Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado sentía que el mundo se
hundía bajo sus pies y un trocito de su alma se rompía para siempre. Por eso,
decidió, ésta sería la última vez. Sabía que no debía hacerlo, que jamás podría
enfrentar su mirada si lo descubría pero la certeza de que ella no sería capaz
de soportar una nueva decepción pudo más que la cordura y casi sin pensar
sustituyó el enésimo rechazo del manuscrito tantas veces enviado, por la falsa
carta editorial que ahora su mujer leía incrédula una y otra vez. Tal vez se
equivocó pero ya nada importaba. Salvo su sonrisa.
Microrrelato para el concurso "Relatos en Cadena" del programa La
Ventana de la Cadena Ser.
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