La
estación hierve de actividad. Es hora punta y decenas de viajeros corren por el
andén. Las consignas bullen como un enjambre. Ajenos al alboroto que los rodea,
enfrascados en sus propios pensamientos, dos jóvenes ─diabluras del destino─ cruzan
de repente la mirada. Él, mochila a la espalda y libro en las manos. Ella, parada
entre la gente con aire despistado. El tiempo se detiene. En los ojos de él,
presiente ella la luz de una aventura. En los de ella, él adivina un oasis de
calma. Sonríen al unísono y una promesa tiembla en el aire. Pero el hechizo se
rompe apenas nacido. La llegada del tren los trae de vuelta al presente, a los
horarios, los compromisos y las citas. Él sube a su vagón con un suspiro. Ella
duda un segundo, comprueba la hora en su reloj, no se mueve. Esos ojos... ¡ay,
esos ojos! Sacude al fin la cabeza con gesto de extrañeza, agarra sin ganas su
maleta y, tras un último vistazo por encima del hombro, se dirige a la salida. En
su mente, el eco silencioso de una despedida, de un encuentro inexistente, de
lo que pudo haber sido... De lo que nunca será.
Hay encuentros eternos de un instante. Perooo.. ¿ quien sabe? Quizá él se lo repiense y se baje en la siguiente estación. Si han de encontrarse, se encontrarán. La vida siempre nos tiene alguna sorpresa preparada.. como este delicioso corto. Mil gracias MARTA, me alegro no haberme perdido este tren tuyo : )
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, María. Contentísima porque te haya gustado.
EliminarHay miles de historias que no se escribieron a pesar de esos cruces de miradas y tu relato recoge a la perfección la cuestión de las oportunidades perdidas. Lo bueno es que el tren de la vida suele traer nuevas ocasiones para no volver a perder el billete :)
ResponderEliminarUn beso, Marta.
Claro, en alguna otra estación se encontrarán, ¿verdad? Un beso, Miguel, y muchas gracias.
EliminarTodo lo no vivido y que pudo ser, queda a veces como instantes de incógnita no resuelta, pero lo importante es ese instante, la eternidad del instante.
ResponderEliminarUn abrazo
Un instante mágico, es verdad. Un beso, Albada. Muchas gracias.
EliminarCuántas cosas se insinúan en este relato. Ese "lo que pudo haber sido" es una idea perturbadora. Pensar en las opciones que nunca tomamos y en cómo podrían haber cambiado nuestra vida es algo inquietante.
ResponderEliminarUn beso.
Vidas diferentes que podrían haber sido según el camino seguido o los miedos no reprimidos, así es. Un beso, Rosa, y muchas gracias.
EliminarHola, Nuria. Muchas gracias. Es cierto que las estaciones son siempre muy evocadoras y sugieren a veces la posibilidad de otra vida, pero...
ResponderEliminar¡Cuántos instantes y vidas recogidas en esta escena que nos cuentas, Marta! Me ha encantado. Por cierto, no sé por qué me ha recordado a uno de mis temas favoritos de Melendi: https://youtu.be/D9W4DLjmoOM?si=xc7MfYd0qrgUnxGZ
ResponderEliminarHola, Rebeca. Pues sí, por el tema del azar quizá te lo haya recordado. Un beso y muchas gracias. Contentísima porque te haya gustado.
Eliminar¡Hola, Marta! Dado que últimamente gusta mucho eso de poner etiquetas, creo que tu micro bien podría encasillarse en el género ferroviario. Y es que, ¿cuántas historias esconde? Ese momento breve, de paso, en el que coinciden extraños, solo en ese momento preciso, para luego no volverse a encontrar nunca jamás. Quién no se ha quedado mirando a algún compañero de viaje, viéndolo leer un libro que tú has leído, o dibujar o simplemente ver su cara... Cuántas veces no hemos deseado cruzar unas palabras, aunque solo sean me alegra haber coincidido. Los trenes, los transportes públicos son un mar de ¿Y si...? Precioso micro. Un abrazo!
ResponderEliminarSí, los trenes y las estaciones son muy evocadores y muy literarios, ¿verdad? Me alegra mucho que te haya gustado el micro, David. Un beso.
Eliminar¡¡Cuanto juego dan los trenes y las estaciones!!
ResponderEliminarY cuantas historias y oportunidades se ganan o pierden en ellos...
Precioso relato. Abrazo grande
Son muy sugerentes, ¿verdad? Me alegra que te haya gustado, Amaia. Un beso.
EliminarHola, Marta.
ResponderEliminarEsos encuentros fugaces en lugares como las estaciones son un símbolo de lo efímero, lo que pudo ser, lo que se quiso que fuera… En resumen, un instante de lo que ni es ni será. ¿O no?
Un fuerte abrazo :-)
Claro, una posibilidad que se escapa, una duda, un recuerdo... Las estaciones dan mucho juego en ese sentido, ¿verdad? Muchas gracias, Miguel Ángel.
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