Aquel atractivo e irresistible vendedor ─¡maldita sea su estampa!─ tuvo la culpa. Llegó al pueblo canturreando su carga, una sonrisa traviesa en los labios, complicidad en la mirada. Ungüentos curativos, amuletos de la suerte, bebedizos de amor... Vendía su magia a precio de saldo y una larga fila de curiosos ─¡pobres ingenuos!─ se extendió enseguida por la plaza. El elixir de la eterna juventud era su producto estrella. «Unas gotas antes de dormir y jamás envejecerán vuestros cuerpos», prometía su voz de caramelo. ¡Ja! Todos cayeron en la burla y ahora... ¡Ay, Dios! Ahora, tantos años después, soy yo la única vieja del pueblo.
Microrrelato para el concurso "Relatos en cadena" de la cadena Ser
Ja, ja, es lo que pasa por creerse más lista que nadie. Y dicho esto, a mí seguramente me habría pasado lo mismo porque tampoco creo en magias ni en bebedizos.
ResponderEliminarMagnífico relato, Marta.
Un beso.
Sí, a mí también me hubiera pasado, creo ;) Un beso, Rosa. Muchas gracias.
EliminarJajajaja, cascaron los pobres ingenuos. Brillante.
ResponderEliminarNo envejecieron, en realidad. Pero tu interpretación también sirve, jeje. Me alegra que te haya gustado. Muchísimas gracias.
EliminarSi nos guiamos por el título, el elixir de la eterna juventud existió en un cuento mágico para "Relatos en cadena" ;). Breve y narrando toda una historia. Felicidades, Marta.
ResponderEliminarExistió, existió... Un beso, Miguel. Muchísimas gracias.
EliminarJajaja, muy bueno, Marta.
ResponderEliminarMuchas gracias ;)
EliminarEl final me ha hecho sonreír, muy bueno.
ResponderEliminarAbrazos.
Me alegro mucho, Conchi. Mil gracias.
EliminarJay, que bueno Marta. Todos cayeron en la trampa y solo ella se hace vieja. Muy buen micro para el concurso. Un saludo
ResponderEliminarSolo ella se hace vieja porque en realidad el elixir funcionó. Se pasó de listilla, la pobre. Muchas gracias, Nuria.
EliminarSimpático microrelato! Muy bueno el final! Saludos de unos Viajantes!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Jose. Contenta porque te haya gustado.
EliminarPor una vez había que haberse fiado del discurso de un cantamañanas. Lo cierto es que hoy en día existen muchos como ese y tienen muchos seguidores que les aplauden, pero a cambio no obtienen más que humo.
ResponderEliminarMuy buen micro. Felicidades.
Nunca se sabe, ¿verdad? Este al final era sincero, jeje. Muchas gracias, Marcos. Contenta porque te haya gustado.
EliminarJa, ja, ja... ¡Qué bueno, Marta! Me has sacado una sonrisa con ese giro final inesperado. Y es que no hay cosa peor que ser el que se ha quedado sin el premio. Un micro que además de la historia visible nos trae el conflicto entre el individuo y el grupo. ¿Seguir lo que hace la mayoría o mantenerte en tus principios? Bueno, aunque vieja, le alabo y reconozco su personalidad por si le sirve de consuelo. Un abrazo!!
ResponderEliminarPobrecilla, ¿verdad? Lo sensato no era en este caso lo acertado. Me alegra mucho que te haya gustado, David. Mil gracias.
EliminarJa ja ja, sabemos que son falsedades pero nos gusta oír y ver la escenografía de los charlatanes. Abrazo grande
ResponderEliminarYa ves. A esta pobre no le salió bien ser tan desconfiada, jeje. Un beso, Amaia. Muchas gracias.
EliminarCreo que el cuento es muy real, uno siempre siente que es el que envejece. O al menos así me pasa.
ResponderEliminarMuy bueno, saludos.
Muchas gracias. Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn relato breve, tan condensado como el propio elixir y de resultados fulminantes, Marta. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Ay, qué bonito lo que dices, Miguel Ángel. Muchísimas gracias.
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