martes, 25 de septiembre de 2018

Latidos de olvido


Te pierdo. Sé que te pierdo. Lentamente. Sin remedio. Y tengo tanto miedo...
El puñal que atraviesa mi corazón, a cada instante se retuerce más y más y de tristeza y soledad, de impotencia y desamparo, amargas lágrimas lloran mis ojos.
Y sin embargo...
 Eres tú quien pese a todo me rescata del dolor. De nuevo. Como siempre.
Sonríes y nada importa. El miedo, el cansancio, el frío, el futuro tan incierto... Todo se desvanece.
Tomo tu mano. En silencio. Muda la súplica en mis labios por no quebrar el hechizo.
Una ventana de visillos blancos filtra con dulzura el último sol de la tarde y un destello de felicidad, algo que no me atrevo a nombrar esperanza, me asalta por sorpresa.
La sonrisa fugaz que ahuyenta por ensalmo de tu rostro el desconcierto embruja mi alma.
Se clavan tus ojos en los míos y salvado un momento este abismo de olvido, siento de nuevo la magia que alguna vez  (tiempo antiguo y dichoso) habitó mi mundo.
Eternidad robada al más cruel, al más perverso e injusto ladrón de recuerdos a quien nadie se enfrentó jamás.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Kathleen. Christopher Morley - Reseña.


El joven sufrió una de las más severas conmociones del corazón conocidas en la historia de la raza humana.

Inédita en castellano hasta el año 2016 pero publicada por primera vez en 1913,  "Kathleen" de Christopher Morley, es una divertidísima novela que, ambientada  en un club literario de la Universidad de Oxford y a partir del hallazgo casual de una carta, desemboca rápidamente en una comedia de enredo en torno a las peripecias de los protagonistas y la competición en que todos ellos se enzarzan por localizar a su autora. Construye así el autor una historia repleta de un agudo y sutil humor británico, embarazosos malentendidos, diálogos y situaciones disparatadas al estilo de las de grandes clásicos del cine (posteriores) como "La Fiera de mi Niña" o "Con Faldas y a lo Loco" y, como aquellas, igual de inolvidables y cautivadoras.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Moriría por ti y otros cuentos perdidos. F.S. Fitzgerald - Reseña.



Poca de la ficción americana no lleva algo de mi sello. En mi modestia, fui original.

Vida y arte se entremezclan siempre, sin  remedio y con firmeza, en la literatura de Francis Scott Fitzgerald y buena prueba de ello son los cuentos recopilados en esta antología, "Moriría por ti y otros cuentos perdidos". Escritos entre 1.920 y 1.940 y recuperados ahora por la editorial "Anagrama", todos los escritos aquí reunidos (relatos, textos autobiográficos, guiones cinematográficos...) fueron en su momento rechazados por editoriales y revistas y en su mayoría no llegaron nunca a ser publicados por no encajar del todo al parecer en la imagen que  lectores y editores se habían forjado de Fitzgerald como escritor de la "Edad dorada del Jazz".

sábado, 1 de septiembre de 2018

Otoño en Buenos Aires


Otoño. Del año la estación más bella. La estación de los poetas. Melancólico, tenue y dorado otoño que los días acorta, los árboles desnuda y mi memoria enreda entre su aroma a un pasado roto, a un instante antiguo de tiempo detenido.

No es esta una historia feliz, les advierto. Es una historia de dolor y muerte; de fantasmas anclados a la noche; de rabia y desolación. Y sin embargo... Sí, por encima de todo, es una historia de amor.

Se llamaba Álvaro. Era un muchacho alto y muy delgado, con grandes ojos color caramelo a los que asomaba un chispazo de vulnerabilidad. Supe al instante que amarlo era mi destino, que siempre sería él mi lugar en el mundo. Y es por eso ahora tan grande mi desamparo...

viernes, 24 de agosto de 2018

Cuento de una noche de verano


Se llamaba Belinda y era la más bella muñeca del escaparate. Delicada, exquisitamente hermosa, una pequeña dama vestida de seda, encajes y suave terciopelo, ojos azules, rubor en las mejillas, rubios cabellos recogidos en perfectos bucles sobre su cuello de cera. Sentada al piano, suspendidas las manos sobre las teclas unas veces, de pie tras el cristal otras, acunada en la nostalgia, siempre melancólica, indiferente y frágil, miraba la vida pasar. Etérea, transparente, dulce como un sueño de infancia.

Los días en el almacén de antigüedades se iban así sucediendo uno tras otro, cada uno parecido al anterior ─apacibles, perezosos, rutinarios─ entre la admiración y la indolencia que la muñequita despertaba hasta que, en algún momento, sin que nadie pudiera explicar cómo, algo muy extraño sucedió. Una mañana de aquel lánguido e inacabable verano, la vitrina que ella había ocupado hasta entonces amaneció vacía. Belinda no estaba. En su lugar, el rastro deshojado de  una rosa blanca de cristal.  

Cuentan que, enamorada de un titiritero que por aquel tiempo se hallaba de paso en la ciudad ─un muchacho guapo de ojos grises y vivaces, rostro atezado por el sol e irresistible sonrisa soñadora─ aturdida de amor, tras él huyó una noche de luna llena.

domingo, 19 de agosto de 2018

Tras la máscara. Louisa May Alcott - Reseña



No era una muchacha brillante y poseía pocas de esas encantadoras artes que cautivan a un hombre y le roban su corazón

Continúa "D'Epoca Editorial" su magnífica labor de recuperar pequeñas joyas olvidadas de la literatura del XIX con "Tras la máscara", novela breve que  Louisa May Alcott (autora de la célebre "Mujercitas" y sin duda eclipsada −también encasillada− por su éxito) publicó por primera vez y bajo pseudónimo en 1866.
Es este un relato de intriga que tiene por protagonista a una mujer fuerte, decidida, inteligente y ambiciosa, un personaje que en absoluto se ajusta a los cánones del momento, inmerso en una historia que desafía claramente el papel atribuido a las mujeres por la sociedad de la época y que contiene una carga de crítica social que de ningún modo la autora pretende enmascarar, que sorprende también por su tremenda fuerza psicológica y por el modo en que sobre él se sostiene toda la trama.

miércoles, 15 de agosto de 2018

A vuelta de correo


Mi queridísimo Miguel:

Tu carta me ha emocionado de un modo que no alcanzo a explicar. Tanto tiempo esperé, tanto lloré de soledad, tan por costumbre tuve siempre esconder mis sentimientos... Y de pronto ahora tu voz: dulce, serena, tan cálida, tan cercana. Un destello de poesía que rasga la penumbra. Y mi corazón, un corazón hondamente herido, se rinde sin remisión.
Quisieras verme, dices, después de tantos años. Y yo tiemblo de miedo y de ternura. El tiempo, implacable como suele, nunca perdona y de mí tan sólo quedan ya los restos doloridos de la mujer joven y hermosa que quizá alguna vez fui.

sábado, 4 de agosto de 2018

Otros tiempos


Tenía el gesto grave, la piel mate, muy seca, surcada por arrugas profundas como tajos de cuchillo, los párpados hinchados a causa del hambre, del frío y la falta de sueño. Apenas dormía, comía poco, mal, siempre a destiempo. Arrastraba su mirada una resignación honda y antigua, un cansancio de siglos, su corazón una dureza nacida de la mezquindad de los tiempos, de la costumbre de la miseria, de la más absoluta pobreza. Jamás nadie la vio llorar ni de sus labios escapó una queja. Seis criaturas colgaban siempre de sus faldas. Seis criaturas a las que alimentaba, vestía, cuidaba si enfermaban... Seis criaturas a las que nunca apretó fuerte contra el pecho ni sentó jamás a sus rodillas, con las que nunca bromeó al calor de la lumbre mientras pelaba judías o patatas ni enseñó a coser coloridos muñecos con retales y trapos, a las que nunca en noches de llanto consoló al dulce ritmo de una nana. Seis criaturas a las que jamás golpeó y de ningún modo maltrató pero a las  que tampoco nunca abrazó y pocas, muy pocas veces, besó. Se llamaba Juana. Así la recuerdo. Mi madre. Y aquellos −ácidos, doloridos, amargos− otros tiempos.

domingo, 29 de julio de 2018

Tiempo de fiesta



Amanece. Sopla el viento y hace frío. Aún no ha roto el sol la madrugada y la humedad cala los huesos. Desapacibles e inhóspitas son pese al verano las noches de esta tierra tan lejana de mi hogar, tan ajena para mí, tan distante y de todo, de mi mundo entero, tan al norte. Así al menos yo las siento. Ningún destello hallo en ellas de lirismo, de alegría, de belleza o de poesía. Nada que un instante permita dar a mi largo peregrinaje sentido y me deje al fin descansar, aceptar que alcancé mi destino, que era este mi lugar.
Admito sin embargo que tal vez sólo sea esta impresión reflejo inevitable de mi ánimo sombrío, de la extraña melancolía que a esta hora intempestiva araña mi alma, de la sangre caliente y sureña que recorre mis venas.

viernes, 20 de julio de 2018

Ordesa. Manuel Vilas - Reseña


Los muertos son la intemperie del pasado que llega al presente desde un aullido enamorado.

Es "Ordesa" una historia íntima y profunda, una autobiografía personal y familiar a medio camino entre la novela y la poesía, nacida del desagarro, del dolor y del desconsuelo. Una historia bella y muy conmovedora donde el autor, Manuel Vilas, trata de hallar sentido y dar explicación al dolor que, dice, desde niño lo acompaña y que acentúa ahora la muerte de los padres. Una historia sobre la pérdida continua que implica la vida, sobre el paso del tiempo, sobre la culpa, sobre el desarraigo, el miedo, la soledad, la vulnerabilidad  y la ausencia,  sobre el amor y la necesidad de querer y ser queridos que todos sentimos y que de todo nos redime.
Estructurada en capítulos muy breves, deja en ellos el narrador fluir sus pensamientos de un modo algo caótico pero no casual en un ejercicio de nostalgia que golpea, que duele y estremece.