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martes, 31 de enero de 2017

Cenizas


          Sonríes y, por un instante, el mundo se ilumina. Sueño contigo. Siempre estás ahí. Escondida en algún rincón de mi cabeza. Una sombra del pasado. Un fantasma que ya no duele. Un duendecillo burlón que se ríe de mí y no se deja atrapar. Pero, a veces, de repente, tu recuerdo me asalta y, por un momento, casi creo poder tocarte. Luego te desvaneces. Es mejor así. No me reconocerías en este viejo cansado y solitario que ahora soy, que sonríe con descaro por evitar que sus ojos traicionen el dolor.

Es difícil hacerse viejo, mi amor. Asumir incrédulo el reflejo de un espejo, luchar contra la inseguridad y el miedo, contra el desconsuelo, contra este desamparo...

Hoy estoy triste. Tal vez, aunque me niegue a reconocerlo, me siento solo. Por eso, como siempre, recurro a ti. Al recuerdo de tu risa, de tus palabras, de tus miradas, de tus silencios. A la magia del hada que un día traspasó mi vida y me hechizó para siempre. Gotitas de alegría que curan el dolor del alma.






Este relato aparece publicado en el nº 30 (febrero 2017) de la revista "Valencia Escribe".
       

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