No sé qué hacer ¡Ay! Se niega a volver y, por mucho que lo intente −y de mil modos lo hice− incapaz soy ya de convencerla. He suplicado, implorado, llorado hasta la humillación. Y, aunque algo me avergüenza reconocerlo, si se fijan un poquito podrán ver todavía estos tristes ojos míos húmedos de autocompasión. Mas nada la conmueve. Se muestra implacable, la muy perversa. Indiferente por completo a mi dolor y fría como el hielo. Sabe que su ausencia me parte el alma porque yo creí de veras que lo nuestro era real y de pronto este abandono... «Solo intento ponerte a salvo de tus ilusiones», pícara y malévola, me susurró al marchar. Indescifrable jeroglífico para mí. Y vuela el tiempo, apremian plazos y mecenas y esta musa traidora, caprichosa, veleidosa... no regresa.
Imagen: Annie Leibovitz
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La musa es celosa. Hazle ver que ya no la necesitas, que ya te basta con tu empeño. No tardará en caer sobre tí, imperativa y urgente, para que dejes lo que estés haciendo para entregarte a su última ocurrencia. Cuando eso suceda, agárrala por los pelos, amárrala a tu escritorio y en adelante... látigo.
ResponderEliminarA menos que nunca te haya abandonado y todo esto sea un truco de la misma musa (como yo sospecho).
Ay! Es que estas musas se las saben todas... Muchas gracias, Salva.
ResponderEliminarEste texto lleva tu inconfundible sello en la forma de narrar, Marta :) Respecto a la historia, ¡qué original enfoque! Nunca oí de una musa que se fuera "por el bien del autor". Es cierto que a veces nos hacemos ilusiones, pero no creo que el abandono de las musas ayude precisamente. Otra cosa es averiguar cómo las convencemos a ellas de eso, ¿no?
ResponderEliminarMuy bueno, me ha encantado y para nada esperaba ese final. ¡Enhorabuena!
Un beso.
Jeje, muchas gracias,Julia. Me alegro un montón de que te haya sorprendido. Nunca se sabe con las musas... Un beso grande.
EliminarQué manera mas original de narrar....se palpita cada palabra.... a veces siento esa sensación! Suerte en el concurso
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Graciela. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarY es que es así,... su desdeño y desinterés duele,... ¿verdad?
ResponderEliminarMe ha encantdo, ... corto, intenso,...
Muchas gracias, Norte. Son tan susceptibles y quisquillosillas estas musas... Me alegro mucho de que te haya gustado .
EliminarLa angustia del escritor ante la falta de inspiración y el arte de procrastinar, se muy bien de que nos hablas. Muy buen micro, y con mensaje, mucha suerte!!! Besosss!!
ResponderEliminar*Sé
EliminarLa angustia del escritor ante la falta de inspiración y el arte de procrastinar, se muy bien de que nos hablas. Muy buen micro, y con mensaje, mucha suerte!!! Besosss!!
ResponderEliminarMil gracias, Juancho. Me alegro muchísimo de que te haya gustado. Besos!
EliminarSalva tiene razón. Haz como que ya no la necesitas. Ya verás como vuelve.! felicidades!����
ResponderEliminarParece ser que somos muchos los que hemos dedicado muchas líneas para deplorar el abandono al que somos o hemos sido sometidos los mortales por parte de esas musas ingratas. Pero, tarde o temprano, acaban regresando a nuestra vera. Solo quieren hacernos sufrir un poco para que la próxima vez les dispensemos un trato mejor y reconozcamos su mérito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, pobres, sólo quieren un poquito de protagonismo. Muchas gracias, Josep Maria.
EliminarHola Marta,
ResponderEliminarMuy buen texto, me encantó y aún sintiendo esa desesperación tu manera de expresarlo me hizo sonreír.
Un beso.
Muchas gracias, Irene. Me alegro muchísimo de que te haya gustado. Un beso.
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