...Elige siempre la esperanza
Séneca
Elmer Mendoza nació un día de invierno frío y muy lluvioso. Nadie
recuerda con exactitud la fecha pero sí el frío y la lluvia que por aquel
tiempo cayó durante días. Y la niebla. Una niebla espesa que llegó de golpe a
la ciudad borrando todas las cosas. Quizá fuera enero. Quizá no. Nunca a causa
de semejante olvido ha celebrado su cumpleaños. Nunca ha tenido regalos,
tartas, ni velas donde soplar un deseo.
Aquel invierno, el invierno de doce o quizá trece años atrás en que Elmer
vino al mundo, los padres habían vendido la poca tierra que aún tenían en la
aldea natal y, esperanzados como nunca estuvieron, como ya nunca volverían a
estarlo, habían marchado a la capital en busca de un futuro más próspero para
el hijo que venía en camino.
Pero sabido es que nunca tuvo
compasión con los pobres el destino y solo un terreno en un suburbio de la
periferia, próximo en exceso al inmenso vertedero que delimita el contorno de
aquella ciudad inhóspita y áspera como pocas, fue a lo que debieron conformar
su nueva vida.
Allí, a escasos metros de la cerca, con incansable y tenaz esfuerzo,
cultivan desde entonces berenjenas, calabacines, coles y tomates que pocas
veces consiguen vender.
Y allí, al filo de la desolación y la impotencia, con la angustia clavada en el pecho, lágrimas de rabia y desaliento lloran sin ruido cada noche en un triste duelo por el futuro que un día soñaron juntos.
Así fue que en este lugar remoto y de todos olvidado, en una vieja
barraca de madera y zinc tan mísera como una chabola, nació Elmer. Un muchacho
ahora alto y fuerte, espigado, rostro atezado por el sol, ojos oscuros y profundos,
esquivos, que, mucho antes del amanecer, salta cada día de su camastro para
salir a la soledad de unas calles donde hace mucho la miseria se hizo costumbre,
de unas calles que a cada paso hablan de dolor.
Cabizbajo y lento, un peso insoportable de llanto e injusticia a sus
espaldas, camina entonces hacia el vertedero y allí confundido entre decenas de
chiquillos harapientos −ojos tristes, mejillas hundidas, manos sucias, alma
gastada− y los perros y los buitres que habitan el lugar, armado como todos con
su ineludible garfio y como todos de inmediato cubierto por una grasienta
costra de mugre, con inocente esmero, escarba entre la basura en busca del
quizás único sustento de que ese día dispondrá la maltrecha economía familiar.
Elmer no se queja. Nunca se queja. Tampoco se avergüenza. Es su trabajo.
Gracias a él subsiste su familia y se siente orgulloso. Mucho. Pero lo odia. Lo
odia de un modo profundo y oscuro que por mucho que intenta no logra evitar. Odia
la basura, el olor, los insectos, los
camiones, el humo de los gases... Tan desagradable todo, tan sucio, tan insalubre.
Tan triste y descorazonador.
En secreto, un secreto nunca con nadie compartido, Elmer sueña estudiar.
Quisiera ir a la escuela, merendar en el parque a la salida de las clases,
jugar al baloncesto, confundirse y ser uno más, entre todos esos chicos a los
que cada tarde espía desde lejos... y un día −como ellos seguro lograrán−
llegar a ser maestro o médico, quizá.
Algunas veces, pocas pero a veces, desde lo más alto de su montaña de
escombros, golpeado por la pena y la soledad, levanta los ojos a un cielo para
él siempre arisco y en penumbra. Susurra entonces una plegaria dolorida, una
plegaria de tristeza abrumadora y solo si por un instante una estrella
atraviesa rauda el firmamento, el niño sonríe.
Por alguna extraña razón −alguien un día le contó− las estrellas fugaces
guardan relación directa con los deseos y esa idea, casi una esperanza, dibuja
en sus labios una sonrisa. Una sonrisa breve, apenas un esbozo, tan fugaz como
la estrella. La triste e inexpresiva sonrisa de quien nunca aprendió a reír. De
quien sabe que algunas historias nunca alcanzan su final feliz.
Hola Marta, te saludo después de ver esa estrella pasar. Un relato real, real como esos niños basura montados en su montaña. Unas descripciones suavizadas con una prosa que abraza esa pobreza esa inhumanidad. Gracias. Un abrazo
ResponderEliminarHola Emerencia. Una realidad tristísima. Muchas gracias por tu comentario. Es precioso lo que me dices.
EliminarHola Marta,
ResponderEliminarVengo a través de la iniciativa de David.
Pobre infancia robada, tu relato es muy triste y real.
Está muy bien descrito y expresado.
Un saludo.
Muchas gracias Irene. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarHola Marta
ResponderEliminarMuy triste esa infancia de Elmer, compartiendo desesperanza y hambre y por desgracia una realidad que muchos niños es la que tienen. Espero que esa estrella se comporte y al final pueda cumplir su sueño, un precioso sueño.
Saludos
Muchas gracias Conxita. Triste realidad pero a veces ocurren los milagros...
EliminarHola Marta. Me alegro de verte también por el blog de David. Triste e injusta realidad para esos niños, que como dices son niños de nadie, porque no tienen nada salvo esos breves instantes de sonrisas, fugaces como una estrella.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte.
Hola Manoli, pues es que me ha parecido muy chula la iniciativa de David. Mucha suerte para ti también. Un beso.
EliminarHola Marta, te visito a través del concurso "Tintero de oro" de David. Nos traes un relato de denuncia, un relato que desearía mostrarnos esperanza pero es consciente (suponiendo que los cuentos tengan vida propia, que a veces pienso que si) de que no la hay para tantos millones de seres humanos condenados a la pobreza por el mero hecho de haber nacido pobres. Te deseo mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Jorge. Un relato a la espera de un milagro que no llega... Me gusta mucho eso que dices de que los cuentos tienen vida propia. Me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarHola Marta vengo a tu blog a través de este concurso de David. Me ha parecido un relato donde narras una realidad de esos niños. Una vida de sustento y trabajo donde a pesar de todo miran a las estrellas y esperan un futuro mejor. ¡Suerte! un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias M.Carmen. Un relato tristemente real... Mucha suerte para ti también. Un beso.
EliminarYa solo el título estremece, ningún niño del mundo debería crecer solo.
ResponderEliminarHola Marta, soy compañera de concurso y nunca te había leído, algo que habrá que solucionar, son necesarias voces como la tuya para poder escuchar a los oprimidos, los débiles, los parias, los niños.
Un cordial saludo y hasta pronto compañera.
Muchísimas gracias Tara. Es un relato duro y me alegro mucho de que te haya gustado. Mucha suerte para ti también. Besos.
EliminarMe gusta el final con un hilo de esperanza, q nadie se la puede quitar y sólo le pertenece a Elmer
ResponderEliminarA veces los milagros suceden... Muchas gracias Belén 😘
EliminarConmovedor relato, muy bella la sutileza con que lo pintas.
ResponderEliminarDisfruté leerte!
Saludos y suerte en el concurso!!
Muchas gracias Diana. Me alegro mucho de que te haya gustado. Mucha suerte para ti también.
EliminarUn relato estremecedor y triste, Marta, pero tan bien narrado que es un placer leerlo, a pesar de todo. Ciertamente hay futuros planos que no albergan luz ni cambio de rumbo posible alguno, futuros como el que tú tan bien has sabido dibujar en tu historia encogiéndonos el corazón. Estupendo, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn saludo y mucha suerte en el concurso.
Muchísimas gracias Julia, Muy generoso tu comentario. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarGracias a David descubro este blog hasta ahora escondido.
ResponderEliminarMe ha gustado tus descripción de la miseria absoluta bañada por la tenue luz de una estrella fugaz que ilumina minimamente el alma esperanzada de Elmer.
Cuanta tristeza destilan tus letras Marta.
Un beso y suerte.
Muchas gracias Francisco. Sí que es un relato triste pero me alegro mucho de que te haya gustado.
ResponderEliminarUn relato que te deja con el corazón tocado.Así de bien escrito esta.Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarQué triste realidad. Cuando nosotros, hartos de todo, soñamos con la nueva videoconsola o el próximo partido de fútbol, otros, a pocos metros, sólo quieren ser uno más del montón, estudiar y ser alguien de provecho.
ResponderEliminarDuro y trágico, Marta. Un saludo.
Cerramos los ojos tantas veces... Muchas gracias Bruno.
EliminarMarta, un relato que describe una dura realidad. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor en el concurso.
Un abrazo.
Muchísimas gracias Javier. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarTan duro como desgraciadamente real.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy triste realidad, sí. Muchas gracias David.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDesgarradora historia, Marta. Lástima que las estrellas fugaces, no siempre estén por la labor, no sean capaces de terminar con la tristeza y responder a todas las ilusiones.
ResponderEliminarMe salieron un par de erratas y por eso eliminé el anterior.
Un beso y mucha suerte.
Muchas gracias Rosa. A veces hasta las estrellas lloran tristes, impotentes frente a tanto dolor... Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarMe cautivó el manejo del lenguaje, el narrarlo cómo tu lo haces. Haces ver algo bello dónde sólo hay miseria y desolación. La magia de tus letras deja un resquicio de esperanza para Elmo.
ResponderEliminarSuerte en el Concurso promovido por David Rubio.
Muchísimas gracias. Es precioso lo que me dices y muy muy generoso. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarMarta, precioso relato. Duro y con un rayo de esperanza.
ResponderEliminarMucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias Pilar. Me alegro mucho de que te guste. Igualmente, besos y mucha suerte.
EliminarUn relato desperanzado en que la estrella del final abre una pequeña rendija a la esperanza. Un historia que por desgracia no solo es real sino que se repite una otra vez. Marta, he llegado a tu blog de la mano del Tintero de Oro. Te deseo suerte en el concurso. Abrazos.
ResponderEliminarDolores ante los que tantas veces cerramos los ojos. Muchas gracias Lana. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarDesesperanzado. Perdón por el lapsus. Estos móviles!!
ResponderEliminarHola Marta, vengo gracias a la iniciativa de David. Me ha encantado tu relato, de verdad. Es una lástima que refleje una oscura realidad en los tiempos que corren y que de verdad haya niños sufriendo esa miseria. Espero que la estrella fugaz cumpliera los deseos de Elmer, de verdad. Que tengas mucha suerte en el concurso y un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Una historia tristemente real pero a veces suceden los milagros... Me alegro mucho de que te haya gustado.
ResponderEliminarTal y como he leído a algunos compañeros al comenzar sus comentarios, he llegado hasta aquí gracias a “El Tintero de Oro” de David Rubio Sánchez, y así he podido disfrutar, amiga Marta, de este relato que toca un tema, la miseria, tan dramático como triste, y por desgracia muy real. Sólo me queda darte mi enhorabuena y desearte mucha suerte en el concurso. Un abrazo. Nos leemos…
Muchísimas gracias Patxi. Un relato duro pero tristemente real... Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarBuenos días, Marta.
ResponderEliminarUn relato que me ha sobrecogido sobremanera, relatado de manera magistral con adjetivos que embellecen la dureza de la vida de ese niño que vive en los bordes de la pobreza, el desamparo, cargado de sueños tan asequibles al resto de los niños como "estudiar". Sueña con una vida mejor, y sus ojos, esperanzados se alzan en la estrella fugaz en busca de un deseo.
¡Muchas felicidades! Después de leer tu prosa mágica, mereces un buen puesto en "El Tintero de Oro". ¡Suerte!
Generosísimo y precioso tu comentario. Mil gracias.
ResponderEliminarMuy bueno, logras meternos en esa atmósfera de desolación y tristeza para al final quizás vislumbrar un atisbo de esperanza. Muy bueno!
ResponderEliminarUn rayito de esperanza, sí. Muchísimas gracias, Ana.
EliminarSiempre creeré en los milagros. Mientras suceden, logremos el milagro de amar. Besos 🌹
ResponderEliminarHay que creer, claro que sí. Un beso, Maty.
EliminarBuen relato, algo triste pero muy real. Felicidades por tan buen proyecto el que has alcanzado. Feliz semana y abrazos a la distancia. Saludos!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Keren. Muy contenta porque te haya gustado.
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