Monotonía infinita de idénticos días
Pétalos caídos
Ilusiones marchitas
Sombra evanescente de alegrías heridas
Apagados yacen los faroles de ayer
Y entre paredes rotas trastabilla tu risa
Miedos callados
Niebla enardecida
Nocturna trampa que inventa otra vida
Grises por doquier.
ResponderEliminarTriste, sí.
EliminarHola Marta, con mi madre afectada por esa enfermedad, tu poema adquiere un toque personal. Creo que desde la delicadeza y sensibilidad tuya has sabido retratar lo que sucede bajo estas circunstancias. Abrazo fuerte.
ResponderEliminarUn beso, Ana. Es una enfermedad terrible. También yo la estoy viendo ahora con mi padre. Es algo demoledor.
EliminarHola Marta, un poema muy sensible, y que me llega mucho, mi madre tiene demencia por cuerpos de Lewy, y también veo su reflejo en tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un beso, Dakota. Muchísimas gracias.
EliminarQué bonito, Marta. Y qué triste. El aumento de la esperanza de vida trae enfermedades propias de la edad avanzada. Un precio cruel por los avances de la Ciencia.
ResponderEliminarUn beso.
Un beso, Rosa. Muchas gracias. Una enfermedad muy triste y muy, muy cruel.
EliminarHola, Marta, terrible enfermedad y muy dura también para los más allegados que lo ven día tras día. Precioso poema.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Muchísimas gracias, Merche. Me alegra un montón que te haya gustado. Un beso grande.
EliminarCon sentido y sensibilidad, Marta. La gran longevidad ha traído cosas muy buenas y sin embargo este mal se acucia con el paso de los años con muy pocas herramientas para evitar su progresión.
ResponderEliminarLo has descrito muy bien a través de tus versos.
Un beso.
Un beso, Miguel. Muchísimas gracias.
EliminarBuenas marta!!,
ResponderEliminarQue belleza tan triste has dejado aquí. Cada frase es como un susurro que se va borrando, como si las palabras mismas también se olvidaran su forma al avanzar.
Esa trampa nocturna que se inventa otra vida, me ha matado..
Has conseguido ponerle música a ese olvido tan cruel
Un abrazo amiga, que bonito escribes
Ay, Finil. Muchísimas gracias. Qué bonito lo que tú me dices.
Eliminar¡Hola, Marta!
ResponderEliminarQué delicadeza tienen tus versos, y qué bien has sabido retratar el vacío y la niebla que deja una enfermedad como el alzhéimer, donde el tiempo se vuelve repetición y las memorias, sombras.
Me ha impresionado cómo consigues, con tan pocas palabras, condensar tanto dolor y tanta ternura a la vez. Cada imagen —los pétalos caídos, los faroles apagados, la risa que trastabilla— tiene ese peso silencioso que acompaña a quienes viven o han vivido de cerca esta realidad.
Esa “trampa nocturna que inventa otra vida”... ahí está todo: el olvido, la reinvención, el desdibujarse... una tristeza contenida pero, por desgracia, muy real.
Un poema breve, sí, pero que deja una resonancia profunda, como una melodía baja que no se apaga fácilmente.
Enhorabuena por ponerle palabras a algo que tantas veces es tan difícil de nombrar.
¡Un fuerte abrazo, compañera!
Hola, Miguel. Pues me alegra un montón lo que dices y que se intuya en esa melodía que resuena (¡qué bonito!) la dureza de una enfermedad tan terrible. Un beso grande y muchísimas gracias.
EliminarUn poema que llega muy hondo a los que hemos tenido un familiar cercano en esa situación, Marta. Gracias.
ResponderEliminarUn beso, Miguel Ángel. Muchísimas gracias a ti.
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