Su
tiempo se agotó, la magia se desvanece en el aire con dulzura y ya se advierte
próximo el momento de marchar. Aunque... Tal vez... ¿Y si al fin no fuera
necesario? ¿Y si fuera posible esquivar la partida?
Entre el deber y la esperanza, la niña se debate indecisa mientras, a lo lejos, la luz de una ventana para ella siempre abierta aguarda con paciencia su regreso. Al oído un rumor de campanillas, un susurro muy dulce y muy bajito que dolorido le murmura: «Nunca jamás olvides». Un dedal sobre su pecho, cerca, muy cerca, del corazón. Para siempre en su recuerdo, un muchacho de sonrisa pícara y valiente que a duras penas oculta el dolor que sus ojos gritan. Y una despedida: «Segunda estrella a la derecha, ya sabes, todo recto hacia la mañana. Siempre allí te esperaré».
Ohhh, por favor, qué bonito...Segunda estrella a la derecha.
ResponderEliminarQué imaginación, Marta.
Un besazo
Ay, Chelo. Muchas gracias! Me alegro mucho de que te haya gustado. Besosss.
EliminarQué bonito relato Marta!,... me encanta esa prosa cuasi poética...
ResponderEliminar¡Cuanto me alegro! Muchísimas gracias.
EliminarMuchísimas gracias, Julio. Me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarBellísimo texto poético inspirado en el cuento de Peter Pan.
ResponderEliminarA mi también Marta, me fascinó siempre ese maravilloso personaje de Wendy y todos sus amigos del país de "Nunca Jamás".
Mucha suerte en el concurso y ¡Felices Fiestas!
Muchas gracias Estrella. La magia de Peter Pan es inagotable... Me alegro mucho de que te haya gustado. Besos y Feliz Navidad.
EliminarLindo, Marta, y tan dulce como Wendy.
ResponderEliminarMuchas gracias, Eva. La magia de Nunca Jamás...
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