muchas gracias, Puri. Igualmente.
EliminarParece que a tu bruja no terminan de salirle bien las cosas, ni siquiera cuando ejerce de tal y lanza un conjuro terrible. Me ha parecido muy cómica y sutil la contradicción de que, al fin y a la postre, haya acabado haciéndoles un favor a los pobres visitantes del parque después de todo. Bueno, o al menos eso piensa ella...
ResponderEliminarMuy original y divertido, Marta.
¡Un beso y mucha suerte en el concurso!
Pobre brujilla patosa... Muchas gracias, Julia. Un beso y mucha suerte también para ti .
ResponderEliminarPues la (te??!?!?!!!) comprendo. Tanto almíbar...La curiosidad nos hace avanzar con gusto y ganas hasta el desenlace. Suerte en el tintero, compañera, y un gran abrazo!!!
ResponderEliminarGracias Vivian! Me alegro muchísimo de que te haya gustado. Un beso.
EliminarHola, amiga Marta. Has hecho que le cojamos cariño a la pobre brujita con tu (su) texto-confesión; me surge la duda de si realmente ella se cree su reflexión final, o sólo quiere creerlo.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el "Tintero".
Un abrazo.
Nunca se sabe lo que puede haber en la cabeza de una brujilla traviesa... Muchas gracias,Patxi .
EliminarEsa brujita tendría que haber encontrado su lugar en el parque. Un tunel del terror, un tren de la bruja... hay mil opciones hasta para ella!!!
ResponderEliminarUn abrazo Marta
Jeje, cierto. Fue demasiado drástica... Muchas gracias, David.
EliminarEste tipo de brujas son bipolares, por un lado odian la felicidad ajena pero desean la suya propia. Rechazan a los congéneres pero anhelan la compañía. Me recuerda a muchos seres humanos que pululan por alrededor.
ResponderEliminarSuerte Marta.
Un poquito bipolar sí que es, sí. Muchas gracias, Francisco.
Eliminar¡Qué bueno, Marta! Ya podía yo ser objeto de tan "terrible" bruja y acabar en Nunca Jamás.
ResponderEliminarMe ha encantado el enfoque. Hasta los seres malvados deben ser comprendidos.
Suerte en el concurso.
Un abrazo.
Muchas gracias, Jean. Me alegro muchísimo de que te haya gustado.
EliminarHe leído con atención el relato. Me parece bien trabajado y dado el desarrollo es un acierto la voz narrativa en primera persona. Un personaje que destruye el entorno en el que tiene existencia es un recurso adecuado para no correr riesgos de interpretación. Eso sí como lector me quedo con algo de hambre narrativa.Es entendible porque si bien no hay cantidad, la calidad es buena. Gracias por este trabajo y que "la puntuación te acompañe" :-)
ResponderEliminarGenerosísimo tu comentario, Don. Muchas gracias y mucha suerte para ti también.
EliminarQuién fuera bruja en algunas ocasiones, Marta. Un divertido relato que señala hasta dónde puede un llegar uno en situaciones de aburrimiento. Menos mal que al final parece que la brujita no es tan mala y a pesar de su hechizo parece que ha hecho feliz a todos los que estaban en el parque desde su punto de vista, porque vivir en un cuento no sé yo. Muchas suerte en el concurso. Abrazos.
ResponderEliminarPobre brujilla incomprendida... Muchas gracias,Lana.Me alegro mucho de que te haya gustado.
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