Deja unos puntos suspensivos y calla a tiempo su amargura. Siente que la
pierde sin remedio y mucho más allá de la tristeza sabe que debe destrozar su
corazón para salvar el suyo, para salvarla de la angustia y la culpabilidad en
que se consume, del aburrimiento y la rutina. Su mirada un día le hizo
especial y eso será suyo para siempre. Una estrella fugaz iluminando por un
segundo la noche. La dejará ir sin mostrarle el desgarro de su corazón, el
desamparo, la derrota, su infinito desconsuelo, pero junto a ella irá siempre
su alma y en silencio velará por ella.
"Todas las penas pueden soportarse si se convierten en una historia". Isak Dinesen.
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jueves, 28 de abril de 2016
Indecisión
Deja unos puntos suspensivos flotando en el aire como una promesa imposible
de cumplir, sonríe, la mira con dulzura y sube al tren. Tal vez... piensa, sin atreverse
a pronunciar las palabras que podrían al fin cambiar su destino. De pie en el
andén ella calla también y lo observa alejarse. Ambos se resisten a derramar
las lágrimas que brillan en sus ojos, conscientes de que de nada sirve llorar
lo que no fue y de que, diluido entre la bruma de sus miedos y silencios, se
desvanece para siempre y sin remedio el tren de las oportunidades perdidas.
Falsas apariencias
Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase, «lavavajillas»,
«espumadera» o «colesterol». No suena muy romántico, lo sé, pero ¿qué quieren?,
a estas alturas del tiempo y de la vida los cuentos de hadas hace mucho que
dejaron de ser lo que fueron y para ser sincero nunca comprendí esas ñoñerías
que a tantos matan no sé si de amor o de aburrimiento. Y sin embargo,
reviento de ternura cada vez que ella pregunta por mi colesterol o insomne en
plena madrugada necesito de repente oír su voz para sentirme atado al mundo.
Así que, ya ven, puede que en el fondo mi corazón no sea tan arisco como
aparenta. Juzguen ustedes...
Vergüenza
Las palabras que ha aprendido por la noche la asaltan de improviso en el
momento más inoportuno dejando en su mirada una sombra de tristeza que no puede
disimular. Supo al instante que aquella cita era un error, que las promesas
hechas bajo estrellas ardientes se esfuman al amanecer, que la traición, el
dolor y la culpa serían inevitables...
Cierra los ojos. No debe recordar. Lentamente las palabras se desvanecen:
frío, barro, llanto, rabia, frontera, esperanza, desolación. Y así, cuando
llega su turno, impasible ya en su escaño, suma su voto a los que para siempre
y sin remedio pronto detendrán el latido del indiferente corazón de Europa.
Papel mojado
Serán sólo cien
palabras, ten paciencia, sabes que después me rendiré. Un adiós, un recuerdo,
un te quiero rasgando la noche. Cien palabras de amor desesperadas en lucha
feroz contra el espanto y la desolación, serenas frente a los restos de este
naufragio de sueños imposibles. Palabras que al amanecer flotarán a la deriva
en el mar inclemente que pronto hará zozobrar
mi barca y al que ruego como último consuelo que me acoja hospitalario
en su fondo más oscuro e impida a la tormenta arrastrar mi cuerpo deshecho
hacia la indiferencia del mundo. Palabras que el agua destruirá y ella no leerá
jamás.
Futuro incierto
Serán sólo cien palabras piensa mientras en la sala de profesores escribe
concienzudo, ajeno a los compañeros que torpemente intentan ocultar los
preparativos de su fiesta de jubilación. Inquietud, vértigo y una soledad
infinita siente de repente ante lo que pronto habrá de afrontar, a pesar de que
tantas veces en su vida deseó que llegara este momento.
Convertido en uno de los profesores más respetados del centro, tan
amable, tan cariñoso siempre con los niños, nadie pudo nunca imaginar el
secreto que escondían sus caricias pero ahora se sabe descubierto y casi con
alivio prepara su confesión. Cien palabras que destruirán su vida.
Decisiones
Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado sentía que el mundo se
hundía bajo sus pies y un trocito de su alma se rompía para siempre. Por eso,
decidió, ésta sería la última vez. Sabía que no debía hacerlo, que jamás podría
enfrentar su mirada si lo descubría pero la certeza de que ella no sería capaz
de soportar una nueva decepción pudo más que la cordura y casi sin pensar
sustituyó el enésimo rechazo del manuscrito tantas veces enviado, por la falsa
carta editorial que ahora su mujer leía incrédula una y otra vez. Tal vez se
equivocó pero ya nada importaba. Salvo su sonrisa.
Una historia inacabada
Era de los pocos detectives honrados que quedaba en la ciudad, brillante en
ocasiones, ingenioso siempre, escéptico en amores, herido por la traición de
unos ojos verdes que lo perdieron sin remedio y dejaron en su alma una tristeza
honda y oscura que ahogaba en solitarias noches de alcohol.
Sin nadie que pudiera echarlo de menos, no comenzó a investigarse su
desaparición hasta que ya fue tarde y el suyo quedó como uno más ente los
cientos de casos sin resolver que empolvaban los archivos policiales.
Unas cuartillas nunca publicadas guardarían siempre en secreto los celos
del autor que, eclipsado por su personaje, provocó impasible la muerte de su
mejor ficción.
Tiempo sin memoria
Subir de nuevo a la habitación tras un paseo por el jardín, sentarse muy
juntos tomados de la mano frente a una ventana de visillos blancos por la que
se filtra con dulzura el último sol de la tarde, hacerla sonreír con las
historias que inventa cada día para ella luchando por llenar el vacío de
recuerdos en que vive. Así pasa los días, arropado por la complicidad
encandilada de cuantos imaginan su historia, consciente de que nunca fue tan
feliz como con esta desconocida que el destino puso en su camino para
convertirle en protagonista de un amor que, sólo él lo sabe, nunca existió.
Aniversario
Subir de nuevo a la habitación, retocar su maquillaje y bajar al jardín
donde su marido ya atiende sonriente a los primeros invitados de la fiesta.
Repasa su plan mientras le observa desde la ventana, radiante en su papel de
perfecto anfitrión y la nostalgia la asalta de repente al recordar al muchacho
dulce y cariñoso que hace tanto tiempo la enamoró. Parpadea con fuerza
apartando de un plumazo la sombra de un dolor real pero inoportuno, decidida a
no flaquear esta vez, diciéndose que no maquillará un nuevo golpe más y que
tras despedir al último invitado, esta noche sí, le abandonará para siempre.
Nuevos tiempos
Pero nunca sin saber bien por qué, dejarán de mirar hacia arriba, leía mamá
casi en un susurro. Una caricia, un beso suave en la mejilla y mis sueños
volaban veloces hacia estrellas blancas y lejanas habitadas por la magia.
Recuerdo esas noches de cuentos infantiles con una melancolía sin fin,
viendo como tiemblan las estrellas y lloran tristes ante tanta felicidad
perdida mientras en el desamparo de esta noche fría, atrapada en el lado
equivocado de la frontera, fantasma invisible de tantas guerras sin nombre,
miro yo también hacia arriba como en aquel cuento casi olvidado y, sin
saber bien por qué, susurro una oración dolorida y sin esperanza.
Asuntos de familia
En qué momento de la
educación de su niña habían empezado a equivocarse es el pensamiento que la
asalta obsesivamente noche tras noche y del que no logra desprenderse, incapaz
de entender qué hicieron mal ni de perdonar su traición. Colegios escogidos,
viajes, mimos, caprichos sin fin... nada fue suficiente y sólo una llamada
bastó para que su vida se rompiera en pedazos y su niña dejara de serlo para
siempre.
No lejos de allí una
anciana de cabello blanco y ojos cansados cuenta su historia a la joven que
camina junto a ella mientras sobre la Plaza de Mayo, resistente eterna al
tiempo y al olvido, arden furiosas las estrellas.
Microrrelato finalista semanal el día 4 de enero de 2.016 en el concurso "Relatos en Cadena" del programa la Ventana de la Cadena Ser. Semana 14.
Imagen: Pablo Bernasconi
En blanco
Las besa con suma
conciencia para no equivocarse frente a la multitud desconocida que de repente
le rodea. ¡Felicidades! dice, tratando de controlar el vértigo que le invade y
entregando los regalos que encuentra en sus manos a dos pequeñinas idénticas,
impacientes por soplar las velas de una preciosa tarta de cumpleaños.
Representa con acierto su papel a pesar del miedo y sonríe aliviado cuando
siente que la crisis pasó y poco a poco su vida regresa. Consciente de que algo
muy profundo se rompió esta vez, emerge de la bruma del olvido con el corazón en
pedazos, inconsolable ante un futuro ya presente y tanta felicidad perdida.
Un día perfecto
Van a ir a comprarse un vestido nuevo y un helado en cuanto bajen del tren.
Dejarán el equipaje en la habitación de hotel más barata que puedan encontrar y
dedicarán el día a vagabundear perezosamente por esa ciudad imponente con la
que ambas tanto han soñado, sin otra cosa que hacer hasta el momento de
reunirse, a última hora de la tarde, con el resto del grupo. Un día perfecto
pensarán bajo la torre Eiffel, dirigiéndose ya hacia el concierto y en el
preciso instante en que un joven se disculpe amablemente tras tropezar con
ellas, sin que nadie pueda adivinar la carga de muerte que rodea su cintura.
Corazones rotos
Abandonan primero uno y luego el otro la habitación del hotel, conscientes
de que ésta será su última noche y algo se rompe dolorosamente dentro de ellos
anticipando en ese preciso instante un futuro largo de añoranza y soledad.
Alzan la vista y sonríen fugazmente tratando ambos de ocultar su desgarro.
Nadie debe adivinarlo. Saben que no durará pero esta noche es su secreto
todavía. Ya en la calle les asalta el rugido de cientos de fans enloquecidas y
cegados por los flashes de la nube de fotógrafos que desde hace horas espera
paciente, suben al autobús que les conducirá a su último concierto.
Escapismo
Vuelven a dejarlos debajo de sus camas y apagan la luz al oír unos pasos
que se acercan, temiendo que si las encuentran despiertas sus cuentos
acaben otra vez en algún baúl del viejo desván. Poco después las niñas duermen,
un destello rompe la oscuridad de la noche y una voz pronuncia su conjuro
con el corazón paralizado, creyendo por un instante poder alcanzar lo que sabe
que nunca será suyo. Nada sucede una vez más y el hada más triste de
todos los cuentos jamás escritos se acurruca silenciosamente entre las páginas
de aquél del que no logra escapar preguntándose cómo será que alguien te
quiera.
Insomnes
Salen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos. Despertó sobresaltada
creyendo haber oído el llanto de uno de los niños. Pero no. Es tarde y duermen
tranquilos. Con una sonrisa cansada su marido le coge la mano y la acompaña de
nuevo hasta la cama. La tranquiliza con dulzura hasta que se queda dormida y
sólo entonces vuelve sobre sus pasos, entra de nuevo en la habitación de unos
niños, sus hijos, que crecieron hace años y ya no están. Y, en ese momento,
solo y desamparado en mitad de la noche, impotente ante el más cruel y
caprichoso ladrón de recuerdos, se rompe silenciosamente.
miércoles, 27 de abril de 2016
Alma de poeta
Un señor con levita que se parece a Pushkin, bajo estrellas que tiemblan de
frío, recorre noche a noche la ciudad. Bolsillos repletos de poemas para
turistas enamorados a los que aborda con una sonrisa incapaz de enmascarar el
dolor que sus ojos traicionan. No sabe en qué momento la vida le derrotó y más
allá de toda esperanza se aferra al recuerdo de aquella estrella
fugaz que por un segundo iluminó su noche. Un segundo mágico, irrepetible,
imperecedero. Un segundo de vida, de amor, de eternidad. No pudo retenerla pero
junto a ella va siempre su alma y su sombra siempre le acompaña.