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martes, 31 de enero de 2017

Cenizas


          Sonríes y, por un instante, el mundo se ilumina. Sueño contigo. Siempre estás ahí. Escondida en algún rincón de mi cabeza. Una sombra del pasado. Un fantasma que ya no duele. Un duendecillo burlón que se ríe de mí y no se deja atrapar. Pero, a veces, de repente, tu recuerdo me asalta y, por un momento, casi creo poder tocarte. Luego te desvaneces. Es mejor así. No me reconocerías en este viejo cansado y solitario que ahora soy, que sonríe con descaro por evitar que sus ojos traicionen el dolor.

Es difícil hacerse viejo, mi amor. Asumir incrédulo el reflejo de un espejo, luchar contra la inseguridad y el miedo, contra el desconsuelo, contra este desamparo...

Hoy estoy triste. Tal vez, aunque me niegue a reconocerlo, me siento solo. Por eso, como siempre, recurro a ti. Al recuerdo de tu risa, de tus palabras, de tus miradas, de tus silencios. A la magia del hada que un día traspasó mi vida y me hechizó para siempre. Gotitas de alegría que curan el dolor del alma.

domingo, 22 de enero de 2017

Destino final


Hubo un tiempo en que ésta fue una región de extraordinaria hermosura. Árboles majestuosos se alzaban en ella, arroyos de aguas claras y resplandecientes regaban sus tierras y todo el terreno se hallaba cubierto por flores multicolores y el más verde césped que jamás nadie hubiera podido imaginar. En lo alto de la colina, imponente, se alzaba un castillo donde alguna vez con justicia y benevolencia gobernó un rey, donde una bella princesa tal vez soñó la magia y la felicidad.
Nada queda ya de todo aquello. Ni un árbol ni una casa rompe el perfil de la inmensa llanura que en todas direcciones se extiende hasta parecer juntarse con el cielo. Ha calcinado el sol la tierra y todo es gris. Tiene el castillo ahora la misma tonalidad plomiza y opaca de cuanto le rodea y jamás sus habitantes sonríen, siempre en su rostro una expresión solemne y dura, olvidados ya de lo que fuera la alegría. Un maléfico espíritu parece habitar su alma y a nadie son capaces de amar. Nunca pudo hacerlo quien un día perdió su corazón.

domingo, 15 de enero de 2017

Dulces sueños


Había una vez una barca que soñaba con el mar. Soñaba despertar en mañanas plácidas, suaves y benignas, navegar tardes de sol hasta que el ocaso tiñera de naranja el horizonte, hasta ese instante en que poco a poco el mar cambiaba de color: del verde al azul, del azul al añil y por último casi al negro, peces diminutos nadando entre algas y corales, olas brillantes, blanquísimas y juguetonas salpicando su casco, cientos de gaviotas bajo un cielo inmenso y solitario. Soñaba con playas de arenas blancas, pescadores remendando sus redes con la última luz del día, olor a sal, la romántica voz de un vapor en alta mar... la aventura misteriosa de algún velero espectral, el cofre del tesoro de cualquier pirata con suerte. Soñaba la libertad
Sueños felices que, en noches tachonadas de estrellas, a la luna llena le contaba con pasión. Sueños que el destino quiso para ella imposibles.

lunes, 9 de enero de 2017

Reproches



¿Es que no tuviste bastante?, ¿por qué me torturas así?. Me obligas... Y no quiero pero tú me obligas. Siempre. Una y otra y otra vez. Mira en lo que me has convertido...
Una mujer de mejillas flácidas, ojos hundidos y tez demacrada destinataria única, una vez más, de aquel monólogo interminable tiembla en silencio, acurrucada en el más triste rincón de una habitación, como ella, sombría y devastada.

martes, 3 de enero de 2017

De aquí a la eternidad


Desde una viga del techo se ve  tan diferente la vida que no sé cómo nunca hasta ahora se me ocurrió subir. Desde las alturas y con cierta distancia por arte de magia, abracadabra, en  un instante empequeñece cualquier problema. Se está bien aquí. Magnífica perspectiva y tanta paz... No recuerdo cuándo ni cómo subí, he perdido la noción del tiempo, me temo. Oigo a mi esposa chillar. Llora. Parece asustada. Aquí arriba, amor, le digo, ya voy... pero ella no me escucha. ¿Por qué? ¿qué ocurre...?. Salgo de pronto disparado desde el techo. Asciendo suavemente entre nubes de algodón. Luz cegadora... Comprendo y sonrío.